N ° 20/2001
Buenos Aires, septiembre 17 de 2001.-
Los brutales y salvajes atentados del pasado martes 11 de septiembre contra las Torres Gemelas de New York y el Pentágono en Washington, constituyen no solo el más grave y doloroso atentado terrorista sino el shock que debe terminar con las ideas y posturas erróneas que han llevado al mundo libre a tratar como iguales a quienes quieren destruirnos.
Ante todo mi homenaje a las victimas de tan traicioneros y genocidas atentados. A los bomberos, policías, militares, médicos que en cumplimiento de sus deberes dieron sus vidas salvando la de muchos otros. Como siempre en la historia de Occidente en las horas más duras se encuentran también los más nobles actos de valor y sacrificio. Valga su ejemplo para aquellos que creen que las sociedades capitalistas, abiertas están formadas por personas egoístas, cobardes. En New York y Washington la semana que paso vimos la verdad.
La guerra desatada el pasado martes en el territorio norteamericano no es una guerra entre dos civilizaciones, sino la guerra que la barbarie nos ha declarado a la civilización occidental. A todos nosotros. No nos llamemos a engaño, ni toleremos a los cobardes que repiten el ejemplo de los europeos ante el nazismo y el bolchevismo. Son enemigos jurados, totales y declarados, no ha dialogo posible.
No existe la posibilidad dialogo cuando otro no solo cree que tiene el derecho de matarte, sino que es una misión divina hacerlo. Que además puede hacerlo en forma artera y cuando estas en paz.
No debemos dejarnos derrotar por extraños escrúpulos, de opiniones que apelan vagamente a la paz, al compromiso democrático, al pluralismo. Nuestro enemigo no cree en nada de eso y solo usa esas débiles posiciones como palanca para causarnos aun mayor daño. La detente fracaso en los años de 1930. No haber enfrentado el desafío del nazismo en el primer momento costo luego millones de vidas.
No podemos tratarlos como iguales ya que ellos no lo son. No podemos esperar discutir como personas civilizadas porque no lo son. La civilización implica la convivencia y el compromiso de aceptar reglas comunes de respeto a los derechos del otro.
Está lleno de los antinorteamericanos, que mayoritariamente lo son por ideas socialistas, simpatías con el bolchevismo o el fascismo. Ello aun cuando ignoren ese origen de su odio. Todas las ideas que alimentan ese odio son contrarias al orden social de la libertad.
Más aun el triunfo de los EEUU en la Segunda Guerra Mundial creo las condiciones para establecer democracias en Alemania, Japón y muchos otros países donde se ejerció una suerte de tutelaje.
Esta guerra solo puede ganarse con la conquista y colonización de los países que dan apoyo, asilo y financian a los terroristas islamitas fanatizados. No hay otro camino, además debe incautarse las cuentas bancarias y activos de esos gobiernos y organizaciones.
Para ello habrá que aceptar la necesidad de reeditar un mundo de colonialismo como sucedió en el siglo XIX. Quienes no aceptan esta posibilidad como algo mejor para la humanidad se hallan influenciados por la prédica leninista durante el siglo XX. No es una elección deseada, pero es la mejor opción si además de ganar esta guerra queremos obtener una paz que asegure un mundo sin terroristas fanáticos.
No nos engañemos el martes fueron a los EEUU, pero atacaron a todos quienes integramos la civilización judeo cristiana. Atacaron allí solo porque durante décadas el socialismo (en su vertiente fascista o comunista) ha logrado debilitar al mundo libre e instalar en la opinión de mucha gente la supuesta maldad de la nación norteamericana.
Una predica efectiva que a la vez encubría los crímenes del comunismo, y de las múltiples formas de nazismo ejercidas por estados creados en el proceso de descolonización iniciado luego de 1945. Ni siquiera son verdaderos estados, sino que han tomado el nombre de tales. Solo usan las tribunas y organismos internacionales para justificar su violencia, extorsionar a países más ricos como si la riqueza de ellos fuera por explotación de otros y no por el mérito de su organización institucional.
