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N ° 26

Buenos Aires, julio 16 de 1999.-

REPASANDO CAMPAÑAS

      Las campañas electorales están entrando en su apogeo y muestran algunas contradicciones. Las declaraciones acerca de la deuda pública nos ocuparon hace dos números, pero mientras De la Rua se rectificó y omitió empantanarse en el tema, Duhalde aparece casi a diario complicado en el tema.

      Duhalde toca el tema de la deuda pública bajo el sempiterno sesgo izquierdista y nacionalista de “no pagar la deuda externa”. Como esta frase fue muy dura cambió por reprogramar y obtener una espera. Realmente se metió en un pantano en forma innecesaria y trajo problemas de todo tipo a la economía. Para peor la provincia de Buenos Aires es una pagadora bastante puntual de su deuda pública y durante la gestión de Remes Lenicov como Ministro de Hacienda en ella los pagos a proveedores eran también puntuales.

      Cavallo por su parte comenzó a predicar la necesidad de rebajar impuestos. A mí juicio esta solución es más importante aún hoy que la flexibilidad laboral, porque significaría un salariazo y una mejora de la competitividad para las empresas, es decir una revolución productiva. Además es el momento, como lo fue el Tequila, porque es cuando hay recesión cuando una reducción de impuestos genera una reducción de precios y no un incremento de ganancias. La pregunta para Cavallo es ¿y porqué no lo hizo cuando era superministro y estabamos en el Tequila? Porque cuando Cavallo llego al Ministerio de Economía el IVA estaba en 15,6% y nos lo dejo en el 21%, es decir que como ministro Cavallo subió el IVA un 34,62%.

      Para nosotros la pregunta sería ¿Cavallo cree en rebajar impuestos o es solo marketing electoral?

      Por su parte De la Rua lanzo un nuevo spot donde promete a los argentinos que él nos dará empleo, educará a nuestros hijos, nos curará, nos dará seguridad, etc. La promesa nos recuerda las de su antecesor, el Dr. Alfonsín que prometía solucionarnos todo. El spot nos muestra que la Alianza todavía cree en el estado paternalista, socialista o fascista da igual. Por mí parte si no quiero que De la Rua ejerza profesiones que no tiene, ni sabe, no quiero que haga nada de ello, en especial que eduque a mis hijos, o pretenda sanarme, o darme empleo. Solo quiero ser libre, no quiero ni al estado, ni a los políticos metidos en la vida privada de nadie. Ahí es donde empiezan el autoritarismo y la pobreza.

 

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