N ° 19/2001
Buenos Aires, agosto 24 de 2001.-
Mientras mendigamos nuevos fondos al Fondo Monetario, y al Tesoro de los EEUU, nuestros políticos en su gran mayoría se dedican a querer enseñar a las autoridades norteamericanas como se debe proceder en las finanzas mundiales.
Mientras nuestros gobernantes no hacen más que esperar un llamado desde los EEUU que les anuncie que han logrado una vez más aumentar la deuda pública argentina que los salve del desastre al que han traído al país en solo algunos meses, su tiempo es utilizado para bajar línea descalificando nada menos que a los asesores del Presidente George W. Bus. Nada menos que quien debe autorizar y poner el dinero de la ayuda solicitada.
En una actitud inexplicable e irresponsable tratan a las autoridades norteamericanas de “vaqueros inexpertos sin visión política”. Los enojos del Ministro Cavallo con el Secretario del Tesoro Paul O’Neill por haber este último haber dicho algunas importantes verdades no tienen justificación alguna.
Las críticas de los funcionarios del gobierno de la Alianza suenan como las de niños encaprichados porque sus padres no le compran más chocolates. Ni por un momento en su histérico llanto llegan a escuchar que el chocolate en exceso hace mal.
Es el fruto de décadas de una educación que produce un pensamiento único donde se ha logrado evitar que se revisen ideas y procedimientos ya fracasados.
Mucho menos se permiten revisar si la política de gestión y endeudamiento público es correcta. Lo que les ha molestado de Paul O’Neill es que haya dicho la verdad, que políticos y banqueros han estado actuando en forma irresponsable e inescrupulosa.
Para mayor horror esto no viene de un zurdo, de un progre, sino de un dirigente conservador de los EEUU. ¿Pero, como no eran todos capitalistas allá? Justamente por eso lo ha dicho.
Esta historia comenzó en enero de 1995 cuando la administración de Bill Clinton decidió ayudar más rápido y con más dinero al gobierno de Méjico para que este pudiera pagar a los banqueros de Wall Street que a los ciudadanos de California azotados por tormentas excepcionales.
Ya por entonces los republicanos sostenían que el Tesoro norteamericano no debía usar el dinero de los taxpayers (contribuyentes) para salvar la caída de bancos que prestaban a tasas exorbitantes.
No se trata pues de un tema técnico, sino moral. Cuando Paul O’Neill no quiere usar el dinero de los carpinteros y plomeros norteamericanos, no solo se trata de no desperdiciar dinero ajeno, sino de no seguir alimentando un sistema de financiamiento irresponsable de ambos lados.
El “moral hazard” (riesgo moral) del cual se habla se refiere a los bancarios que prestan dinero a una tasa exorbitante para ganarse un mejor bonus a fin de año pero generando una deuda incobrable. El mega canje constituyo la piedra de mayor escándalo cuando el gobierno y un grupo de bancos amigos del poder aumentaron la deuda, además en violación de la Ley 24.156.
Reconvertir deuda por más de U$ 30.000 millones que estaba al 6 o 7% anual (en el caso de los títulos Brady además estaba prepagado el capital) a nueva deuda al 15% anual. Con el efecto de haberla aumentado en más de U$ 40.000 millones.
Mientras algunas voces se alzaron aquí denunciando no solo la posible comisión de delitos, sino el grueso error (como mínimo), la dupla De la Rua-Cavallo dio nuevas señales de estar a la deriva, el factor del empalme comenzó a generar la obvia idea que estamos cerca de una devaluación y ello acelero el retiro de depósitos y la corrida al dólar de los argentinos.
Ante el desastre argentino nuestros países vecinos comenzaron a reclamar al Presidente de los EEUU que hicieran una nueva ayuda, ya no solo somos mendigos, sino que además nuestros vecinos comienzan a temer contagiarse.
Hasta ahora de la “herencia recibida” este gobierno debe agradecer la fortaleza del sistema monetario y del financiero, las relaciones internacionales, el monto de las reservas existentes. Todo ello ha permitido que en 19 meses de gruesos errores Argentina este al borde del default, pero aun mantenga un hálito de esperanza de evitar el desastre.
Recordando a Pirro cada vez que escucho al caradura del Presidente de la Ruina decir que ha ganado una batalla, que hemos vencido, pienso “otra victoria como está y estamos acabados”. Cada victoria de este gobierno ha costado miles de millones de dólares en pérdidas de productividad, de producción del PBI, de reservas y unos cuantas decenas de miles de millones de dólares en nuevas deudas.
Esta última victoria nos ha costado nada menos que U$ 8.000 millones de nueva deuda. Y este irresponsable anuncia una victoria. Ni siquiera ha tenido una política de déficit fiscal cero, es el resultado de todas sus malas políticas durante 19 meses, del agotamiento del crédito. El déficit cero no es una decisión del gobierno sino una consecuencia de sus malas decisiones.
Han sido sus equivocaciones, bien gruesas, las que han producido la especulación negativa sobre Argentina. Suena cansador repetir que a fines de 1999 Argentina había salido de la recesión, todavía era lenta la recuperación pero ya existía. Fueron sus reiterados impuestazos, mientras prometía no subirlos, los que desalentaron el consumo, la inversión y nos llevaron a la depresión actual.
