N ° 37
Buenos Aires, octubre 01 de 1999.-
Nadie ignora cuanto se necesita establecer una red de radares para controlar la navegación aérea. Como toda gran licitación existen numerosos conflictos de intereses, muchas veces legítimos, pero muchas veces no. Con tantos problemas presupuestarios la manoseada contratación sufrió diversos cambios que fueron aprovechados por una compañía para impugnar judicialmente. La Alianza también se ha montado en intentar detener la contratación de las compañías estadounidense e italiana.
Algunas cuestiones merecen analizarse con un poco de atención a los intereses del pueblo argentino, de los contribuyentes. No por un patrioterismo idiota, sino porque las naciones tienen intereses permanentes. Decidir si los radares los compramos a compañías de países integrados en la Otan, o un país que se pretende independiente de ella, Francia.
Los intereses argentinos deberían estar en la opción elegida por el gobierno de comprar los radares a países miembros de la Otan. Entre otras cosas porque son más que Francia y porque ello aseguraría mayor acceso a repuestos.
Francia alega que como ellos están fuera de la Otan pueden vender su tecnología de útlima generación, cosa que jamás hacen los países de la Otan. Callan los franceses acerca de cuanto más avanzada es la tecnología de la Otan. Que tampoco estamos por combatir otra vez contra Gran Bretaña o Chile. La radarización solo busca evitar los vuelos de narcotraficantes y mejorar la seguridad de los demás aviones que surcan nuestros cielos.
La jueza Susana Córdoba ordeno al gobierno que se abstenga de firmar el contrato con Hughes y Alenia por pedido de Thomson, propiedad del Estado francés. Entre los insólitos fundamentos la magistrada expresa que las autoridades públicas (¿habrá otras para ella?) no han rebatido las “informaciones periodísticas” (sic).
Otro fundamento que hará historia expresa: “Es cierto que el reclamo de la Thomson podrá tener un mayor o menor grado de precisión. Pero no es menos cierto que tiene la entidad suficiente como para que el gobierno francés a través de su representante diplomático haya demostrado preocupación por el desenvolvimiento del procedimiento”. La jueza debería saber que siendo Thomson una empresa propiedad del Estado Francés, el interés demostrado por el embajador debería dar lugar a echarlo a patadas de nuestro país, porque es un interés ajeno a la diplomacia. Los embajadores no deberían estar para apretar a nuestro gobierno porque el suyo quiera vendernos algo.
¿Sabrá esta jueza que es Francia el país que más hace en perjuicio de las exportaciones de alimentos argentinos a Europa? Que hace no menos de tres semanas se dió el lujo su ministro de Agricultura de anunciar aquí que no iban a permitir que se eliminaran o redujeran los subsidios al agro europeo, y que los argentinos debíamos dejar de insistir en esos reclamos ¿Le preocupará a esta jueza que estar favoreciendo a un Estado extranjero que se la pasa perjudicando a los ciudadanos, empresarios, contribuyentes de nuestro país?
La magistrada, como muchos jueces, gustan de las recepciones oficiales. Seguramente debió estar el 14 de julio en el cocktail ofrecido por el Embajador Francés. Ello no le parece mal, ni que afecte su juicio. Ni que su sentencia favorezca los intereses de una empresa que le manda un empleado disfrazado de Embajador.
Es de esperar que en lugar de hacer política con los radares, se investigue si la jueza asistió a los ágapes de los franceses, si sabe quien paga los impuestos con los cuales se paga su sueldo y porque intenta favorecer a un enemigo comercial de la Argentina.
Ante tanto descaro de los franceses debería establecerse en forma expresa que las empresas propiedad de estados extranjeros que establecen barreras a los productos argentinos no pueden participar, ni vender de forma alguna bienes al Estado Argentino. Sería bueno hacerles saber que si ellos no quieren nuestros granos, carnes y demás alimentos nosotros no queremos ni sus radares, ni ningún otro de sus productos.
Y si el ejemplo se conoce en el mundo, pronto muchos van a imitarnos. Entonces van a tener que respetarnos. Comenzarán a levantar sus subsidios y barreras comerciales.
Parecerá una actitud demencial, aislada, que no hará efecto alguno. Pero es bueno recordar que hace 50 años Mao Tse Tung inicio la llamada larga marcha. Muchos creyeron que no llegaría a ningún lado. Estaban pensando en el kilómetro 10.000, Mao entretanto estaba dando el primer paso. Sería bueno aprovechar la ocasión y dar nuestro primer paso explicandolo con claridad. No en Crónica TV, sino en la CNN. Que el mundo sepa que Argentina hace mucho que dejo de ser colonia europea.