N ° 24
Buenos Aires, julio 03 de 1999.-
La visita de la internacional socialista a Buenos Aires no logró el brillo esperado por sus organizadores del radicalismo porque sus más rutilantes figuras estaban ocupadas tomando medidas capitalistas. El mejor ejemplo es el premier alemán Schroeder que habiendo perdido en solo cinco meses de gobierno el 25% de sus votos en las elecciones para el europarlamento decidió que debían tomarse medidas para generar un clima más atractivo para los capitales.
Schroeder quiere flexibilizar la legislación laboral y anunció un programa de reducción del impuesto a las ganancias, rebajándolo en el primer día del 45 al 35%. Es decir que el socialismo de la “tercera vía” adopta medidas de Reagan y Thatcher, la reducción de impuestos y flexibilización laboral. En otras palabras los socialistas europeos reconocen su fracaso y que el desempleo, la fuga de capitales y baja productividad son consecuencia de normas anticapitalistas. Acusan al sistema de mercado del “costo social” pero a la hora de tomar medidas sus medidas buscan remover obstáculos del libre mercado.
Mientras tanto De la Rua en la reunión del socialismo fashion pidió que “el estado recupere protagonismo con políticas activas para combatir el desempleo” y “ha quedado claro que el mercado no puede por sí solo resolver el problema de la pobreza y la inequidad social”. Frases muy fashion para periodistas y dirigentes que ignoran las reglas de la economía. De la Rua debería tomarse el trabajo de estudiar que es el mercado antes de acusarlo de la pobreza y la inequidad social. Por el contrario ellas son la consecuencia directa del protagonismo del estado.
Para quienes creen que vivimos una economía de mercado las frases de De la Rua suenan bonitas. Pero son falsas. No hay economía de mercado con sindicatos únicos, con monopolios establecidos por ley o decreto, con impuestos que implican un 60% de cada precio que pagan los consumidores, con obras sociales obligatorias, y podría seguir hasta cansarme. Quienes confunden la economía de mercado con las privatizaciones exclusivamente, son verdaderos ignorantes o mentirosos.
Privatizar es una parte necesaria para tener una economía de mercado, pero además debe desregularse la economía, establecer impuestos razonables y generales, eliminar fondos específicos, etc. Pero por sobre todo aceptar una cultura basada en el premio al esfuerzo, en el derecho a buscar la propia felicidad sin que puedan imponernos una solidaridad que confisca el fruto de nuestro trabajo, en el derecho de propiedad absoluto.
Empíricamente el sistema de mercado jamás produjo pobreza. Por el contrario creo riqueza. No son ricos algunos países por un fatalismo o suerte divina, sino que se desarrollaron con economías de mercado. No aplicaron el mercado porque son ricos, sino que por tener un sistema de mercado crearon riqueza.
Ahora sabemos que el radicalismo ha decidido abandonar sus orígenes liberales y pasarse al socialismo. Un poco tarde como acostumbran los radicales porque ya se ha comprobado el fracaso del socialismo como modelo de desarrollo. Esperemos que se hayan pasado solo al nombre para resultar más atractivos a ese periodismo “progresista”. A quien le gusta criticar la economía de mercado pero en cuanto pueden se juntan unos dólares y visitan USA, se toman una Coca, se comen un Big Mac, se ponen unos jeans, escuchan rock, visten un t-shirt, se calzan zapatillas, navegan por internet, viven colgados de un celular, etc. y gritan “yankis go home” o “el mercado genera pobres”.
Si les gusta el socialismo porque es más fashion, esperemos que los radicales adviertan que allí donde están gobernando los socialistas de la tercera vía cada día tratan con más fuerza de soltar lastre y pasarse al capitalismo. Como les resulta muy duro admitir su fracaso, inventaron la “tercera vía”, una forma marketinera para que la gente volviera a votarlos.