N ° 21/2001
Buenos Aires, octubre 04 de 2001.-
Algunos buscan la justificación del terrorismo en lo que califican "la errónea política exterior del Imperio Norteamericano" y dicen que "hay que cambiar esa política en vez de buscar venganza".
Consideran que es justo culpar a la víctima de las horrendas agresiones cometidas por los victimarios, y consideran que la víctima no debe abrigar sentimientos crueles de represalia sino tratar de razonar hasta que punto todo lo que pasó no es culpa suya. Es como si una banda de asaltantes atracara un banco y ametrallara a todos los clientes y empleados presentes, y uno pensara "La culpa no será del Banco que una vez le negó un préstamo a los asaltantes y esa negativa los impulsó al alcoholismo?".
¿Son culpables los Estados Unidos de la pobreza de países como Afganistán, o Irak, o Sudan, pobreza que viene desde siglos aún antes que los EEUU existieran? Los que atribuyen los atentados terroristas a una reacción contra la injusta distribución mundial de la riqueza debieran preguntarse: ahora que las Torres Gemelas de Nueva York han sido derribadas ¿viven mejor los pobres en alguna parte del planeta? La barbarie ¿perjudicó a los millonarios o a la gente común nacida en 62 países que integraba el pasaje y la tripulación de los aviones sacrificados, a los que se hallaban trabajando en las torres o en las oficinas del Pentágono, a los que murieron ayudando en los rescates, o a la gente que perdió su trabajo a consecuencia de lo ocurrido?
Los que sostienen que el sistema capitalista ha reforzado la explotación de los pobres, ¿saben que ayer nomás, en el Siglo 19, no había jornada legal de trabajo, ni vacaciones, ni ningún beneficio social para los asalariados?
¿Han pensado que una familia modesta de hoy tiene acceso a servicios y comodidades que antes ni los monarcas imaginaban tener? ¿Un rey no tenía agua corriente, ni servicio de cloacas, ni luz, ni gas, ni teléfono, (menos aún celular), ni radio, ni televisión, ni vacunas, ni aspirinas, ni tantas cosas que son accesibles ahora.
La pobreza en que viven en muchas regiones no es causada por la riqueza de los países prósperos sino por la diferente mentalidad cultural de las poblaciones, el apoyo a diferentes valores morales, la precaria honestidad de sus dirigentes, y la falta de un sistema económico libre. La envidia sugiere otra cosa, pero la envidia no enriquece a los pueblos.
Hay regiones de África y Asia, y aún de América Latina donde mandan grupos de individuos capaces de sojuzgar despiadadamente a sus coterráneos. En el Congo, por ejemplo, más de 2,5 millones de personas han muerto en una guerra fraticida que lleva dos años y medio, y es la continuación de otras guerras sin fin.
Hay una tendencia, muy humana por cierto, a culpar a otros de las propias fallas, como culpar al sistema económico mundial del empobrecimiento de muchos países a través de sus respectivas deudas externas, soslayando la responsabilidad de los gobernantes y factores de poder o el despilfarro realizado en obras públicas postergables en desmedro de las necesarias, o a que simplemente robaron el dinero que el país pedía prestado, usando la plata mal habida para darse ellos la buena vida.
Recientemente, el presidente Bush destinó a Afganistán una ayuda de 43 millones de dólares en alimentos y remedios, y el año pasado los Estados Unidos habían enviado a ese país una ayuda similar de 114 millones. Los EEUU apoyaron a los musulmanes de Albania durante el conflicto de Kosovo. Se les critica porque no comparten la teoría de que el planeta se está calentando y no ratificaron el tratado de Kyoto. El calentamiento de la Tierra es una teoría en cuanto a sus causas, y el tratado de Kyoto no fue ratificado por nadie.
Hay en estos momentos opiniones diversas. Algunos sugieren que los terroristas sean debidamente identificados y después capturados y derivados a un Tribunal Internacional para que los juzgue y si son convictos, los condene a prisión perpetua.
Otros proponen enviar a aviones sobre los países sospechosos de cobijarlos pero en lugar de arrojarles bombas tirarles paquetes con comida y medicinas. Hermoso como gesto, pero ingenuo: ¿Para qué utilizarían las medicinas los talibánes, por ejemplo? ¿Para las intervenciones quirúrgicas a que someten a las niñas así cuando crecen solo pueden ser esclavas sexuales de sus amos? ¿Cómo utilizarían los alimentos en Sudán? ¿Para distribuirlos entre los esclavos que se porten mejor?
Desde luego, no todos los islámicos son responsables de la barbarie terrorista, así como no todos los terroristas son musulmanes. Aunque disfracen su barbarie de guerra santa, esta no lo es.
Esta es una guerra entre la Civilización y la Barbarie. Es una guerra de la Civilización contra la Barbarie. Y recordemos que la Barbarie, con su inconfundible rostro encapuchado, abre sus brazos a la Envidia, al Odio y al Mal en todas partes.