N ° 21
Buenos Aires, junio 11 de 1999.-
Cuando hace algunos días Erman González se jubilo un gran escándalo se desato, voces de periodistas, políticos y pensadores se alzaron para condenar al entonces ministro de trabajo. Entre esas voces resonó con fuerza la del Dr. Fernando de la Rua, Jefe de Gobierno de nuestra ciudad y candidato presidencial de la Alianza Opositora.
Don Fernando enojado bramó contra las jubilaciones de privilegio y reclamo que los funcionarios que gozaban de ella debían renunciar a sus cargos. Tal vez ignoraba que con los días el Presidente de la Nación, Dr. Carlos S. Menem subiría la apuesta y ordenaría publicar las listas de beneficiarios de los llamados “regímenes especiales”.
Al publicarse dichas listas hasta aparecieron familiares de Menem, y el Presidente los “renunció”. Pero De la Rua ya parecía haber cambiado de opinión por lo menos para sus correligionarios. Al aparecer funcionarios radicales de su más estrecha confianza solo exigió que optaran por su jubilación o su sueldo.
Ya la moderación lo había ganado. Actitud orwelliana porque nos recuerda la famosa frase de Rebelión en la Granja según la cual “todos los animales son iguales pero algunos son más iguales entre sí”.
Para de la Rua entonces el problema paso a ser que cobraran doblemente. Sus funcionarios de rápidos reflejos decidieron utilizar el argumento “ético” de Mariano Grondona; nosotros cuando asumimos la donamos a equis centro de jubilados, al hospital perengano, etc.
Brillante ejemplo el del Dr. Grondona que enseño a hacer caridad con dinero ajeno. Claro que hasta que la olla se destapó los políticos más que caridad hacían también política, ya que seguramente en los hospitales, centros de jubilados, etc. se los consideraba benefactores.
Pero el remate final de la ética delarruista nos llega cuando leímos que denunciar su jubilación como Senador a los 51 años era un “vil ataque electoralista”. Es cierto, tanto como que De la Rua tiene una jubilación de privilegio desde los 51 años. Que sea un ataque de campaña no lo convierte en falso.
La burda excusa de la donamos es como la burla gigante de su inmoralidad. Donan dinero ajeno porque tienen un cargo público, se sienten benefactores y hasta se lo hacen agradecer. Es nuestro dinero, nada hay que agradecerles, pero además lo hacen de forma tal que volverán a percibirla no bien el pueblo cansado de tanta hipocresía los eche con su voto.
Que los “campeones de la ética nacional” sean descubiertos en su doble standard moral, en su hipocresía, parece no gustarles. Pero mejor que saber que tienen es saber quienes son, como actúan y como engañan.
Pero siempre queda la cruel duda. Cuándo de la Rua atacó a Erman González ¿se olvidó de su jubilación de privilegio o simplemente se creyo periodísticamente impune? Si fue lo segundo es grave ya que denota un complot tácito contra el derecho de ser informados. Y si fue lo primero no debería gobernar.
Magdalena Ruiz Guiñazu defendió a De la Rua expresando en Radio Mitre que estaba “clara y terminantemente demostrado que De la Rua no estaba jubilado porque ella tenía copia de la donación”. Falaz intento para disculpar a De la Rua de la periodista, ya que nadie puede donar aquello que no es suyo, entonces para donarlo nuestro “aburrido” Jefe de Gobierno porteño primero debe cobrarla. Pero como dije antes estas donaciones transitorias son una burla más, una forma de disimular.
Para quienes quieran conocer los nombres de estos jubilados, ellos están en www.ptn.gov.ar (en informes) de la Procuración del Tesoro Nacional.