Pocos días antes en Durban durante una conferencia internacional contra la discriminación racial, religiosa, etc. que organizo la ONU el dinero de los carpinteros y plomeros de Norteamérica financió un coro de odios contra su nación e Israel. Y todavía cuando ambas naciones decidieron retirarse de la conferencia se los acusaba boicotearla.
No debe extrañarnos que haya tanto odio a los EEUU, tanta oposición a participar en la guerra. No se trata del neutralismo tradicional, sino de la imposibilidad de pensar distinto de cómo han vivido por décadas. ¿Qué otra cosa puede esperarse de personas que ven en el Che Guevara un romántico, cuando no era más que un comunista genocida?
No podemos engañarnos en esta lucha estamos llenos de prejuicios que han venido siendo repetidos por más de 50 años en forma sistemática. Quienes creen, repiten que la riqueza de los norteamericanos se debe a una explotación de los países subdesarrollados llevan adelante la justificación leninista. Obviando los cientos de miles de millones de dólares que los norteamericanos se han gastado en ayudar al desarrollo del Tercer Mundo.
Para descalificar a los EEUU la señalan como una nación agresiva e imperialista. Evitan estudiar la historia por la cual se puede saber que en todas las guerras que ha intervenido EEUU han sido para intentar solucionar los desastres de los políticos europeos, aun Vietnam. Que en ninguna de las guerras EEUU ocupo y exploto en su beneficio a los vencidos, que la mayor parte de las veces ni siquiera obtuvo ventajas comerciales. Que en casi todos los casos existió una agresión previa.
En 1954 para evitarse una derrota en Dien Biem Phu los franceses reclamaban que los EEUU emplearan armas atómicas contra los vietminh. Otros pidieron ello en Corea. Sin embargo los norteamericanos jamás abusaron de ese poderío.
Con sentido histórico los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki fueron el shock necesario para que el pueblo japonés despertara y supiera que su emperador no era un semidiós, que la guerra estaba perdida. Muchos años después sabemos que la paz obtenida sobre la cubierta del acorazado Missouri fue democratizadora y pacificadora.
Mientras reclamaron por décadas que los EEUU defendieran al mundo libre, los librara del nazismo, contuviera al comunismo, se dedicaron a denostarlo.
Cada vez que sucede una catástrofe reclaman la ayuda económica de los EEUU, pero jamás nadie ha ido en auxilio de ellos.
Entonces ahora se conduelen con las víctimas, dicen que expresan su solidaridad con ellos pero……………, y ahí viene la descalificación de los EEUU, la atribución de las culpas.
Me hacen recordar a aquellos que dicen condenar el acto del violador, pero para ello necesitan decir que también “con la minifalda que llevaba la mujer…………”. Es la misma conducta inmoral de convertir a la víctima en victimario.
La segunda línea de detente es exigir que la respuesta bélica sea mesurada, que primero se prueben las culpas en forma clara e incontestable. Resulta por demás claro que en una guerra de esta naturaleza esa actitud solo tiene por finalidad proteger a los terroristas que mientras tanto podrán seguir matando inocentes. No se trata de justicia sino de supervivencia.
Por otro lado estos “neutralistas” que moralmente pretenden poner a la Argentina junto a los terroristas deberían ser consecuentes con sus ideas y vivir con lo nuestro, devolver las ayudas del Blindaje, del Salvataje de hace una semana, etc. Porque son unos falsos si quieren la ayuda económica y ahora quieren dar vuelta la cara en la hora en que nos necesitan.
Otro argumento que hemos de oír contra los EEUU, y el Mundo Libre es que su gobierno y sus agencias de seguridad podrían haber evitado el atentado, ¿Cómo no siguieron a esos terroristas, etc.?
