N ° 33
Buenos Aires, septiembre 03 de 1999.-
La globalización está creando un nuevo conflicto de intereses en las distintas compañías de auditoría y consultoría. El crecimiento de estas compañías, en especial las Big Five, es desmesurado, hoy son megacorporaciones y es usual ver como auspician los deportes más caros (golf, fórmula 1, etc.).
Los costos de auditoría y consultoría son altísimos y muchos nos preguntamos si se justifican cuando vemos un auto de Fórmula 1, un torneo profesional de golf auspiciado por alguna de esas compañías.
Uno de los mayores negocios que han logrado desarrollar estas compañías es el de las recomendaciones de los organismos multilaterales como el FMI, Banco Mundial, BID, etc. Estos organismos otorgan líneas de crédito sujetas a la consultoría y auditoría de alguna compañía de una “lista corta” que ellos sugieren. Que estas compañías deban pagar escandalosas y billonarias multas por sus negligencias no ha sido suficiente para cambiar las listas cortas sugeridas.
El costo de esos servicios lo pagan los deudores. Muchas veces se hace el trabajo de consultoría y luego no la obra, o la consultoría es más cara que la obra, servicio a contratar.
Es un verdadero “curro” que sirve para que los funcionarios de los organismos multilaterales se aseguren un trabajo al retirarse de ellos. También para asegurar que la contratación sea transparentemente direccionada al proveedor seleccionado. El caso más claro en nuestro país fue el trabajo de Deloitte & Touch, cuando cobro U$ 8 millones para dibujar el pliego que permitió al Banco Nación comprar en forma transparente a IBM el proyecto “Centenario”. Los profesionales de Deloitte escribieron el pliego de la licitación en el edificio de IBM como muestra de la impunidad que gozan estas compañías conocidas como Big Five, o sus directivos cuando se meten en un currito.
La globalización y las megafusiones en ese marco han generado que las Big Five quieran ofrecer todos los servicios y soluciones a sus clientes.
Estas compañías nacieron prestando servicios de auditoría independiente y luego sumaron la consultoría. Hace una década eran ocho, hoy por fusiones son solo las Big Five. No contentas con crecer en consultorías sobre planes estratégicos, sistemas de información y administración de ellos, etc. ahora han comenzado a intentar ofrecer también servicios legales.
Este objetivo socava los principios éticos de dos profesiones que trabajan con un objetivo claramente opuesto. Se trata de los contadores públicos y los abogados. Cuando los contadores auditan deben exponer las intimidades del cliente. La SEC (comisión de valores de EEUU) ha establecido con claridad que el auditor está obligado a exponer y descubrir los secretos e información contable, financiera de sus clientes a los inversores y mercados como objeto de su servicio primordial.
En el otro lado los abogados justamente tienen la obligación contraria, la de proteger los secretos de sus clientes. Tanto que en EEUU si un abogado difunde secretos de clientes es un grave delito por el cual además de ir preso, pierde la posibilidad de ejercer su profesión de por vida. Es aquello que en las películas llaman el “privilegio del abogado”.
Es obvio además que un abogado deba guardar secreto de las cuestiones de su cliente, aun ante un juez, de otra forma perderíamos el derecho de defensa en juicio. *
Algunos podrían suponer que si fueran divisiones independientes se puede evitar el conflicto de intereses. Pero los márgenes de ganancias de la consultoría ejecutiva y servicios legales son mucho mayores que los de la ‘auditoría independiente’. La conclusión lógica es que quien dirige una compañía de estas tiene la responsabilidad de obtener ganancias por lo tanto subordinará la división auditoría (la menos rentable) a las más rentables.
La diversificación y acaparamiento de servicios en competencia (consultoría, auditoría) por las Big Five ya ha traído como consecuencia el deterioro de la calidad de los balances y la información que ellos exponen. Así se evidenció cuando quebró el sistema de Savings and Loans en EE.UU donde habrían certificado balances falsos por muchos años.
El grave problema es que de permitir asociar las profesiones de auditores y abogados, después cuando los problemas por los conflictos de intereses exploten vendrán malas regulaciones. La solución se debe tomar ya prohibiendo esta asociación. Además un sistema capitalista necesita de la independencia de esas profesiones para que los inversores y mercados de capitales (fondos de pensión en especial) no se vean defraudados.
Las Big Five tienen un lógico y natural afán de lucro. Han generado un nombre “insospechable”. Un activo de gran valor y cuidarlo es su responsabilidad. Cuando se las conoce realmente la opinión sobre la calidad de sus servicios resulta muy pobre, pero todavía existe el mito de su profesionalidad. Los mercados de capitales y banqueros de inversión necesitan auditores independientes y bien calificados. Las Big Five se están convirtiendo en compañías inmanejables con serios conflictos de intereses. Evitar la asociación entre auditores independientes y abogados tiene mucha importancia para evitarnos la reiteración de un daño a todo el sistema capitalista.
*(Algo que debieron haber recordado muchos Diputados y el ex Juez Federal Oyharbide cuando el abogado Cuneo Libarona fue acusado por extorsión al juez Galeano y le interceptaron comunicaciones, documentos, etc. Por cierto que el sobreseimiento de Cuneo Libarona debería haber sido la causa del inicio de un juicio político al Juez Galeano, porque sino existió extorsión, el delito mostrado en el vídeo lo estaba cometiendo Galeano.)