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N ° 21/2001

Buenos Aires, octubre 04 de 2001.-

OTRA GUERRA NO TAN EXTRAÑA

      Luego de repartirse Polonia entre los bolcheviques de Stalin y los nazis de Hitler en el frente occidental comenzó lo que se conoció como esa “extraña guerra”. Parecía que nada sucedía y muchos pensadores, artistas y otros derrotistas y socialistas encubiertos en pacifismo reclamaban soluciones pacíficas. Creían que ya se habían cumplido los compromisos con Polonia, como antes creyeron haber cumplido con Checoslovaquia.

      Pero era una ilusión el régimen nazi estaba reforzándose para su ofensiva contra Francia y Gran Bretaña. La “guerra extraña” sirvió para desmoralizar y debilitar los ejércitos aliados, para llevar una nueva ilusión negociadora.

      Las palabras de Tony Blair ante el Partido Laborista el martes en Blackpool nos traen la esperanza que esta vez los dirigentes del Mundo Libre no se han llamado a engaño, saben que el enemigo no quiere negociar, sino aniquilarnos, física y culturalmente.

      La paz es como en el tango para bailarlo hacen falta dos, sus pasos son complicados, pero hay un acuerdo de llevarlos adelante, de comprender al otro. Así la paz necesita de la voluntad de las partes. En cambio la guerra solo necesita de uno que la quiera. Los fundamentalistas musulmanes han declarado una guerra al Mundo Libre, no hay dudas de ello salvo para quienes no quieren ver, entender lo que nos están diciendo.

      Como bien señalara Jack Kemp (representante en el Congreso de los EEUU) cuando Hitler escribió en su libro Mi Lucha que exterminaría a los judíos la gran mayoría prefirió pensar que no era cierto, después murieron más de 42 millones de personas en una guerra. ¿Por qué repetir el error y no creer cuando un enemigo tan decidido como Hitler dice que nos quiere destruir?

      Solo nosotros podemos derrotarnos, y eso si perdemos la voluntad de combatir y prevalecer. Habrá víctimas, es cierto, ya las hay. No se trata de desearlas, se trata de aceptar que en una guerra o nos rendimos y en este caso nos sometemos, o combatimos.

      Someternos no es un tema menor, porque justamente el Islam es el sometimiento a Alá y al profeta –Mahoma- que son considerados iguales en dicha religión. Cuando vemos a los musulmanes rezando arrodillados debemos saber que eso es un acto de “sometimiento” a Alá.

      Para quienes se empecinan en repetir el pacifismo de Neville Chamberlain, de pedir justicia en medio de una guerra que se nos ha declarado, vendría bien que respondan ciertas preguntas:

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      ¿Es posible enseñar el cristianismo, u otra religión distinta del Islam, en algún país musulmán? No solo está prohibido enseñar una religión distinta, sino que hacerlo puede ser castigado con la muerte.

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 ¿Transmitiría la televisión Afgana, Islámica un mensaje de George W. Bush, o Tony Blair como las cadenas norteamericanas y la BBC transmiten los mensajes de Osama Bin Laden, y de los líderes talibanes? Sabemos que no.

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  ¿Alguien ha visto iglesias, sinagogas en países musulmanes como vemos mezquitas en los países occidentales?

        Existen muchas formas de argumentar, pero la tolerancia, la paz requiere la voluntad de todas las partes. El Islam desde su creación por Mahoma es una suerte de confusión social y religiosa de reglas que hacen que el estado y la religión sean unificados en forma indisoluble. Esto tiene consecuencias inevitables en cuanto a un modelo de sociedad donde la “comunidad” de la religión con el estado impide toda libertad por imperio de la superioridad de la religión sobre el estado y la sociedad.

 En otras palabras en un sistema islámico no existe la posibilidad de “dar a Dios lo que es de Dios y al Cesar lo que es del Cesar”, porque el estado esta dominado e impregnado de la religión. Todo se debe dar a Dios bajo la conducción de líderes religiosos auto elegidos como tales.

 El cristianismo fue modernizado por la Reforma y la Contrarreforma, y la ilustración del judaísmo del siglo XVIII hizo lo mismo. Mientras tanto el Islam sigue siendo un sistema de leyes y creencias de la baja Edad Media que no ha vivido ninguna reforma, actualización.