Esos argumentos solo demuestran nuestra incomprensión de los EEUU como una sociedad libre. En EEUU nadie mueve un dedo contra un ciudadano o un extranjero si él no ha dado motivos. Las supuestas fallas de seguridad son más una muestra de antinorteamericanismo que reales. Porque no pueden comprender como se vive en una sociedad abierta. Baste un ejemplo en los EEUU no se toman huellas dactilares a ningún ciudadanos salvo que sea acusado por un fiscal, acá se la toman desde niño, nos piden datos de familia, amigos, etc. y llenamos esos formularios con naturalidad. En los EEUU ni sueñan con tales controles.
Hay otra línea de cobardes como el condenado por sucesivas rebeliones Mohamed Seineldin de estrechas vinculaciones a fundamentalistas islámicos, quien desde la cárcel advierte que debemos permanecer neutrales porque podemos sufrir un nuevo atentado. ¿Qué sabe, porque los periodistas progres en este caso le dan tanta manija? Porque los une el mismo denominador común odian al mundo libre, odian a los EEUU.
Un párrafo merece que Argentina ya sufrió dos atentados en la década de 1990. Ellos no obedecieron a nuestra participación en la Guerra del Golfo, mucho más probable se debieron a la valiente decisión de Carlos Menem de cancelar el proyecto del Cóndor II con el cual el gobierno de Raúl Alfonsín estaba armando al régimen genocida de Saddam Hussein.
No en vano los fundamentalistas vinculados a Kadhaffy, Hussein, etc. como Horacio Calderón, Seineldin y sus admiradores Stornelli, Jorge Labake etc. se afanan por acusar a Carlos Menem por la en rigor “no venta de armas” a esos estados enemigos de Occidente e Israel.
La tibia y cobarde actitud del gobierno de expresar estamos al lado de los EEUU dentro del marco de las Naciones Unidas, del TIAR y otras sandeces no deberían extrañarnos. Sin embargo debemos requerir una firme actitud de apoyo y alianza con los EEUU, esos organismos no existen en esta guerra, son solo una tribuna para que los terroristas acusen al mundo libre de los resultados de su propia violencia. La única violencia la practican ellos, la riqueza de Occidente no es fruto de ningún robo o expoliación, esas actividades han sido monopolizadas por los clanes gobernantes del Tercer Mundo, al cual Alfonsín, Carrió, Storani, Moreau, Alfredo Bravo, Soledad Silveyra adhieren con fervor
Nuestro gobierno debería dejar de invocar la ONU como institución que encauce la solución de este conflicto, Me imagino a Osama Bin Laden cuanto se reiría de nuestro canciller y Raúl Alfonsín si ellos le llevaran un mensaje de la Carta de la ONU y le hablaran de la globalización insolidaria.
La ONU es una de las instituciones que deben ser cerradas por su evidente inutilidad. Solo sirven para consumir valioso dinero pagando a burócratas que han financiado a decenas de estados socialistas, autoritarios cuyos pueblos mueren de hambre por sus gobiernos infames. También la mayor parte de otros organismos multilaterales que solo han servido para enriquecer gobernantes venales y fomentar el odio de los pueblos al capitalismo.
También los empresarios deberán prestar más atención a los presupuestos de publicidad y de apoyo a ONGs. Casi todas las grandes empresas parecen estar comprando el apaciguamiento del enemigo. Basta de financiar a quienes están en contra del mundo libre, de la libertad, del derecho de propiedad. En especial a esas ONGs que quisieran devolvernos al mundo preindustrial, así en un nuevo experimento comunista podrían matar de hambre decenas de millones de personas como sucedió en el siglo XX en la URSS y la China Comunista.
Ese creciente grupo de parásitos internacionales usan pasaportes diplomáticos, viven en banquetes, hablan de la pobreza, culpan de ella al capitalismo y al mundo libre, pero cobran sueldos de sus contribuyentes. Pero por sobre todo son los verdaderos cómplices de los regímenes que empobrecen y saquean a los pueblos del Tercer Mundo.
