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N ° 22/2001

Buenos Aires, octubre 23 de 2001.-

LA SALA DEL TERROR

      Entre los mitos progresistas establecidos en Argentina está la supuesta profesionalidad de la Sala II de la Cámara Penal Federal de Apelaciones. Uno puede recordar que entre sus jueces se halla por ejemplo Martín Irurzun quien convalido las detenciones por decreto de Alfonsín en 1985 ya que si podía decretar el estado de sitio también podía detener ciudadanos, bajo el falaz argumento que quien puede lo más puede lo menos.

      Recientemente este juez integro como conjuez la Sala I para poder mantener ilegalmente detenido y privado de su libertad a Víctor Alderete, cuando por fin sus colegas de la Sala II debieron dejarlo en libertad ya que no existe la más mínima prueba en su contra se ocuparon de protegerlo por su voto mencionado en la Sala I.

      Ayer esta parodia de justicia que tenemos instalada en la Sala II Federal decidió abstenerse de dictar sentencia en cuanto fue materia de apelación por el ex presidente Carlos Menem en cuanto a su prisión preventiva y su procesamiento por haber sido jefe de una supuesta asociación ilícita.

      La peregrina excusa es que necesitan unificar otras investigaciones para poder expedirse de forma tal de “aventar perjuicios para los imputados, preservar la buena marcha del expediente (¿?) y evitar eventuales nulidades”.

      Dicho de otra forma para protegerlo a Carlos Menem, evitarle el perjuicio de estar en libertad, lo mantenemos preso sin considerar sus derechos, ni su defensa. Algo así como dejarlo detenido a disposición del PEN, como se decía durante el Proceso Militar, hoy es a disposición de las necesidades del gobierno, del Grupo Pravda (Clarín) y sus esbirros judiciales.

      Si algo no había escrito George Orwell en 1984 como herramienta del culto del odio ha sido ciertamente esta contradicción en sus términos que hoy podemos leer en los diarios locales.

      Para simplificarlo este trío de supuestos jueces decidió no cumplir con sus funciones legales y constitucionales y mantener ilegalmente detenido a Carlos Menem. Si no tienen los atributos (léase ovarios o testículos) necesarios para ejercer sus funciones y dejar en libertad a Carlos Menem a pesar de las órdenes del gobierno y el Pravda (grupo Clarín), lo que corresponde es que renuncien. Y si como muchos sospechamos lo mantienen detenidos por cuestiones políticas lo que corresponde es destituirlos y someterlos a juicio para que terminen presos por sus delitos.

      No hay peor dictadura que la judicial, porque frente a ella casi nadie tiene posibilidades de evitar la injusticia y la persecución.

      Para simplificar la barbaridad cometida ayer por los jueces Luraschi, Cattani e Irurzun, todos candidatos al cuadro de honor en la historia de las infamias judiciales, ellos debían resolver conforme dispone la ley, si Carlos Menem está bien procesado y sometido a prisión conforme las pruebas consideradas por el ecuestre Juez Jorge Urso.

      Lo que hicieron fue decir quiero decidir en base a otros juicios.

      En otras palabras el Juez Urso lo procesó y detuvo por A, B, y C. La Sala II Federal debía revisar la seriedad, congruencia de A, B, y C, pero no fue y dijo antes quiero ver X, Y, y Z.

      Es algo así como obligar a cualquiera a defenderse de lo que se le ocurra al Estado, no de las pruebas que se acumulen en el expediente. Un método propio del leninismo, estalinismo, etc.

      Como refrendo de la barbarie judicial hoy el Clarín desde su portada ha señalado y ordenado las medidas que los jueces deberán cumplir para salvarse de reemplazar a Carlos Menem en sus tapas de odio.

      No se trata de un tema menor, por el contrario que esta arbitrariedad pueda ser cometida contra un ex presidente de la nación revela cuan indefensos estamos los demás ciudadanos. Aun para quienes no comparten sus ideas es tamos frente a una violación de derechos gravísima, máxime porque en un régimen de facto su legitimidad es fácilmente cuestionable pero cuando los totalitarios se solapan en la democracia se hace más difícil advertir el peligro para todos.

 

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