N ° 12
Buenos Aires, abril 09 de 1999.-
Kosovo es una tierra montañosa y pobre de la inestable región conocida como los Balcanes. Allí se inició la Primera Guerra Mundial. Allí han chocado culturas por centurias. Los griegos con los persas, los romanos con los bárbaros, y los serbios con los musulmanes, entre otros.
Kosovo era la capital del reino serbio en el siglo XI y XII. Es para los serbios una tierra casi sagrada y tanto como para los musulmanes y judíos es Jerusalén. Dicen que toda la región se halla llena de monumentos que recuerdan las luchas de los serbios cristianos contra los musulmanes. Allí vive la comunidad musulmana más grande de Europa, aquella que no se retiro cuando fueron detenidos por los serbios en los siglos XII y XIII.
Albania es un país igualmente pobre, cuyo gobierno durante la Guerra Fría era un régimen comunista y de los duros. Millares de albaneses buscaron refugio en Kosovo donde la Yugoslavia de Tito era más tolerante. Cuando esa inmigración comenzó el 65/70 % de Kosovo era serbio y musulmán. Hoy el 65% es albanés kosovar. Es un fenómeno reciente, pero que genera una reacción frente a las ambiciones de autonomía de los albaneses kosovares.
Nada de ello justifica las atroces persecuciones contra los albano kosovares, del gobierno serbio encabezado por Milosevic. Cada día leemos con dolor y horror las atrocidades cometidas por la policía y el ejército serbio. Violaciones a mujeres indefensas, saqueos, quema de viviendas –muchas veces con sus ocupantes aún dentro-, deportaciones en masa en trenes de ganado como durante el holocausto, etc. Un verdadero genocidio.
Hace algún tiempo la Otan ataco a los serbios para evitar que los serbio bosnios (situación exactamente opuesta a la de Kosovo) reclamaran su autonomía frente a Bosnia. Ahora la Otan los bombardea para que den la autonomía a los albano kosovares.
Debe ser difícil de comprender para cualquiera, además son pueblos que históricamente se han matado entre sí. No les cuesta nada empezar otra guerra sobre odios ancestrales.
Cuando la Otan intervino en Bosnia, el general a cargo de las fuerzas militares era un tal W. Clark, de USA, hoy comandante de la Otan. En otras palabras dos nuevos viejos enemigos se han enfrentado otra vez, Clark y Milosevic. Dos voluntades que tal vez se quedaron con ganas de ajustarse cuentas cuando finalizo el conflicto bosnio.
El general W. Clark es oriundo de Arkansas, no combatió en Vietnam. Estudio en la misma universidad que el Presidente Clinton. Los separa un carácter en su expresividad, dicen que Clark es callado y meticuloso, obstinado y no un apostador fuerte como su comandante en jefe, el Presidente Clinton.
Como se puede ver una trama tortuosa de pueblos, de personalidades. Que siguen pagando con su sangre millares de inocentes personas. Los políticos hacen su juego, los militares desarrollan su profesión, la diplomacia sirve a ambos y las atrocidades crecen.
A casi quince días de iniciarse el conflicto los problemas son mayores que antes. Hay más persecuciones, más refugiados, más muertos por hambre, frío y heridas. Los países de la Otan gastaran miles de millones en atender refugiados, en reequiparse militarmente. Lo de siempre, las guerras se sabe como empiezan, pero nunca como siguen.
Por fin queda el eterno problema de los nacionalismos étnicos en Europa. Kosovo puede ser un dolor de cabeza para muchos. ¿Cómo justificar el apoyo a los albano kosovares en su demanda de autonomía y no a vascos, irlandeses, catalanes, valones, etc.? Por no mencionar los hutus y tutsis y cientos de conflictos tribales más en Asia y Africa.
El conflicto de los integrismos religiosos y los nacionalismos étnicos es tal vez “el” conflicto de finales de este siglo. Como lo era en su comienzo. La diferencia es que los EEUU (y su apéndice, la Otan) son una potencia militar hegemónica. ¿Pero podrá EEUU cambiar su discurso en cada caso?
El problema Milosevic, es que entre los serbios crece su popularidad. Que crece sobre la base de su resistencia y a su determinación de reprimir a los albano kosovares. Que la Otan debe obtener un resultado positivo en aliviar a ese pueblo y para justificar el huracán aéreo desatado. Que la Otan no puede dejar este conflicto resuelto a medias como sucedió en Iraq. Dos veces significaría el decaimiento del liderazgo norteamericano. Algo que Clinton y los demócratas no podrían soportar. Los dirigentes –todos- deben justificar sus decisiones de iniciar un conflicto tan grave.
La continuación puede ser el incentivo de otros nacionalismos para iniciar conflictos. Una resolución sensata podría ser disuasiva, pero parece que la dirigencia europea en especial ha abierto la puerta a nuevos conflictos.