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N ° 21

Buenos Aires, junio 11 de 1999.-

DEPORTES, UN MODELO DE FRACASO

      Con la venta de Marcelo Gallardo de River Plate al Mónaco en nueve millones de dólares se destapo una caja bien podrida. River vendió al jugador para hacerse del dinero y desahogarse de una pesada deuda de 30 millones de dólares.

      Claro que River en los últimos tres años gasto menos de quince millones en compras de jugadores y a su vez vendió jugadores por 51,5 millones de dólares. Cincuenta y un millones y medio más treinta menos quince hacen 66,5 millones de dólares ¿Donde están? ¿Es solo mala administración, sueldos excesivos, o hubo corrupción?

      Pero la anécdota riverplatense que se puede repetir hasta el infinito desnuda un modelo de corrupción e ineficiencia en el deporte “sin fines de lucro”. El deporte es un negocio y alguna vez sostuve que el Fondo de Inversión Boca Juniors era un paso adelante, eliminaba ciertas sospechas y muchos podían participar de un negocio totalmente lícito.

      Pero para mayor asombro leí que muchos de los clubes más importantes de Europa están en quiebra. Los salarios de los jugadores profesionales consumen hoy el 92% de los ingresos de esos “clubes”. El Milán entre 1996/1998 perdió U$ 57 millones, el Inter U$ 52,2 millones, el Parma U$ 43,2 millones, y la lista sigue.

      Hace casi diez meses los propietarios de los equipos de la NBA declararon un lock out porque les resultaba injusto que los jugadores recibieran el 52% (promedio) de los ingresos de la liga de basquetball profesional de USA. Perdieron muchos millones y el torneo se redujo a un 60% de partidos programados, y casi no se juega la temporada 98/99.

En la NFL (National Football League) se fijo hace años un tope máximo por equipo a gastar en salarios y premios para los jugadores, esta cifra varia según los ingresos pactados por televisación. La cifra actual es U$ 65 millones por año.

      Ambas ligas son muy exitosas y competitivas, porque con el tope del total salarial para jugadores por equipo, estos se hacen competitivos y no pueden gastar a cuenta sumas exorbitantes. Tampoco pueden poderosos magnates pagar sueldos demenciales a una superestrella porque esta se vería obligada a tener compañeros mediocres.

      El sistema impide una espiral inflacionaria en los salarios de los deportistas, el gasto a cuenta que termina en quiebras. Trae una mayor competitividad. A diferencia de nuestros deportes, o el caso del football en el ámbito mundial según vemos, que están regidos por grupos monopólicos pero cuyos grandes negocios se pagan a sus directivos y los clubes quiebran.

      En los EE.UU donde el tema antimonopolios es muy importante ninguna autoridad, ni judicial, ni legislativa, se ha atrevido a considerar el sistema de límites de masa salarial como violatorio de alguna libertad. Todo aquel que quiera pagar mayores salarios puede hacerlo, pero claro debe encontrar otra liga profesional a la cual asociarse. Porque tanto la NFL o la NBA funcionan como una sociedad de sociedades, por lo tanto sus reglas solo valen para ellas.

      Hasta hoy nadie ha logrado organizar mejor los deportes, ni hacerlos tan competitivos como las ligas deportivas norteamericanas. Claro que no se engañan, ni tratan de engañar a otros, el deporte profesional es por sobre todo un negocio.

 

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