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N ° 26

Buenos Aires, julio 16 de 1999.-

LOS BARONES DE ITAIPÚ - 2da parte

      A comienzos de marzo de este año UNACE (el grupo oviedista dentro del partido Colorado) en una convención extraordinaria demostró que el poder de Argaña estaba siendo vaciado y que el aparato partidario se estaba escurriendo entre las manos del ex-vicepresidente del Paraguay. El grupo de este último Movimiento de Reconciliación Colorada acordó entonces con la bancada de UNACE fijar fecha para el 7 de abril como votación en la Cámara de Diputados del juicio político al ex Presidente Raúl Cubas.

      El acuerdo implicaba la apertura de espacios de poder dentro del gobierno al grupo liderado por Argaña. Quedaban afuera los wasmosystas, es decir los Barones de Itaipú. Sobre el líder del grupo el ex Presidente Juan Carlos Wasmosy pesaba ya la acusación judicial por defraudación pública, enriquecimiento ilícito, etc.

      El acuerdo de fecha para la votación del juicio político demostró que Argaña no había olvidado como el dinero de los Barones de Itaipú compro la voluntad de los militares para robarle la elección en 1992. Argaña deseaba el desafuero de Wasmosy y su casi seguro encarcelamiento. Iba a cobrarse una humillación que llevaba más de seis años en la memoria de su grupo.

      Argaña había denunciado con claridad que pensaba de Wasmosy al decir que su “ruindad solo puede esperarse de quienes nunca han sido colorados” al observar que las empresas de este estaban en quebradas en forma fraudulenta en los 60’, por eso después empezó “a chupar las medias de quienes ostentaban el poder para recibir los jugosos contratos de Itaipú sobrefacturados estafando al pueblo”. Lo trato de “reptil”, “vendepatria”, y ser “el sinvergüenza más grande la República”. Atribuyó los millonarios desvíos de dinero en la construcción de Itaipú a “la mafia de Wasmosy”.

      Argaña cuando se refirió a los hechos de abril de 1996, la llamó “la guerra entre gángsters”. Claro que se refería a Oviedo y Wasmosy, cuidándose de excluirse. Hay muchas versiones de aquellos hechos, la primera fue del propio Wasmosy quien pasa a retiro con todos los honores a Lino Oviedo en un acto que presidió. Había habido un malentendido, no había existido una tentativa de golpe militar.

      Una versión oviedista señalaba que ese día de abril Oviedo se acuartelo y llamo a los legisladores de su sector para instruirlos de votar en contra la aprobación de ciertos contratos de obra y suministro referidos a Itaipú que favorecían las empresas del propio Juan Carlos Wasmosy y sus socios. Los Barones de Itaipú en ese momento idearon la campaña del intento de golpe de estado para acorralar al oviedismo y presionar por sus contratos.

      Wasmosy y los barones de Itaipú tenían el dinero, pero sabían que Oviedo desde el Ejército paraguayo era un enemigo formidable. Por eso bluffearon un intento de golpe de estado. Tal vez pudiera haber sucedido más tarde, pero ese día estaban jugándose contratos en el Congreso.

      La oposición presionó políticamente y por fin varios meses más tarde el ex Presidente Wasmosy advirtió que sí había habido un intento de golpe de estado y acusó de ello a Lino Oviedo. Pero Lino Oviedo salió absuelto de culpa y cargo de los tribunales.

      En las elecciones del Partido Colorado de 1997 Oviedo se impuso y alcanzo la candidatura presidencial. Wasmosy intentó en enero de 1998 una nueva jugada. Constituyo un tribunal militar especial para juzgar por segunda vez a Lino Oviedo. El tribunal especial militar estaba conformado por los militares que luego del retiro del ejército de Oviedo habían purgado a los oficiales considerados leales a este. Es decir que el resultado de este segundo juicio se sabía de entrada.

      Más allá de la evidente barbarie de juzgar dos veces un mismo hecho Wasmosy y la cúpula militar enviaron a detener a Oviedo a un comando especial que ingreso a su domicilio con pasamontañas y armas largas. Oviedo que sospechaba la celada y que había “orden matarlo al haberse resistido al asalto” se había fugado antes.

      Ya entonces Paraguay pudo saber que los Barones de Itaipú podían jugar duro, inclusive matando. No estaban dispuestos a dejar el poder a este nuevo y poderoso enemigo que con poco tacto luego de su triunfo electoral había salido a denunciar a voz en cuello que Wasmosy terminaría preso por corrupto. De hecho la revista Noticias lo recibió en Buenos Aires y lo presentó como quien iba a dar un combate frontal contra la corrupción del estado paraguayo.

