N ° 21
Buenos Aires, junio 11 de 1999.-
El pasado lunes se celebró el día del periodista. Muchos de ellos lo recordaron bajo el lema “No se olviden de Cabezas”. Me parece oportuno reflexionar sobre algunos casos del periodismo vernáculo. Lo primero que debo decir es que el homicidio de Cabezas cualesquiera sean los culpables sigue siendo repulsivo.
Pero también es repulsivo que “off the récord” muchos periodistas reconozcan que era un mal fotógrafo, que andaba en “aprietes” con sus fotos, que era un mal tipo, pero en público nos quieran pintar a un profesional ejemplar, buen padre y amigo, etc. A Cabezas lo santificaron. Me impacto cuando hace unos días un periodista me dijo: “Mira Santiago, en las muestras de fotos de Cabezas no pueden poner ni 200 fotos buenas, debe haber sacado más de 15.000 fotos, pero solo pueden poner unas pocas. Cabezas es un caso de “omertá”. Es 1984 de Orwell, los periodistas son el Ministerio de la Verdad, cambian la historia. Y tienen terror de aceptar que es una falsedad impuesta en respuesta al horroroso crimen que le costo la vida.”
Si esto es así, es repulsivo. Estamos en manos de una cofradía que no tiene contrapeso institucional. Que por salud de la democracia y la libertad solo podemos controlar con el razonamiento y más libertad.
Hace algunos años el Nono Pugliese murió en un accidente cuando quiso fugarse de un fotógrafo que intentaba tomarle una foto en un lugar privado. Por eso en la semana del periodista también “no se olviden del Nono Pugliese”. Alguna vez me dijeron que Cabezas habría sido el responsable de la historia del Nono Pugliese. ¿Alguien levantará la voz en memoria de alguien que murió por culpa del periodismo irrespetuoso, invasivo de la privacidad? Y no importa si era Cabezas, o fue otro, sino como el periodismo jamás reflexionó acerca de sus límites cuando mató.
Hace unos meses un ejecutivo de Editorial Perfil querello penalmente a Jorge Lanata por pinchar su correo electrónico. En los EE.UU el periodista Eric Ford ha sido condenado a seis meses en régimen de semidetención, 150 de servicios comunitarios y multa por pinchar una conversación telefónica privada de Tom Cruise y Nicole Kidman. El juez a cargo también prohibió para siempre que Eric Ford utilice scaners electrónicos.
Cuando Andy Kusnetzov realiza algunas de sus inteligentes y encomiables entrevistas para “CQC, Caiga quien caiga” atrás van movileros de radios, en especial los de Mitre, para robarles la nota. Los movileros son en general jóvenes deseosos de hacer carrera, lo cual es lógico, pero sin la preparación para ello.
Fue notable la serie de reportajes de Andy en la reunión de ABA para apoyar la convertibilidad. Brillante como abordo a políticos y empresarios con algún tema económico y luego les preguntaba por “su amigo Raúl Moneta”. Todos huían. Cavallo olvido los asados en las estancias de Moneta, donde el Mingo se sentaba en la mesa cabecera con presidentes de FMI, Banco Mundial, etc. Otros como Ricardo Handley negaban haber sido socios (total el socio era el Citibank y no él).
Cuando Andy advirtió a la movilera de Radio Mitre anunciando como primicia dicha radio las declaraciones de Handley en ABA se abalanzó sobre ella y comenzó a reprocharle que no dijera que las declaraciones hubieran sido para CQC. No se trata solo que le roban su trabajo, sino que lo falsean. Porque CQC es un programa humorístico y utilizar las declaraciones a ellos es una forma de desinformar.
Si a ello sumamos el papelón de los titulares sobre las elecciones tucumanas el mismo lunes, podemos ver cuanta pobreza del periodismo nos rodea.