N ° 47
Buenos Aires, diciembre 10 de 1999.-
El laborismo británico quiere “terminar” con la discriminación de los famosos “clubs” ingleses que solo admiten hombres. La admisión de las mujeres en tales clubs es una forma de vulnerarlos ya que los consideran el ala más tradicional del partido conservador británico, el lugar donde sus dirigentes se reúnen para trazar su acción, debatir ideas.
Utilizan la “discriminación” como ariete de un objetivo político partidario, lo cual es una verdadera inmoralidad. También es inmoral que un gobierno, o el estado pretendan inmiscuirse en las organizaciones privadas imponiéndoles quienes pueden ser sus miembros. No se trata de organizaciones genocidas, o promotoras de ideas totalitarias, racistas, sino simplemente de asociaciones donde existe un consenso común entre sus miembros sobre que quieren para ella.
Existe el derecho de formar y mantener un club con reglas de admisión sin que el estado intervenga. Para hombres, o para mujeres el derecho existe por igual, no existe ninguna razón de “estado” para que el estado obligue a los clubs a abrirse a quienes sus miembros no quieren. ¿Cuál es el derecho, la potestad que tiene el estado para hacerlo? Ninguno, salvo el autoritarismo natural del socialismo que en nombre de la discriminación, del medio ambiente, etc. busca hoy destruir la libertad. Los mismos métodos, distintas excusas para enmascararse, pero siempre el mismo objetivo, meterse en la vida privada de las personas y restringir sus libertades.
El proyecto laborista pretende montarse en una máscara de progresismo, pero atenta contra la libertad de asociación. Pretende imponerle a muchos clubs miembros que no quieren. Con ello ataca la libertad de asociación, viola el derecho de propiedad, etc. Todo sin ninguna razón que haga a las funciones del estado.
Cada uno de nosotros cuando es socio de un club decide porque quiere serlo. A veces trabajamos en aquellas cuestiones que queremos cambiar, pero lo hacemos desde adentro y porque somos socios. Pero el estado no tiene derecho alguno a decir como debe organizarse ni un club, ni un kiosco, o una empresa, ni un sindicato.
El proyecto laborista sobre la admisión de mujeres en clubs exclusivos para hombres es un avance contra la libertad y la demostración que los socialistas no se dan por vencidos. Nicholas Soames, ex ministro conservador, ridiculizo la medida señalando que entonces obligarán a las asociaciones feministas a aceptar hombres. Para más tarde ponerse serio y declarar que “vivir en Inglaterra bajo el Nuevo Laborismo cada día se parece más a vivir en la Rusia Soviética”
Tal vez parezca una exageración, pero así comienzan los recortes de nuestras libertades. El socialismo usa distintas ropas para avanzar en pos del mismo corrupto objetivo, aumentar el poder de las burocracias estatales entrometiéndose en la vida ciudadana.