N ° 32
Buenos Aires, agosto 27 de 1999.-
En 1997 el Estado argentino gravo con un impuesto adicional del 10% a los vehículos gasoleros. La justificación era que el gas oil pagaba menos impuestos. Por eso cuando se compra un automóvil gasolero se lo paga más caro. Aún cuando consuma un combustible menos contaminante.
El gobierno intenta eximir al “campo” (también al transporte) del impuesto al gas oil y ponérselo a los demás usuarios de vehículos gasoleros. Mucho se he dicho la cuestión en cuanto a que la propuesta traerá aparejado un “mercado negro” de gas oil, fraudes, etc.
Así comenzó la polémica por el cambio del impuesto de 12 centavos al gas oil por la presión del “campo”. Cabe aclarar que este impuesto para el “campo” o las empresas agropecuarias, etc. es un crédito fiscal contra su impuesto a las ganancias. En otras palabras pueden descontar todos los impuestos del gas oil que compran de su impuesto a las ganancias.
Los dirigentes del “campo” alertados por el fenómeno del inconstitucional Fondo de Incentivo Docente temen quedar enfrentados con otros sectores y por lo tanto buscan alguna modificación del proyecto para evitarlo.
La solución pretendida por el “campo” es que para ellos el impuesto al gas oil pueda ser aplicado a cancelar cualquier otro impuesto. ¡Bonito privilegio pretenden!
Debo aclarar que soy productor agropecuario o del campo pero así como cuando tenga ganancias serán mías, mis pérdidas también deben ser mías. En las actividades económicas o comerciales solo hay dos alternativas, la ganancia o la pérdida, el éxito o la quiebra.
Pero el caso del gas oil demuestra una vez más que cuando el estado avanza, crece, después hacerlo retroceder es muy difícil. Los que compraron autos gasoleros los pagaron más caros por un impuesto especial, ahora para beneficiar a otros que gritan más fuerte, tienen el riesgo de tener que pagar más caro el gas oil por mayores impuestos.
A ello se suma que cuando se sanciono la última reforma tributaria se aumentaron ciertos tributos porque se iban a reducir los aportes patronales. Menos de un año después el Estado ya está cobrando esos tributos pero todos quieren postergar la reducción de los aportes patronales.
La sacrosanta excusa para todo ello es que debe evitarse el déficit fiscal, que tenerlo aumenta el riesgo país, que el FMI, y bla, bla, bla...... Esta cantinela tiene algo de cierto, pero tiene a mi juicio un grave error. El equilibrio fiscal hoy a costa de la vida de las empresas e individuos es aceptar al Leviatán. Es aceptar un estado totalitario que es un fin en sí mismo.
Desde el punto de vista práctico si por recaudar impuestos hoy quiebran empresas, se genera mayor recesión, etc., entonces mañana habrá déficit fiscal sí o sí. Sin olvidar que los funcionarios del FMI y del Banco Mundial, que tanto quieren enseñarnos a los países emergentes, son los mismos que le prestaron U$ 15.000 millones a Rusia para resolver sus problemas fiscales. Lástima que con la habitual eficiencia de todo organismo público, estatal o multilateral ese dinero se fue a la mafia rusa. Ahora el pueblo ruso le debe esa cifra al FMI y al Banco Mundial, que se la prestaron por un canal que la desvió a la mafia.
Ni siquiera fueron los funcionarios del FMI o del Banco Mundial quienes descubrieron que esa montaña de dinero se fue a la mafia rusa ya que se ha descubierto por una investigación del FBI.
En este tema de impuestos y el déficit fiscal el Estado siempre avanza a costa de la vida y riqueza privada, santificado por las “expertas” recetas del FMI. Es como que se va quitando el aire del mañana. El problema es que antes nos deja en la tumba a los ciudadanos y a las empresas privadas.
La conclusión casi obvia es que cada vez que el estado avanza sobre los ciudadanos, o sobre el patrimonio de ellos (que es lo mismo) después hacerlo retroceder es muy difícil.