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N ° 48

Buenos Aires, diciembre 17 de 1999.-

OMERTÁ ECONÓMICA, LA OTRA FORMA DE CORRUPCIÓN

      Como al pasar en La Nación del jueves se informo de una reunión que el nuevo Ministro de Economía organizo para explicar su plan económico. En el “salón de los cuadros” Machinea explico a sus invitados la visión de la economía y sus planes.

      Los invitados fueron los “economistas más escuchados” por el ‘mercado y las empresas’, Roberto Alemann, Manuel Solanet, Miguel Angel Broda, Ricardo Arriazu, Javier González Fraga y Enrique Folcini. Junto a Machinea estuvieron el Secretario de Hacienda Mario Vicens y el Secretario de Programación Económica y Regional Miguel Bein.

      Uno de los asistentes revelo que la reunión fue bajo el compromiso de “no revelar el contenido de la reunión”. ¿Porqué? ¿Qué oculta el Ministro Machinea que necesita reunirse bajo esos términos? ¿Cómo pueden aceptar esos economistas una mordaza semejante?

      La respuesta a esa omertá es sencilla. El acceso a información privilegiada permite hacer mejores negocios, informar a algunos pocos pero muy buenos clientes, anticipar al mercado. Esos favores, antes o después, se cobran. Eso es verdadera corrupción.

Los mercados funcionan con transparencia cuando todos podemos acceder a la misma información, cuando solo la tienen unos pocos se anticipan y hacen pingües ganancias.

      El Ministro de Economía cuando fue viceministro de Sourruille y Presidente del Banco Central durante el gobierno de Raúl Alfonsín ya actuó así. Sus confidentes ganaron mucho dinero en cada devaluación, o en otros cambios de regulaciones, mientras la mayoría de los argentinos se empobrecieron.

      Si no hay nada malo en el contenido de la reunión no hay razón para ocultarlo. Imponer esa condición y aceptarla genera justas sospechas. Uno de los delitos económicos más graves que se persigue en los EEUU es el uso de información privilegiada. Por otro lado si no la usan serían unos giles

Machinea ha decidido dar información a unos pocos y además establecer una omertá sobre ella. Nosotros, los ciudadanos, nuevamente somos súbditos de una corte “moralizadora”.

 

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