      A Oviedo ese reportaje en Noticias le costo un arresto militar disciplinario por haber agraviado al Jefe de la FFAA del Paraguay, es decir al propio Wasmosy. A Argaña lo querello sin éxito por sus denuncias y el contenido de las denuncias, entre las cuales mencionaba “las autocontrataciones millonarias robando al pueblo, reconociendo una deuda inexistente con Brasil de más de 4.500 millones de dólares”.

      El transitorio pacto entre Wasmosy y Argaña para detener la carrera de Oviedo a la presidencia beneficiaba a este último, ya que lo dejaba como candidato a vicepresidente. Un cargo desde donde podría pactar con Cubas y conseguir espacios para su sector partidario. Para Wasmosy fue una intentona de prorrogar su mandato por vía de descabezar la fórmula de su propio partido con lo cual planteo la necesidad de suspender las elecciones de 1998. Su intento por presionar al Tribunal Superior de Justicia Electoral (TSJE) lo llevó a realizar una marcha de funcionarios que encabezaron sus ministros, a sobrevolar con aviones de combate la sede del tribunal, mientras una columna blindada rugía por la calle.

      La oposición encabezada por el partido Liberal se opuso al pedido de Wasmosy de extender por dos años su mandato por la falta de candidato del partido Colorado. Wasmosy pidió entonces un año, y luego seis meses, pero por fin debió resignarse a que habría elecciones. Ahora la fórmula Cubas-Argaña incluía igualmente dos enemigos.

      El resentimiento del oviedismo llevo a que Cubas cuando asumió la presidencia luego de las elecciones más limpias y transparentes de la historia paraguaya se comportara con una soberbia que reunió a sus adversarios otra vez. Cubas indultó a Oviedo y sus adversarios conformaron un Frente “Democrático” para reclamarle que lo devolviera a la cárcel.

      Pero lo cierto es que para votación del juicio político a Cubas el 7 de abril era sabido que los votos estaban en favor de él. Que si se habían reunido votos para el desafuero de Wasmosy. A los pedidos de desafuero por los delitos económicos y contra el erario público se había sumado uno nuevo por el “atropello de la casa de Oviedo, lesiones y abuso de autoridad.”

      Parecía a todos que la hora de Wasmosy había llegado. Pero repentinamente, alguien decidió matar a Argaña. Pocos minutos después argañistas y wasmosystas que no parecieron sorprendidos por el magnicidio denunciaron que los autores eran Oviedo y Cubas. Era el 23 de marzo, varios legisladores oviedistas estaban en el exterior ya que el juicio político a Cubas recién se votaría en sesión especial el 7 de abril. Entonces violando todos los procedimientos en una sesión especial sin dar derecho a defenderse le iniciaron el juicio político a Cubas y este desbordado renunció.

      Todavía hoy no han decidido tratar el desafuero de Wasmosy. Las causas están paralizadas y los ex funcionarios acusados ya no son molestados. Cubas y Oviedo están exilados, otros legisladores de su sector están acusados de haber participado en el complot para asesinar al Dr. Argaña. La prueba de cargo es la palabra de un único testigo, delincuente reconocido y hoy empleado por la Presidencia del Paraguay.

      Los barones de Itaipú están más tranquilos. El stronismo está en el poder, usa la propaganda estatal y un coro de periodistas serviles para perseguir a sus adversarios. Hay procesamientos por “opiniones contra el Estado”, por haber participado del Unace o de sus mítines. Todo sin pruebas, no se recuerda nada parecido desde la caída de Stroessner.

      Según el Ministro del Interior del Paraguay, Walter Bower existen 10 autores materiales del homicidio y más de 60 en el complot. La fiscalía solo ha presentado como prueba los dichos de un reconocido delincuente. El gobierno de facto encabezado por el Senador González Macchi está utilizando en forma siniestra la masacre de jóvenes y el asesinato del Dr. Argaña para amedrentar, perseguir y destruir a sus adversarios políticos. Ser opositor, o haber simpatizado con Oviedo y Cubas hace sospechoso a cualquiera. Presunción de inocencia y debido proceso son algo que en Paraguay hoy brilla por su ausencia. El tradicional diario antiestronista ABC está siendo perseguido de toda forma imaginable.

      El Paraguay está regresando a una dictadura de la mano de los discípulos de Stroessner y de los empresarios que saquearon al estado paraguayo, los Barones de Itaipú. Sin una justicia independiente, sin una prensa realmente libre, sin libertades ciudadanas, no habrá inversiones, ni oportunidad alguna que permita al pueblo paraguayo salir de la pobreza de un sistema económico propio del medioevo.

 

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