N ° 48
Buenos Aires, diciembre 17 de 1999.-
El impuestazo del nuevo gobierno demuestra una vez más la irracionalidad de los políticos y que en este mundo a los economistas jamás se los demanda, como a los médicos, por mala praxis. Debe ser porque pocos abogados, y aun menos jueces, saben de economía. Pero en cuanto aprendan los juicios serán más numerosos y jugosos que los practicados contra los médicos.
Para empezar quisiera citar a Ayn Rand refiriéndose a los hombres racionales. “Lo contradictorio es imposible, que una contradicción no puede lograrse en el contexto de la realidad, y que el intento de lograrla solo puede llevar al desastre y a la destrucción. En consecuencia no se permite a sí mismo sostener valores contradictorios”.
Al inaugurar su mandato ante la Asamblea Legislativa Fernando de la Rua afirmo que “este presidente no quiere más impuestos”. Con lo cual queda en claro que o José Luis Macanea se aburrió durante el discurso y se durmió, o al igual que los demás miembros de la Alianza creen que gobernar es discursear.
Seguramente nuestro Presidente Fernando de la Rua ignora las palabras de Ayn Rand, porque sino necesita un psicólogo urgente. Mientras se llenan la boca hablando de la productividad, la competitividad de las empresas, de crear más empleos, de medidas para reactivar la economía, etc. se mandan un impuestazo que es una contradicción absoluta con tales deseos.
O estamos ante un grupo de economistas y políticos, que como bien señalo en diversos medios el Rector del CEMA, Dr. Carlos Rodríguez, no aprendieron nada en estos diez años, o nos están embarcando en un camarote de tercera clase y del Titanic.
Ni los impuestos propuestos gravan a los que más tienen como les gusta decir a los socialistas que nutren de ideas al radicalismo y al Frepaso, ni significan algo distinto que una reducción generalizada de los salarios.
Los tabacaleros señalaron con acierto que el aumento en su sector aumentará el contrabando desde el Paraguay, donde los cigarrillos pagan solo un 18% en impuestos contra el 87% que resultará aquí si aprueban el impuestazo. Con dos efectos negativos, la menor recaudación impositiva y la corrupción en las fronteras.
Los fabricantes de bebidas gaseosas trasladarán todo el impuesto al precio, estimando que significará un aumento de 10 centavos por litro y una caída del consumo del 4 al 4,5% del mercado. Es decir menor recaudación.
El titular de la asociación que nuclea los concesionarios de venta de automotores fue más duro aun. Guillermo Dietrich dijo y explico González Oro de Radio 10 que las fábricas de automóviles “se van a ir a enfrente, van a levantar sus máquinas y se van a ir, aquí se perderán empleos y si este año se vendieron 400 mil autos, el que viene, el 2000 las ventas caerán a no más de 250 mil”. Menor recaudación, más desempleo, y “más gasto social” para atender a los nuevos desempleados, darles salud, etc.
No quiero deprimir a nadie, no quiero exagerar, pero cada sector y todos van señalando esos efectos. Los radicales y frepasistas siguen adelante sin escuchar, así actuaron entre 1983 y 1989, y así nos fue. No se puede construir el equilibrio fiscal con los cadáveres de los contribuyentes y las quiebra de las empresas.
El período de mayor expansión económica de los EEUU antes de estas décadas iniciadas en 1980 bajo el liderazgo político de Ronald Reagan y las ideas que entre otros, desarrollo la escritora Ayn Rand, sucedió hasta antes de la Primera Guerra Mundial. Hasta su entrada a ese conflicto mundial los EEUU no tenían ni impuesto a las herencias, ni impuesto a las ganancias.
Fue bajo ese régimen cuando se cimento el poderío industrial y económico de las empresas de los EEUU. Régimen que desde entonces y hasta el gobierno de Reagan vivió retrocediendo. Cada vez tuvo más estado y menos sociedad, más política social y menos mercado libre, cada vez más despojo y menos propiedad privada.
Mientras tanto aquí quiere solucionarse el déficit fiscal con esos impuestos, y otros más.
No menor es la pretensión de la Alianza, e inclusive el propio Presidente de la Rua, que hablaron ‘exigiendo’ que se apruebe este impuestazo en forma rápida. Verdadero robo a la sociedad, y en especial a los asalariados. A Carlos Menem, tanto con Domingo Cavallo, como con Roque Fernández le bloquearon cada reforma impositiva por años. Ninguna fue impuesta, ni se intento aprobar con tan poco estudio como esta desde que se aprobó aquella que tenía desagios, ahorro forzoso, etc.
Los socialistas creen que tienen el derecho divino de robar a la sociedad bajo el mito que robar para otros es bueno, que “quitarle a los ricos para darle a los pobres” es ético. Robar, quitar, aun bajo la formalidad de una norma legal, es un acto de corrupción.
Los ricos están pasando sus bienes a sociedades off shore, ellos pueden defenderse con mayor facilidad. Mientras las clases media y baja directamente no pagarán, porque sino perderán lo poco que tienen. Estos impuestos a la riqueza, a las herencias, son solo una fuente de trabajo para abogados, contadores, y bancos, de aquí y del exterior.
Los políticos siguen robando a los ciudadanos con impuestos para financiar sus caprichos culturales, los autos con chofer, los alumnos crónicos de Shuberoff y Franja Morada, etc. A lo lejos está sonando el trueno de una tormenta, es el pueblo que pronto se rebelará y dejará de pagar impuestos, porque descubrirá que lo inmoral no es la evasión sino pagarlos o que pretendan cobrarlos.
Para mayor gravedad muchos diputados comenzaron a reconocer lo que algunos pocos se animaban a denunciar. Que el grupo Clarín con su inmenso poder presiona para lograr sistemas impositivos que favorecen a sus distintos negocios y perjudican a sus competidores.
Los relatos y análisis publicados esta semana sobre las actividades de Clarín ante legisladores y ministros es una descripción de accionar mafioso. Algo que Cavallo se animo a decir de Alfredo Yabran pero nadie se le ocurre siquiera denunciar de los responsables de estas presiones de Clarín.
Frente a esta actitud de casi la mayoría de los políticos de nuestro país queda claro que además de poco preparados son unos “maricones”, que no tienen lo que deben tener para gobernar, para vivir. Se animan a ponerle impuesto al agua mineral que necesitan los más pobres que no tienen servicios de agua potable, pero a Clarín lo llenan de beneficios económicos y tributarios.
No se les ocurre siquiera iniciar una investigación en la famosa comisión antimafias que crearon bajo la presión del propio Clarín. Como dijo Juan Perón, si se quiere que algo no salga hay que crear una comisión. La mencionada Comisión Antimafias del Congreso no sirve ni para estudiar como enfrentar a quienes presionan a los propios legisladores, pero sí nos distrae de los verdaderos delincuentes.
La verdad es que no tienen valor, ni tienen dignidad. Si no se animan por favor renuncien. No vale la pena vivir de esa forma, no van a ocupar un lugar junto a San Martín, Mariano Moreno, Manuel Belgrano, Juan Bautista Alberdi, o Domingo Sarmiento.
Van a estar en un papel distinto, enrollado. Y más tarde, o más temprano, sus votantes, nosotros vamos a usar ese papel para darles un destino adecuado.
Ni impuestos, ni amedrentamientos de mafias, nadie los obligo a ser diputados o senadores, ni ministros, ni presidentes. Fueron elegidos para cuidar que la igualdad fuera la base de los impuestos y para “cuidar los derechos individuales, entre los cuales están la libertad y el derecho de propiedad”