N ° 48
Buenos Aires, diciembre 17 de 1999.-
En 1988 el entonces Presidente de Chile, General Augusto Pinochet se sometió a un plebiscito conforme la Constitución de 1980 que decidiría si habría, o no, ocho años más de gobierno para él. Ya no hubiera sido igual porque se preveía un proceso de elección de un Congreso, etc. Pero serían ocho años más de presidencia para Pinochet.
Si mal no recuerdo Pinochet obtuvo alrededor del 45% de los votos y ello abrió el camino a las elecciones presidenciales de 1989, en las cuales él no podía presentarse por haber sido derrotado en el plebiscito.
Desde entonces la “Concertación” que reunía desde la Democracia Cristiana al Socialismo a todo cuanto hubiera en la izquierda, incluyendo los allendistas como Lagos y los demócrata cristianos que lucharon contra aquel dictador Salvador Allende, gano cuanta elección general hubo.
La derecha chilena con una tradición democrática no lograba despegar de la figura del cada vez más anciano General y ex dictador, Augusto Pinochet. En cada debate parecía anclada en ese pasado y que la Concertación por muchos años más ganaría cuanta elección general hubiera.
Ni el brutal asesinato en 1991 del Senador Jaime Guzmán de la UDI por militantes izquierdistas, ni la existencia de jóvenes como Andres Allamand, Alberto Espina, Sebastián Piñera, entre otros, parecían poder romper esa hegemonía electoral de la Concertación.
Pero nada es eterno. El pasado domingo 12 de diciembre solo 33.000 (un 0,36%) votos separaron a Ricardo Lagos –socialista- de Joaquín Lavín centro derechista-. Ahora ambos candidatos tendrán ahora un mes de duro trabajo y campaña por el ballotage.
Lo importante de las elecciones chilenas ha sido que Pinochet ya no es la cuestión del voto. Los chilenos se sacudieron la historia, discutieron la gestión del gobierno y el futuro. Ha sido un gran paso adelante.
Esta polarización hace algunos años, no muchos, en Chile hubiera sido alarmante. Ahora hay un electorado que ya no vota pensando en Allende, ni en Pinochet. Algunos dicen que es un 20% (no importa porque son los mismos que unos días antes anunciaron el triunfo de Lagos por más de un 6% de diferencia de votos), cuantos sean son suficientes para moderar a los dirigentes de ambos sectores y eso es lo que permite a los chilenos poner la historia donde debe estar, en la historia.