Es una guerra donde que no puede ganarse con actitudes defensivas. Hay que aceptar que este terrorismo tiene como raíz una concepción antigua y genocida, atacan a los EEUU por ser el faro del mundo libre. Esta guerra se gana aceptando que debe atacarse el corazón del problema y en profundidad.
La opción sería aceptar una restricción de las libertades de Occidente. Sería establecer regímenes autoritarios para evitar el triunfo de los totalitarios. Una sinrazón.
El terrorismo islámico es una red global que tiene apoyo de gobiernos, financistas. Tienen dinero y están bien organizados por ello la guerra debe ser llevada al corazón de esos países. Si antes no podía tocarse el dinero y las cuentas bancarias de esos países, de esos terroristas, ahora existen razones suficientes como para hacerlo y ello cumpliendo las leyes.
El problema son los estados y gobiernos que sostienen, dan refugio y financian a esos grupos terroristas fanatizados. No son realmente estados sino grupos de terroristas que adoptan formas de estado para disfrutar de prerrogativas e inmunidades que les permitan agredir a Occidente.
Hasta 1945 las naciones se contaban por algunas decenas, hoy suman más de doscientas. Dentro de esa calificación coexisten democracias occidentales con aventureros, fanáticos, por supuesto dotados de armas sofisticadas. Pero la concepción del estado anterior a la descolonización se refiere a una concepción institucional y moral que no puede ser equiparada a esos grupos despóticos que solo usan los foros internacionales para mendigar, acusar y fomentar odios. Son grupos terroristas disfrazados de gobernantes civilizados, nada más.
Un grupo de políticos, pensadores y diplomáticos casi todos europeos también debe ser despedido. Son aquellos que inventaron teorías de equilibrio regional, como la que frenó al Ejército Norteamericano cuando había quebrado la resistencia de las fuerzas de Saddam Hussein. Ese tipo de políticas ha vuelto a mostrarse errónea, miles de personas pagaron con su vida esa concepción nefasta.
La mayor parte de los pueblos y personas musulmanes son gente pacífica, familiar. Pero otros son fanáticos llenos de odio, que necesitan del enemigo exterior para justificar su totalitarismo interior. Lamentablemente con ellos no hay dialogo posible sino soluciones drásticas.
Esos grupos quieren destruir nuestra forma de vida por lo tanto no hay dialogo posible, no tiene tolerancia a nuestros valores. Sus valores son tan distintos y agresivos hacia los nuestros que de nada vale intentar soluciones que no sean drásticas. No se trata de matar a la gente sino de vencer al sistema que permite gobiernos y grupos terroristas. El primer enemigo está entre nosotros cuando creemos que debemos tratarlos como iguales. No lo son y ello no tendría nada de malo en tanto no quisieran suprimirnos, pero es lo que quieren.
No existe la posibilidad de ser neutrales en este conflicto, sería una cobardía y una amoralidad. Sería estar del lado del Mal. A algunos esta alusión al Bien y al Mal la creen equivocada porque situaría en términos religiosos a esta guerra. No es cierto, se trata exactamente de eso, de combatir al Mal. Si para el enemigo el Bien es matarnos, no cabe duda que eso es nuestro Mal, sería como justificar el genocidio nazi porque ellos pensaban que hacían un bien. El Mal existe y no creer en ello sería un grave traspié en esta batalla, sería ir al combate desarmados.
Por sobre todo esta guerra debe ganarse porque sino el control contra el terrorismo podría intentar hacerse a costa de las libertades personales. Ello sería un triunfo del enemigo.
No se trata de una guerra cualquiera, es la hora de aceptar el reto y comprender que las políticas de detente y financiamiento de esos gobierno han fallado. Es tiempo de intelectuales que digan la verdad, de políticos que tengan el valor de conducir una guerra de conquista.