N ° 28
Buenos Aires, julio 30 de 1999.-
Hace una semana el llamado sector agropecuario realizo tal vez la más importante de los diez años del gobierno de Carlos Menem. La protesta tiene algún fundamento porque el impuesto a la renta presunta y el que grava los intereses son un grave error tributario. Como todos saben creo que la presión tributaria elevada es una invitación a la evasión o a la rebelión.
Muchos empresarios agropecuarios han sido, y lo son todavía evasores. Razones pueden no faltarles, pero frente a tal situación la reforma tributaria de 1998 fue catastrófica. Como el agro evade el impuesto a las ganancias se sanciono el impuesto a la renta presunta. Este grava el capital (ya alcanzado por impuesto a los bienes personales, inmobiliario, municipales, y en vehículos por el impuesto Decibe), en un año donde hay pérdidas el impuesto se convirtió claramente en lo que es: una confiscación.
Sumado a lo anterior el impuesto sobre los intereses por deudas que tuvo por fundamento gravar autopréstamos de dinero negro en el exterior se transformó en un golpe de gracia para productores. Si un productor del campo debe pagar una ganancia presunta cuando tiene pérdidas, y por ellas se endeuda y resulta que el crédito es más caro porque existe otro impuesto, la conclusión lógica es la rebelión.
Pero sin embargo la protesta creció porque el gobierno cedió antes frente a otros sectores que protestaron fuerte en la Capital Federal. Entonces los dirigentes del empresariado agropecuario decidieron imitar a esos sectores.
Sin embargo es justo destacar que el campo se equivoca en parte de sus protestas. Nada puede hacer el gobierno frente a la caída de precios de los productos agropecuarios y los subsidios de la OCDE. También se ha beneficiado fuertemente durante la administración Menem con otras medidas que ahora olvidan.
Con Carlos Menem se eliminaron las retenciones a las exportaciones, la tasa de estadística a las exportaciones, el impuesto del 11% sobre los fletes (implicaba el 1% del valor de exportación), se desregularon las actividades de transporte terrestres y navieras, portuarias, se privatizaron puertos, silos y elevadores, cargas de ferrocarriles. La apertura comercial redujo precios de insumos y bienes de capital, permitió acceder a productos de mayor tecnología. Las privatizaciones de comunicaciones permitieron acceder a la telefonía, a la televisión por UHF y satelital.
Podríamos decir que tales logros tanto en reducción de costos (mejora de competitividad) y mejor calidad de vida se ven opacados hoy por un sistema legal cuyo exagerado costo (impuestos, regulaciones y régimen laboral) lleva a la evasión y rebelión fiscal.
Analizar las conductas de los empresarios del campo en cualquier lugar del mundo nos lleva a la conclusión que bajo similares excusas sus conductas y reclamos son similares en cualquier país. Quieren que el libre mercado se aplique a todos y para ellos subsidios y otros beneficios de la “planificación burocrática y centralizada”.
El resultado es disímil. Un estudio de Luis Bameule demuestra que en 1998 los subsidios a productores agropecuarios han sido:
· En EE.UU: U$ 97.311 millones.
· En CEE: U$ 130.992 millones.
· En OCDE: U$ 362.373 millones.
Los sistemas de subsidios son distintos. EE.UU transfiere fondos de impuestos cobrados a sus ciudadanos, la CEE aplica barreras arancelarias y sanitarias y hace que los consumidores paguen los alimentos un 50% más caros. En otras palabras nada que resulte fácil de remediar para cualquier gobierno argentino, ni con protestas a ellos.
Por lo tanto y sin perjuicio que Argentina debe simplificar su sistema tributario, reducirla la presión tributaria y seguir avanzando en la reforma de todo factor interno que perjudique nuestra competitividad, lo más importante para nuestros productores es cambiar el punto de presión.
Los sectores agropecuarios deberían organizar una fuerte y agresiva manifestación frente a la Embajada de Francia, que lidera el grupo pro subsidios de la CEE. Que la CNN muestre por todo el mundo a los campesinos argentinos enfurecidos ante la Embajada de Francia podría ayudar a poner presión sobre el gobierno francés, y sobre la CEE. Las demás embajadas de países atados a la política de subsidios deberían recibir alguna manifestación. Además los dirigentes del campo deberían promover un boicot absteniéndose de comprar productos provenientes de países de la CEE y OCDE que aplican tales subsidios. O de comprar en cadenas comerciales de tales orígenes, deberían hacer esta situación explícita para buscar la adhesión de otros ciudadanos argentinos y brasileños. Tal vez así podríamos comenzar a obtener resultados en la lucha contra tales subsidios.
Por eso si quieren resultados reales y permanentes al problema más grave que los afecta que son los subsidios en los países de la OCDE las protestas deben hacerse en otro lugar y de otra forma. Por mucho que cambie aquí el desarrollo vendrá de derrotar la mentalidad socialista de los burócratas de los EE.UU, la CEE y la OCDE frente sus sectores agropecuarios.
Finalmente lograron algo del gobierno, que como mucho no puede dar, tampoco los contenta. Como además lo que les da es de otros, pronto habrá otro sector haciendo reclamos. La cadena de reclamos por subsidios al estado continua sin que cada uno advierta que con cada “exitoso” reclamo, no habrá más riqueza sino menor inversión. Ergo seremos más pobres.