N ° 13
Buenos Aires, abril 16 de 1999.-
El pasado fin de semana se jugo el torneo de maestros de la PGA en Augusta. Existían dos jugadores que no figuraban en los cálculos, José María Olazabal y Greg Norman.
Es más casi todos los golfistas top de hoy creían que Norman estaba fuera de ritmo luego de un año sin jugar. De Olazabal no se hablaba siquiera. Los dos estuvieron disputando hasta el final el triunfo del torneo. Fueron emocionante el abrazo de ambos en el hoyo 18 y las palabras de Norman, si no podía ganarlo yo nada me podía hacer mejor que lo gane José María Olazabal. Y Olazabal dedicando su triunfo al médico que lo trato y a su familia.
Hace un año Greg Norman se había operado el hombro. Olazabal hace tres años ni siquiera creían sus médicos que podría volver a caminar. Creo que los dos son un ejemplo de la voluntad de superar problemas, de cómo la voluntad del hombre nos permite competir al primer nivel, de cómo no entregarnos.
Porque también fueron Norman y Olazabal un ejemplo para los jóvenes, para todos nosotros. Ejemplo porque no se rindieron ante sus enfermedades y volvieron para triunfar, porque en el triunfo no se envanecieron y pensaron en las personas a quienes también debían ese momento.