N ° 47
Buenos Aires, diciembre 10 de 1999.-
Un rosario de buenas intenciones pero contrarios con los principios enunciados lleno el discurso ante el Congreso del nuevo Presidente Fernando de la Rua. Todo el progreso que desea, la generación de nuevos empleos, mejora de la educación resultan imposibles, etc. cuando se pretende “una sociedad igualitaria” (sic), se enuncia que “debe prevalecer la solidaridad sobre el interés personal”.
Todavía no entienden los socialistas que no pueden pretender los beneficios del progreso de la economía de mercado si al mismo tiempo anuncian que han de confiscar los frutos del esfuerzo personal. La frase de elogio a la “economía social de mercado” no alcanza a disimular un discurso plagado de conceptos socialistas y atados a un pasado de fracasos.
“Este Presidente no quiere más impuestos”, dijo textualmente de la Rua, pero inmediatamente expresó sus excusas para aumentarlos. Porque parece que no aprenden nuestros políticos que lo que pesa sobre el pueblo no es el “déficit fiscal” sino el tamaño del gasto público. Que lo dañino para el desarrollo de una economía no es que el estado gaste mal su dinero, o en forma corrupta, sino que cada peso que toma del sector privado no será asignado eficientemente, se le quita al desarrollo.
Como decían en el colegio tienen problemas de conducta. Dicen una cosa pero hacen otra. Quieren objetivos muy lindos en las palabras pero los principios que guían sus acciones son opuestos a ellos. Aun no comprenden las virtudes del interés personal, del egoísmo como motores del progreso.