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N ° 15/2001

Buenos Aires, junio 18 de 2001.-

CALIFORNIA Y BRASIL, TAMBIÉN CAMINO AL ICEBERG

      La crisis energética de California y Brasil tiene origen en la concepción intervensionista de ambos estados. En California las regulaciones y precios máximos de la electricidad a los consumidores llevaron a la quiebra a las empresas proveedoras, impidiendo inversiones. En Brasil la negativa a privatizar las empresas energéticas y la regulación de precios también llevaro a una crisis sin proporciones.

      En Brasil esperan una solución divina, como podrían haber esperado hace 6000 años los egipcios, que llueva mucho. La equivocada política estatista no tiene ningún otro remedio antes de dos años por lo menos, pero siempre que se tomen medidas privatizadoras, aunque sea permitir inversiones privadas por un largo plazo en competencia con las empresas estatales que no quieren privatizar, con un mercado libre donde puedan competir honestamente. De otro modo la noche brasileña seguirá creciendo.

       Ahí están los beneficios del progresismo, de aquellos que se llenan la boca contra la privatización, los que quieren volver a la veda eléctrica. Miremos a Brasil para reflexionar si las privatizaciones fueron buenas o malas. Pensemos en los millones de empleos que se perderán estos años en Brasil por falta de energía eléctrica.

       Más al norte el inefable y demagogo gobernador de California Gray Davis parece haber tomado un curso acelerado de alfonsinismo, ya que como solución al problema que genero el control de precios de la electricidad ahora propone como solución el control de precios de todos los combustibles, porque “así se asegurará” la rentabilidad de las compañías eléctricas.

       Gray Davis ha dicho con extraña racionalidad “créanme si quisiera subir las tarifas eléctricas el problema quedaría resuelto en menos de 20 minutos”. En otras palabras el problema económico del suministro de energía en california es simple. Las empresas y ciudadanos de California podrían tener toda la electricidad que quisieran con un medida simple: pagar por ella.

       Pero en California como en Brasil y Argentina existen políticos que dicen proteger a sus ciudadanos con regulaciones anti económicas, contrarias al capital, a la producción de la riqueza. Pero esta demagogia de controlar precios que ha fracasado desde el antes del Imperio Romano, tampoco puede triunfar en California.

       Venezuela es el primer exportador de petróleo a los EEUU. Seguramente Chávez le venderá el petróleo a precio controlado. O los “demócratas” empezarán una guerra para controlar las fuentes de extracción de petróleo.

       Cualquiera sabe que ambas posibilidades son una fantasía, por lo tanto si las propuesta del demagogo Davis tuvieran éxito pronto la economía norteamericana entrará en un colapso similar al brasileño, destruyendo más puestos de trabajo, la productividad empresarial y laboral y con un poco de suerte nuestros vernáculos retrasados podrán festejar la victoria sobre el imperialismo yanqui, señalando que el capitalismo y el libre mercado son un fracaso.

       Como consuelo nuestro Standard & Poors ha rebajado la calificación de los bonos del estado de California y ha señalado a los mercados que corren serio riesgo de default. Lo que demuestra que no hay una perversidad anti Argentina de los yanquis, sino que a todas las malas políticas se las castiga por igual.

       Por distintos caminos, el progresismo brasileño y californiano, están conduciendo sus economías como el Titanic hacia el iceberg, a toda velocidad y con la misma soberbia intelectual que tuvieron los constructores y oficiales del paquebote.

       Ya después conseguirán periodistas ignorantes, tecnócratas y políticos que le echen la culpa a las empresas privadas, al libre mercado, a los especuladores, etc. de forma tal de disimular sus yerros. Mientras tanto un poco más al sur nos quieren hacer creer que “todos somos aerolíneas” y otras sandeces anti privatistas.

 

 

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