N ° 17
Buenos Aires, mayo 14 de 1999.-
A raíz del meneado tema del recorte presupuestario los legisladores nacionales sesionaron especialmente para “derogar” el decreto. Ello conlleva una barbarie constitucional y legal, porque el Congreso de la Nación no puede derogar decretos, sanciona leyes.
La siguiente barbaridad es que nuestros legisladores entiendan que los funcionarios de la Administración Nacional están obligados a gastar el presupuesto. El presupuesto es una autorización de gastos. No es una obligación de gastar, es solo la autorización para hacerlo.
Por lo tanto si el Poder Ejecutivo sabe que los ingresos públicos no cubrirán los gastos autorizados por el presupuesto solo puede ejecutarlo con mayor endeudamiento. La paradoja es que quienes tanto se quejan del incremento de la deuda pública, de la presión tributaria, ahora quieran gastar más de lo que se recauda. O no aprendieron nada entre 1983 y 1989.
Funcionalmente el Presidente de la Nación tiene plenas facultades para instruir a sus funcionarios en no gastar todo lo autorizado. El Congreso Nacional no puede obligar al Poder Ejecutivo a gastar.
Es importante advertir que para un Presidente a solo seis meses y días de dejar su cargo, le sería más fácil y demagógico gastar lo que no tiene y dejar al siguiente presidente la deuda impaga. Resulta paradójico que tanto Duhalde como De la Rua se oponen al recorte de gastos, cuando de gastarse el dinero el problema del pago o la deuda les caería a ellos.
Para clarificar esta cuestión debemos tener en claro que la deuda pública (externa o interna da lo mismo) se origina en gastos que no pueden ser pagados con la recaudación de impuestos. Pero más tarde esa deuda deberá ser pagada, y ello implicará mayores o nuevos impuestos. Más ajustes y por cierto más severos.
Hoy la deuda pública nacional alcanza el 34% del PBI, sus servicios representan el 2% del PBI o el 17% del presupuesto nacional. ¿No sería hora que los legisladores y candidatos a Presidente de la Nación nos digan de donde sacarían recursos si la deuda sigue creciendo?
Quiero destacar que gran parte de la deuda hoy consolidada representa la deuda que nos dejaron los militares y Cavallo (cuando desde el BCRA estatizó la deuda privada externa), más los gastos que no se pagaron durante el gobierno radical de 1983 a 1989. Jubilaciones, pensiones, sentencias judiciales, obras para trasladar la Capital a Viedma (¿?) o de otras yerbas. Todas impagas, con más sus intereses.
Parte de esa deuda es barata, porque los acreedores debieron conformarse con los famosos Bocones que tienen tasas de interés bajas. Por lo cual toda deuda nueva es más cara. Los Bocones pagan tasas del 6 o 7% anual, la deuda que hoy se coloca cuesta alrededor del 11%.
Sin hacer nada para el año 2003 los servicios anuales de la deuda crecerán un 50% aproximadamente. Creo que no hace falta decir mucho más para comprender que la decisión tomada por el Presidente Carlos Menem y aconsejada por Roque Fernández es la más lógica.
Los demás están haciendo demagogia. Demagogia que es un boomerang. Lástima que el boomerang volverá para caer sobre nosotros.