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N ° 09/2001

Buenos Aires, marzo 26 de 2001.-

EL PESO DE LA VERDAD

“Los edictos reales nos afligen aún antes de conocerlos, porque hablan siempre de las urgencias del monarca y nunca de las necesidades del pueblo”

Montesquieu, Del Espíritu de las Leyes, 1748

N. de la R. Cambiar edictos reales por leyes y decretos nacionales y las urgencias del monarca por las urgencias del Estado y su Presidente y donde dice “necesidades del pueblo” debe leerse “derechos de los ciudadanos”.

       No hay hombres providenciales, sí hay medidas providenciales. Son las medidas que tomé Domingo Cavallo las que podrían resolver la crisis, no su persona.

       Debemos preguntarnos si las medidas que vagamente Cavallo ha dejado trascender y las que contiene el llamado proyecto de ley de la competitividad las hubiéramos apoyado si las proponía Machinea, o José Ber Gelbard, o Martínez de Hoz, o Bernardo Grinspun. Ciertamente la respuesta es que las hubiéramos criticado sin ninguna compasión. Porque no son liberales, ni ortodoxas, son hasta ahora un impuestazo y una vuelta al proteccionismo y a la discrecionalidad de los gobernantes, es decir al autoritarismo.

       No se trata de dictadores buenos o malos, se trata de tener las instituciones adecuadas. Por resistirnos a ello y siempre volver a buscar hombres providenciales echamos por la borda el cambio que significó la Constitución de 1853 en sus primeras cuatro décadas de vigencia.

       Para que los militantes de Franja Morada y otras fuerzas socialistas no paguen sus estudios, para que Río Gallegos tenga un autódromo, y el estado argentino siga sin reducir su gasto, no se privatice el Banco de la Nación, ni se arancelen las universidades socialistas, el Mago Equino lanzo su plan, por ahora; antiliberal, corporativo que como la droga trae la ilusión de una alegría y felicidad cuyo final suele ser mucho peor.

       La mal llamada ley de competitividad que Domingo Cavallo impulsa, junto a los mismos fracasados de la Alianza que aprobaron impuestazos, el Austral, la hiperinflación, etc., rechazaron la reforma del estado y la convertibilidad en 1989 y 1991, son sus máximos escuderos en el Congreso de la Nación.

       Repentinamente Domingo Cavallo culpable de casi todos los males de la economía argentina según el radicalismo y el Frepaso se convirtió en quien tiene la solución y hay que apoyar en forma incondicional.

       Habría que preguntarle al Chacho Kimble Álvarez y Juan Pablo Cafiero para que dejaron el Partido Justicialista cuando Carlos Menem nombro a Cavallo Ministro de Economía.

       ¿Quién se equivocó? ¿Cuanto se mintió durante el gobierno de Carlos Menem?

       Al menos pidan perdón.

       Pero tal vez no piden perdón porque aunque todos creen que Cavallo es un dirigente liberal su actual programa lo muestra como lo que realmente es; un tecnócrata pragmático y también un “político” (dicho esto con total respeto). Este último dato permite entender porque López Murphy fracasó antes de empezar y Cavallo está consiguiendo la delegación de poderes legislativos sin presentar ningún plan concreto.

       A casi todos les ha hecho creer que hará lo que ellos piensan. Seguramente cuando tenga los superpoderes hasta don Fernando Devalúa quedará sorprendido.

       Hasta este momento y como es habitual, el programa ha sido un impuestazo y una medida proteccionista (suba de aranceles aduaneros) que implica reducir salarios y cerrar la economía.

       Para empezar se arruinarán los que comercian productos importados y se perderán empleos en esas empresas, que nadie asegura serán creados en otras.

       La Argentina tuvo su economía cerrada por décadas y no por ellos los empresarios industriales lograron exportar más. Más bien al contrario se contentaron con expoliar al mercado interno y corromper a los políticos para mantener sus privilegios.

