N ° 34
Buenos Aires, septiembre 10 de 1999.-
Cuando La Nación publicó el reportaje al Dr. Lufrano, nuevo y fugaz Secretario de Seguridad bonaerense, se desató un debate acerca de si el defensor de un delincuente como el conocido “gordo Valor” podía ser funcionario.
Muchos de los periodistas y políticos que se alarmaron y la emprendieron contra tal posibilidad son muchos de quienes calificaron también a Alfredo Yabran y sus empresas de mafia. Extraña paradoja la de que un candidato presidencial, el que más cerca está de triunfar, fuera abogado de una de sus empresas y eso no los alarma.
Que existan candidatos como el Diputado Socialista Alfredo Bravo, que encabeza la lista de la Alianza en Capital Federal, que fueron defensores de terroristas, tampoco los alarma. ¿Será que un asaltante de camiones blindados es más peligroso que los terroristas?
Igualmente existen otros ex defensores de terroristas que han ocupado, y ocupan cargos públicos y a nadie preocupa, como el caso del propio Dr. Alfonsín. Y aún más existen ex terroristas que son funcionarios, legisladores, o candidatos a tales (como el gobernador provisional de Corrientes del PJ, etc.). En todos los partidos hay casos, no se salva ninguno, ni el de Cavallo.
La pregunta es porque defender una banda de asaltantes es peor que defender a quienes mataban como entrenamiento, o por pertenencia de clase, o por ser familiar de ......., porque eso eran los terroristas, no otra cosa.
La verdad es que ambas situaciones son básicamente malas, porque si es cierto que un abogado de una mafia siempre será miembro de ella, o lo matan, las bandas de asaltantes como la del “gordo Valor” no son mafias. Quienes defendieron terroristas también defendieron una banda de delincuentes.
La desigualdad está en como tratamos uno y otros casos. A Lufrano lo incineraron y a los otros los tapan y aceptan.
En los medios de comunicación existe una parcialidad y liviandad alarmante. Estaba mal designar a Lufrano, la situación requiere otro perfil de persona para el cargo. Pero tampoco está bien enzañarce con Lufrano cuando se calla sobre los demás.