N ° 10
Buenos Aires, marzo 26 de 1999.-
El próximo domingo se cumplen 19 años del cierre del Banco de Intercambio Regional, el BIR. Los chicos que entran a la facultad ni saben que hablamos cuando decimos BIR.
Los jóvenes ignoran que la caída del BIR costo a los argentinos 1.051 millones de dólares de 1980 (bastante más que los de hoy) y que quedaron deudas millonarias no alcanzadas por la garantía de depósitos que daba la legislación de entonces. Se calcula que eran alrededor de 66 millones de dólares que jamás recuperaron los ahorristas.
Los jóvenes ignoran que esa caída genero una corrida en otras entidades financieras que fueron cerradas por ella y en los meses siguientes el BCRA (nosotros, el pueblo) pago otros tres, cuatro mil millones de dólares en garantías de depósitos.
Los jóvenes no tienen porque recordar aquello, si ni siquiera caminaban o habían aprendido a hablar. Otros más grandes lo olvidaron.
En el directorio del BIR había un abogado y periodista. Un hombre que juzga la moral de muchos otros desde atrás de las cámaras de televisión. Un hombre que ya por entonces cobraba una jubilación de privilegio por haber sido funcionario de un gobierno de facto, que había escrito proclamas de un gobierno revolucionario (comunicado 150), un editorial en la revista Confirmado titulado “Nace un caudillo” (dedicado al Franco argentino, el general Onganía, el mismo que cerro la universidad en la llamada Noche de los bastones largos).
Ese hombre, se llama Mariano Grondona, y todos pueden escucharlo libremente cuando los jueves desde su programa juzga las conductas de muchos políticos, que equivocados, o no, al menos no esconden un pasado que a cualquier otro lo haría, al menos, juzgar con mayor mesura.
Por eso cuando lo escucho explicarnos cuestiones morales al Dr. Mariano Grondona (padre) me pregunto cuantos argentinos saben quien les habla. ¿Cuantos jóvenes ignoran las diferencias entre quienes se ven juzgados por él y este ex directivo del BIR?
¿Sabrá alguno cuanto representa en la deuda pública aquel banco que cayo sobre nuestros bolsillos?
El Dr. Grondona puede hablar de los problemas del país, tiene derecho. Hasta puede estar arrepentido de sus actos, pero si desea la indulgencia y el olvido (solo le daría lo primero) que por lo menos no juzgue a los políticos como si él estuviera sentado a la diestra de Dios nuestro Señor.