Nadie va a invertir en un país donde cada tres meses el gobierno mete la mano el bolsillo de la sociedad. La demostración de su mala administración es que aun con las reducciones de salarios, con las obras del Plan de Infraestructura jamás iniciadas pero anunciadas ya nueve veces, en julio de este año el Gobierno Federal gasto $ 51 millones más que en el año 2000.
También que el aumento del déficit para este año fue una modificación legal impulsada por el actual gobierno ante el fracaso de su impuestazo.
Para rematar su locura política tocaron la convertibilidad de la moneda, anunciando con fatal arrogancia que el peso sería más fuerte que el dólar, que eso que llaman los mercados son seis jóvenes detrás de una computadora que no entienden nada. Olvidando que mercado somos millones de personas retirando depósitos, vendiendo activos, etc.
Obviamente han tenido la inestimable colaboración de los irresponsables como Raúl Alfonsín, Lilota Carrió y su corte de periodistas ignorantes, capaces de repetir mentiras con cara de grave denuncia. O de directores de los bancos oficiales como Ignacio de Mendiguren, etc. todos pidiendo una devaluación como salida de los problemas financieros del Estado. Hay que aclarar que esa salida es saltar de la sartén al fuego.
No han ganado ninguna batalla, es más la derrota que han inflingido a la Nación y su pueblo se cuenta por miles de millones de dólares, centenares de miles de emigrados y nuevos desempleados.
Si hoy dejaran el gobierno, solamente volver al punto de partida será un esfuerzo enorme. Debemos mucho más, nuestro riesgo país se ha triplicado, los inversores tienen pánico que nuestros dirigentes sigan robando sus propiedades por la vía de mayores impuestos. Ciertamente estamos mucho peor.
En cuanto a su mensaje de victoria luego de recibir el nuevo salvavidas del FMI, diciendo que a él “no le importaban las elecciones” también debemos recordar que hace dos semanas se acerco a votar en las elecciones internas de su propio partido y distrito lo cual demostraba cuan poco le importan una elecciones nacionales que renuevan la mitad de los diputados y la totalidad del Senado Nacional.
Su propuesta de realizar un plebiscito que costaría solo U$ 30 millones para saber si el pueblo quiere reducir el costo de la política es otra muestra de su desprecio por nuestra inteligencia. Esto lo había anunciado también el 1° de marzo al inaugurar las sesiones del Congreso Nacional.
Este plebiscito es más o menos como preguntarle a un sediento en el desierto si quiere agua. La respuesta es conocida de antemano y en realidad encubre su enorme interés por las elecciones y tener algún triunfo que le permita cumplir con la ambición que anego en el mensaje. Quedarse en la Casa Rosada siendo reelegido en el año 2.003. Algo que no debe interesarle mucho a él, pero que sus hijos y su esposa cuando la euforia del “blindaje 2.001” que resolvía nuestras penas y despejaba incertidumbres, aseguraba el crecimiento, promovería el empleo, etc. se encargaron de “bajar” en varios medios. También le podemos creer esta mentira.
Una cuestión no menor de este político mentiroso e incapaz es su huella por la vida pública. En 1989 en cuanto perdió su banca de Senador Nacional se apuro a solicitar su jubilación de privilegio, en la campaña electoral de 1999 aseguro que la había donado (se cree mejor por hacer caridad con el dinero ajeno, algo típico del socialismo), lo cual hace pocos días se supo resulto falso. Fue el vocero del proyecto de ley de correos que su actual ministro de economía señalaba favorecía una mafia, ahora se felicitan nuevamente por haber seguido echando nafta al fuego.
En cuanto a la reducción del gasto de la política, también mostró el camino cuando en 1996 la Alianza que había prometido reducir el Concejo Delirante de Buenos Aires a la mitad, solo le cambio el nombre por Legislatura y le dejo los mismos 60 miembros, cuando una ciudad como Miami tiene solo 6 (el 10%). También impulsaron las alcaidías para repartir cargos entre los punteros, son 14 pero organizadas desde arriba.
De la Rua ha sido Senador Nacional de 1983 a 1989, Diputado Nacional de 1991 a 1992, otra vez Senador Nacional de 1992 a 1996, de 1996 a 1999 fue el Intendente y Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (tercer presupuesto nacional), y ya lleva 19 meses como Presidente de la Nación. Todavía hoy no tiene un proyecto de ley de coparticipación federal de impuestos, algo que al menos en la ciudad de Buenos Aires debió ocuparlo.
En suma jamás se ha ocupado de administrar, ejercer los cargos en beneficio de sus ciudadanos, sino solo como un escalón más de su carrera, hábito tan profundo que le impide advertir que ya no hay más escalones que ascender, y que todo este pueblo está esperando el momento en que comenzara a bajar, entonces será el tiempo en que verá las caras de estos ciudadanos de quienes se está burlando en forma descarada.
Deje de golpear mesas, de poner cara de prócer, en solo 19 meses ha demostrado ser el peor presidente de nuestra historia.