N ° 19
Buenos Aires, mayo 28 de 1999.-
La semana pasada intente abordar el tema para mostrar la ineficacia de los sistemas socialistas, donde podemos hacerle pagar la cuenta a otros. Quería mostrar que Erman González ciertamente no tenía ningún tino político, etc., pero que existían miles de otros privilegiados y que todos se aprovechaban del sistema.
Por supuesto que en un tema tan amplio quedan muchas cuestiones por abordar. Ayer mí amigo Ramiro Porto me planteo que había que buscar una solución a las falsas renuncias a estas jubilaciones. El planteo me obligo a reflexionar sobre un punto que siempre me irritaba y no le veía la solución, por eso los párrafos que siguen.
No todos los argentinos saben que en el derecho de trabajo y previsión o seguridad social existe un principio por el cual tales derechos son considerados irrenunciables.
Así muchos políticos estos días se la han pasado estos días expresando yo he renunciado a la jubilación de privilegio que podría haber obtenido, etc., etc. Muchos han renunciado a sabiendas que igual podrán cobrarla en el futuro, además de suculentos retroactivos.
Tal vez algunos hayan hecho sus renuncias con la determinación real de no percibirlas, pero la verdad es que todos podrán cobrarlas. Porque sus derechos para la ley son irrenunciables. Este principio jamás me pareció justo porque viola el derecho de autodeterminación del individuo. Pero acepto que, de buena fe, para algunos fuera necesario para equilibrar la situación negocial entre el sector empleador y los trabajadores.
Ahora quiero solucionarle el problema a estos políticos que han renunciado a esas jubilaciones y la ley no se los permite. Para que sus promesas sean ciertas bastaría sancionar una ley que establezca que toda renuncia a una jubilación “especial” (de privilegio para la gente) será plenamente válida. La justificación para modificar este principio de “irrenunciabilidad” esta en que si los beneficiarios de estos regímenes han tenido la capacidad de gobernar, legislar, dictar justicia, etc. ciertamente no necesitan una protección especial de la ley.
No puede aceptarse que un principio establecido para proteger a quienes los políticos consideran más débiles sea utilizado para enmascarar propagandas políticas personales. Al pan, pan y al vino, vino. Que las renuncias sean renuncias y que quienes no renuncian sean juzgados por el pueblo en las urnas, por sus amistades al honrarlos admitiéndoles en sus hogares.
La solución puntana:
El día miércoles 26 de mayo al presentar su fórmula presidencial Adolfo Rodríguez Saa, gobernador de San Luis, explico como había “puesto en caja” el tema de las diferencias entre los distintos haberes jubilatorios de su provincia. Creo que también vale la pena conocerla.
Dictaron una ley de emergencia previsional por la cual se estableció que las jubilaciones “especiales”, o comunes, tenían como máximo diez veces la mínima. Así recalcularon todas, las mínimas subieron un poco y las máximas tuvieron un techo.
De donde salieron las jubilaciones tan bajas
En un sistema de reparto donde por años se vaciaron las cajas previsionales, la inflación licúo los ahorros, etc. no existen soluciones totalmente justas, ni a la medida de lo que cada uno aporto. No alcanzan los fondos. Además las propias generaciones afectadas actualmente por el sistema jubilatorio fueron quienes de alguna manera apoyaron, o toleraron o no supieron cambiar, el sistema por el cual hoy las jubilaciones son tan bajas. Las malas ideas tienen malas consecuencias, las ideas equivocadas producen desastres económicos. La culpa no es personal de los gobernantes de hoy, es de los que gobernaron antes, y de los que los votaron o las aplaudieron (cuando tenían uniforme y no se podía votar).
La deuda pública actual y la judicial que falta determinar, son una verdadera carga que hipoteca el futuro de las generaciones que hoy estamos trabajando, la de nuestros hijos. Pero que quede claro es una deuda que nos dejaron. Nos duele la situación, nos conmueve, pero por lo menos como generación algunos deberían comprender que hoy son víctimas de la fiesta que votaron y aplaudieron hace años.
Es muy duro, pero es la verdad.