       Aumentar los aranceles es también reducir el salario de los trabajadores, desempleados, etc. y sobre todo es “transferir dinero a algunos empresarios elegidos a dedo”, aun cuando se usen excusas más o menos proteccionistas, lo cierto es que siempre existirá un funcionario, o varios, que decidirán a quien beneficiar con este privilegio.

       Cabe aclarar que esta suba de aranceles para los productos de consumo es también una transferencia de dinero para empresarios brasileños, paraguayos y uruguayos que se verán beneficiados por el MERCOSUR.

       La decisión de por sí es corrupta porque implica robarle a unos para beneficiar a otro, pero que igualmente permite la corrupción administrativa de los funcionarios que tengan el dedazo para subir o bajar los aranceles.

       Lo cual fue además confesado por el Diputado Raúl Baglini al momento de debatir en particular el artículo 1° del nuevo impuestazo. Primero lamentando que hoy no existe la posibilidad de hacer política monetaria (gracias a la convertibilidad porque con la experiencia radical de 1983 a 1989 si en este gobierno pudieran hacerlo ya estábamos en hiperinflación otra vez) las políticas activas se harán moviendo aranceles selectivamente.

       La mejor forma de evitar la corrupción son las normas generales e iguales para todos, cuando entra la discreción entra la corrupción. No se trata de la moral de los funcionarios aun sin coimear la decisión es corrupta, porque están decidiendo un subsidio para algunos que pagan los demás, y lo más grave es que resulta difícil de verlo para la mayoría.

       Es más fácil ver el sobreprecio en una compra, en una obra; que el dinero que nos sacan vía subsidios y protecciones parciales. En ambos casos hay corrupción, solo que los sobreprecios suceden una vez y los subsidios permanecen y resultan más difíciles de suprimir.

       Algunos ensayan como justificación que ha sido parte de una transacción política para obtener los votos necesarios para aprobar los “superpoderes” que reclama el gobierno, lo que demuestra la naturaleza corrupta de la medida.

       A quienes sostienen que la Argentina enfrenta subsidios y por eso debe subir sus aranceles aduaneros, hay que señalarles que tenemos la formidable protección de los costos de fletes, seguros, etc. además de los derechos de “estadística”, y un arancel de hasta el 35%.

       ¿Estamos desprotegidos? Sí, los ciudadanos estamos indefensos.

       La convertibilidad atacada porque supuestamente quito competitividad a las empresas argentinas ha permitido que en la década que llevamos con ella hayamos incrementado las exportaciones en más de un 150% anual promedio. Y ello sin contar la exportación de servicios, entre los cuales está el turismo. Exportación que estamos por perder en gran parte por la inseguridad personal.

       A quienes reclaman una baja de las tasas de interés y salir de la convertibilidad, hay que advertirles que ambas medidas son incompatibles con el actual nivel de gasto público. Si Argentina abandona la convertibilidad con el dólar la inflación solo podría evitarse con tasas de interés muy altas.

       En la página 34 de su libro El Peso de la Verdad, Domingo Cavallo, explica que “la eliminación de trabas cuantitativas al comercio exterior y baja de los aranceles de importación se trataba de una política que, a pesar de su racionalidad reconocida por la gran mayoría de los expertos, había sido permanentemente postergada por la presión de lobbies e intereses muy poderosos, que no veían con buenos ojos el proceso de apertura de la economía”.

       Son la palabras de Cavallo en su libro, seguramente bien pensadas y revisadas, no las arrancadas en una noche de furia y locura por la derrota electoral las que hoy adquieren el nombre de su libro. Tienen el peso de la verdad. ¿Han vuelto a triunfar los lobbies y los intereses de algunos empresarios? ¿Como lo convencieron de cambiar lo bueno por lo malo?

       Los superpoderes se justifican en una emergencia que todos suponemos pero nadie explica. Mucho menos sus ideólogos que hoy lunes 26 de marzo a las 8 horas y 29 minutos en Madrid por boca de Domingo Cavallo le hicieron saber a los empresarios españoles que “las dificultades que sufre el país son provisionales. No necesitamos más apoyo financiero, pronto sobrarán los recursos”.

