N ° 10/2001
Buenos Aires, abril 09 de 2001.-
"Si por cualquier circunstancia se produjera en la transición un aumento del déficit mayor al previsto, éste deberá atenderse con reducciones en el gasto público y no mediante la creación de nuevos impuestos" Domingo Cavallo, Un hombre, un empleo, Plataforma de gobierno de la campaña presidencial de 1999 de Acción por la República.
N. de la R. ¿Se le olvidó a Cavallo?
“No tuvimos remedios propios para la crisis económica” Darío Alessandro, presidente del Bloque de Diputados nacionales de la Alianza UCR-Frepaso, La Nueva Provincia, 09/04/2001.
Nota de Ámbito Financiero: Se habló allí en San Isidro de que el recientemente elegido obispo Jorge Mejía les ha pedido a sus amigos del Club San Isidro la organización de una misa con toda la pompa para cuando regrese al país el mes próximo. Un festejo por su ascenso a cardenal que no ahorre nada y justifique, tal vez, el mote de «Caramelo» que se ganó en el seminario por lo dulce. Rara esta actitud de Mejía, decían, sobre todo en comparación con la de Jorge Bergoglio, casi un asceta, quien ni siquiera ocupa la casa de que dispone en Olivos como arzobispo de Buenos Aires. Pero no todos los curas son iguales: Mejía y su clan de Justo Laguna, Jorge Cassaretto, Bianchi Di Cárcano y José María Arancedo ya organizan la liturgia para la misa en la Catedral, una fiesta en la que por pedido de Mejía hasta participarán los jóvenes del padre Rubén Segade, un sacerdote especializado en coros de niños y también experto probador de órganos. Tanto entusiasmo por apoyarlo a «Caramelo» es comprensible: en agradecimiento, luego los espera la estadía gratuita en el Palazzo San Calissto, la lujosa residencia que ocupa Mejía en el Trastevere y que por su nueva condición cardenalicia le ha quedado garantizada de por vida. Allí irán todos a continuar ese estilo de vida con Mejía y su secretario privado, Luccio, hombre de confianza y también para toda la vida.