 El Islam es el producto de la simultánea acción de crear una religión y un estado que realizo Mahoma. Los elementos unificadores de este proyecto político religioso han sido la imposición y conversión de los paganos, de los infieles, por la sumisión o la muerte. A los creyentes que son “gente con libro”, es decir los cristianos y judíos, la sumisión básicamente se les imponía por obligaciones “financieras, tributarias” y la prohibición de enseñar sus creencias. Los demás son considerados paganos, solo tienen como opciones la conversión o la muerte.

 El Islam ha llevado a donde quiera que llega el esfuerzo po0r suprimir las demás religiones, incluyendo cristianismo y judaísmo. En África y Asia ha realizado desde sus comienzos esfuerzos para destruir las religiones indígenas.

 La gran mayoría de los árabes y de los musulmanes son pueblos pacíficos que viven en clanes familiares. Pero como el cristianismo el Islam tiene diversas sectas, solo que algunas de las islámicas cada tanto estalla en movimientos de renovación de la fe y lo hacen forma militante. Por eso Silvio Berlusconi estuvo muy acertado cuando señalo que existe un conflicto entre civilizaciones, aun cuando jamás menciono el concepto de “civilización occidental”.

 Berlusconi señalo que “nuestra civilización es superior porque ha desarrollado y protegido la tolerancia religiosa, la libertad y la democracia” a nadie en su sano juicio y en forma honesta le puede parecer desacertada esta afirmación, salvo que esté dispuesto a ser dominado y sometido al Islam.

 Esta es una guerra contra fuerzas tenebrosas, malignas y que desprecian la vida y la libertad propia y ajena. Lamentablemente no hay espacio para negociar, porque la propia inmoralidad del sistema de los fanáticos islámicos solo hace que cada negociación sea para tomar una posición más ventajosa antes del siguiente ataque a nuestra civilización.

 Hay que destacar que no todos los árabes son musulmanes, ni todos los musulmanes son árabes. Existen por supuesto musulmanes y en especial árabes civilizados, como la gran mayoría que vive en países de Occidente.

 Veamos el ejemplo de Qatar que siendo una monarquía ha celebrado este año elecciones municipales donde las mujeres han votado y han sido candidatos y para finales de este año, si la situación internacional de hoy lo permite, se realizarán elecciones para establecer un régimen monárquico parlamentario con plena participación de las mujeres. Esto demuestra que no todos los árabes, ni todos los musulmanes promueven la intolerancia, aunque supongo que tampoco en Qatar se permite enseñar otras religiones.

 Las modernas tecnologías han hecho del mundo una pequeña aldea. Todos somos vecinos y no hay forma de evitar la interacción entre la civilización libre con el islamismo.

 La pobreza de los países musulmanes no es culpa de los EEUU, ni del mundo libre. Cuando EEUU nació los países musulmanes llevaban más de un milenio de existencia, no pueden culparlo de su pobreza. En realidad sus pueblos son víctimas del Islam, de las malas instituciones, de la confusión y sumisión del estado a las sectas islámicas predominantes en un tiempo y lugar.

 Ya desde su nacimiento los pueblos islámicos se dirigieron a conquistar otras sociedades más ricas y opulentas. Justificaron desde siempre su pobreza, su fracaso en la creación de riqueza en el éxito de otros. Pero la verdad es que son pobres por ellos mismos, la gran diferencia es que hoy todos somos vecinos y el conocimiento de la riqueza occidental sirve para que los culpables de la pobreza musulmana y de gran parte de los pueblos árabes echen las culpas a otros.

 Su guerra no hará más ricos a los musulmanes, ni a los árabes. Tampoco su terrorismo. Pero lo que hace de esta guerra una distinta es la posibilidad que estos fundamentalistas dispongan de armas de destrucción masiva.

 Nuestra civilización occidental, el Mundo Libre, y el Islam como sistema de la baja Edad Media no pueden convivir. O el Islam se moderniza y se convierte en tolerante, o nos veremos obligados a librar una larga guerra de civilización y “romanización”.

 La derrota a manos del Islam significará sin lugar a dudas la pérdida de nuestra civilización, por eso esta guerra no se puede perder. Tampoco podemos derrotarnos restringiendo nuestra libertad y nuestros derechos mientras no vencemos al enemigo.

 Se terminó una suerte de “belle epoque” durante la cual los pueblos del mundo libre y gran parte del ex imperio soviético creímos que podríamos disfrutar de un largo período de paz y creación de nuevas riquezas. Gracias a las tecnologías esta belle epoque alcanzo a todos, no solo a las elites. Por eso estamos viviendo un momento difícil, son las masas ciudadanas las que ven caer su sueño, y son algunas elites las que pretenden que nos rindamos porque tienen temor de defender nuestros valores.

 

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