N ° 23
Buenos Aires, junio 25 de 1999.
Dos casos de censura y persecución a la prensa en Chile y Paraguay
pasaron casi desapercibidos en nuestro país. En Chile la Editorial Planeta
edito un libro de investigación llamado “El libro negro de la justicia
chilena”. Su autora la periodista chilena residente en Miami Alejandra Matus
debió abandonar precipitadamente su país natal para evitar ser detenida.
Directivos de la Editorial Planeta y dos periodistas de televisión que
mostraron el libro ante las cámaras fueron detenidos.
El libro se refiere a las supuestas actuaciones irregulares de algunos
magistrados (no solo aquí pasan esas cosas). El libro está incautado y por
todo Chile circulan fotocopias del mismo ya que algunos llegaron a comprarlo.
Parece que en Chile todo funcionario superior, ex incluidos, (presidente,
legislador, general, juez, etc.) que se sienta calumniado o injuriado puede
evitar la publicación y/o difusión del medio donde se siente agraviado. Las
penas llegan a cinco años de prisión, el secuestro del material o paralización
de la emisión es automático, y todo ello está dispuesto en la Ley de
Seguridad Interior del Estado.
Y eso que en Chile gobierna la coalición de la Democracia Cristiana, el
Partido Socialista, etc. los “grandes defensores de la libertad de expresión”.
En Paraguay una Jueza que sintió agraviada por lo comentarios de dos
periodistas radiales ordeno ella misma la detención de ellos. Para persuadirlos
que se entregaran además amenazo detener y encarcelar a los directos y
empleados de la radio. Aquí a eso lo llamamos coacción agravada.
La
“jueza”, si así podemos llamarla, Norma Jara de Benítez ordeno el arresto
disciplinario por 20 días de los periodistas Nino Silguero y Norma Acuña. Su
fundamento es que todo magistrado puede sancionar a “litigantes, abogados,
procuradores u otras personas que cometan faltas o incorrecciones en el juicio....
o en sus escritos, y/o audiencias afecten el decoro del magistrado.....”.
Por
eso en Paraguay muchos callan las arbitrarias actuaciones de muchos jueces.
Trato de imaginarme que pasaría aquí si algún juez se atreviera a hacer la
milésima parte de lo realizado por la Dra. Jara de Benítez y me imagino un
incendio insoportable. Allí casi silencio total.