       Frente a una emergencia pública como nos dicen hay que preguntarse algunas cosas, si pronto sobrarán los recursos al estado, jamás los nuestros. A López Murphy lo mataron porque quería recortar $ 2.000 millones de gasto público y reasignar partidas, Cavallo anunció que no recortaría los ‘fondos especiales’, ni los privilegios de Franja Morada, ¿de donde saldrán esos recursos?

       Fácilmente contestable, de los bolsillos de la ciudadanía bancarizada a la fuerza y en violación de sus derechos de comerciar libremente, no de los ingresos aduaneros porque la caída de importación compensará los mayores aranceles y como también sabe Cavallo la teoría de las simetrías hará que cuando bajen las importaciones también caigan las exportaciones. Por eso el dinero que va a sobrar, le va sobrar al estado y nos va a faltar a los ciudadanos.

       Queda una segunda posibilidad y es que Cavallo haya engañado a los legisladores, al resto del gabinete y realmente haga el necesario recorte de gasto público. También a los expertos tributarios que obstruyen cualquier reforma que simplifique los impuestos vigentes y les quite la justificación para cobrar jugosos honorarios a los privados y coimas en los organismos de recaudación.

       Por ahora parece que estamos viviendo un nuevo “acuerdo inmoral” entre políticos zurdos, progres que se tragan el sapo de un político y economista capitalista con tal que los saque del pozo mientras ellos esperan a su amparo obtener los votos que les permitan seguir obstruyendo soluciones sensatas y razonables que permitan eliminar la discrecionalidad y avasallamiento de los derechos de propiedad y las libertades.

       Pero ahora estamos ante el peso de la verdad.

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Los radicales han demostrado una vez más su incapacidad para gobernar y los partidos políticos que no pueden ejercer el poder bien no tienen razón para existir.

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La Alianza jamás tuvo un programa de gobierno, salvo la persecución del anterior gobierno. La prueba de ello es que prometieron bajar impuestos y los subieron, dijeron que aumentarían las exportaciones y la actividad económica y abortaron la salida de la recesión prologándola hasta hoy. Renegaron de las transformaciones de la gestión Menem – Cavallo, denostaron a López Murphy y a los 15 meses llamaron primero a López Murphy y luego a Cavallo para que aplicaran planes económicos que ellos ignoran.

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 También para Cavallo que deberá demostrar que tiene un plan aplicable, ahora que poco más puede confiscarse a los bolsillos privados y los prestamistas comienzan a retacear seguir financiando la fiesta de los políticos. Fiesta que para ser justos muchos votan y reclaman.

      Durante los 15 largos meses de gobierno de la Alianza el Justicialismo ha apoyado más que los propios dirigentes de esa fuerza, aún las políticas que advertían estaban equivocadas. Baste recordar que en octubre pasado se voto una ley de emergencia económica que implicó violar los derechos de los acreedores del estado, que luego la Alianza para obtener el préstamo de salvataje que llamaron blindaje, incumplió la ley de convertibilidad fiscal y aumento la autorización del déficit fiscal.

 Si quieren dar los superpoderes al ejecutivo al menos habría que juzgar políticamente al incapaz y audaz que accedió a la presidencia engañando a la mayoría de los argentinos. Como reconociera Alfonsín los radicales siguen como en 1989, sin saber, sin querer y sin poder.

       Seguramente muchos pensamos que de entre las opciones políticas posibles frente a este desgobierno Domingo Cavallo es una de las mejores. Pero no creo que la última, la cuestión es cual será el costo que todos hemos de sufrir si Cavallo fracasa. Decir que es la última sirve para presionar al Congreso y ciertamente puede ser la última para Fernando de la Ruina, su corte y su partido. Ese sí es el peso de la verdad y tal vez sea hora de afrontarla.

 

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