N ° 36
Buenos Aires, septiembre 24 de 1999.-
Reiteradamente los ‘empresarios’ zapateros y papeleros han obtenido prebendas del estado argentino. Desde 1992 hasta hoy la defensa de esos señores ha costado “miles de millones” de dólares a todos los argentinos. Me pregunto que tendrán estos señores para que Domingo Cavallo lo haya protegido tanto, y Roque Fernández haya continuado la senda.
En 1993 almorzaba con dos funcionarios ‘mediterráneos’ del Ministerio de Economía y cuestioné la actitud del entonces superministro Domingo Cavallo que había establecido una protección especial contra la importación de ciertos tipos de papel y cartón corrugado.
Existía solo un beneficiario de ella, Massuh S.A., fuerte contribuyente de la Fundación Mediterránea. Adicionalmente el Banco de la Nación presidido por Aldo Dadone y el Ministerio mismo estaban presionando a distintos acreedores para facilitar la renegociación de la deuda de Massuh S.A. a efectos de evitar su quiebra. Entre otros el Banco Extrader intentó defender sus créditos. Actitud que más tarde le valió que le fuera negado un auxilio mucho menor al que recibieron decenas de bancos luego del Tequila, con tantos problemas (y muchas veces mayores) como aquel.
En aquel almuerzo el argumento de los ‘mediterráneos’ suponía que Domingo Cavallo contaba con mejor información que todos los demás mortales, por ejemplo los consumidores que compraban papeles y cartones más baratos. Como ese argumento para el proteccionismo no tenía mucho rigor científico, me aplicaron un argumento que bien vale una lápida, “los mediterráneos partimos del principio dogmático que el Mingo jamás se equivoca”.
En el caso de los zapatos Cavallo a finales de 1993 estableció una pequeña protección con derechos específicos del “200%”. Reemplazados en 1997 por otros mecanismos para evitar sanciones de la Organización Mundial del Comercio.
Hace algunos meses se publico un estudio según el cual entre 1996 y 1998, los ‘empresarios’ fabricantes de zapatos habían recibido una protección equivalente a más de U$ 1780 millones, en forma de precios más elevados. Estos ‘empresarios’ convencieron a sus obreros que la importación de calzados desde Brasil estaba destruyendo sus empleos y que ello se debía a la devaluación. Así armaron manifestaciones obreras y algo más que desconozco debieron hacer, pero se puede sospechar que. Resultado de lo cual se creo un mecanismo de identificación de origen para trabar las importaciones de zapatos brasileños.
Sin embargo sobre cifras oficiales del Indec resulta claro que desde 1992 cuando comenzó a protegerse el sector fabricante de zapatos los precios han permanecido más altos a los consumidores que el promedio de las manufacturas argentinas (más del 20%*), que la importación de zapatos resulto menor al promedio de otras manufacturas dentro del total de las importaciones (30% menos*) y que la mano de obra empleada del sector disminuyo en alrededor de un 15% más que el promedio nacional.
En otras palabras los resultados del proteccionismo demuestran que no protegen al empleo, ni los ‘empresarios’ se tecnifican, ni los precios bajan. Si además la existencia de precios altos se refleja en menos ventas, el sector del comercio también ha perdido empleos.
Para mayor gravedad las exportaciones de zapatos desde Brasil hacia nuestro país son menores al total anterior al inicio de la protección extra Mercosur. Representan menos del 15% de las ventas totales en Argentina, y solo el 4% de las exportaciones brasileñas. En otras palabras nada que justifique las medidas proteccionistas tomadas, salvo el negocito de fabricantes, sindicalistas y quienes han dado la protección.
Como corolario de las injustificables prebendas otorgadas el Brasil respondió con sanciones no arancelarias, pero sanciones al fin a la importación de los principales 400 productos que exportan empresas Argentinas a ese país. ¿Quién va a responder por los daños que ha generado la protección a algunos fabricantes de papeles, cartones y zapatos? Cientos, sino miles, de millones de dólares de exportaciones argentinas, de salarios e impuestos que no se producirán. Todo se pierde
Los fabricantes de zapatos, papeles y cartones (entre otros) son ricos, pero de empresarios no tienen mucho. No hay que confundir ricos con empresarios, estos labran su riqueza creándola mediante la producción de bienes y/o la prestación de servicios que los consumidores comprarán en forma voluntaria. Para ello deben ofrecer su producto de buena calidad a buen precio, quien regula eso es la libre competencia, el mercado. Cuando los funcionarios se meten solo es para transferir riquezas a costa de los consumidores.