N ° 09/2001
Buenos Aires, marzo 26 de 2001.-
El mal gusto arruinar los fines de semana parece una costumbre radical bastante repetida por cierto. Semana Santa de 1987, en marzo del 2001 ya van otros tres. Siguiendo con su mal gusto nuestro actual ¿presidente? decidió ocupar además el día del señor para anunciarnos que ahora quiere poderes extraordinarios.
Algo de historia podría ayudarnos a entender a este reclamo autoritario de quien ya fracaso, y que para mayor gravedad ni siquiera pide esos poderes para sí mismo sino para otros. En la antigua Roma cuando existían graves crisis, por lo general bélicas, el Senado podía designar un gobernante con facultades extraordinarias, la suma del poder público y por un tiempo determinado, se lo llamaba “el dictador”.
El 22 de marzo fue el día en que el gobierno, el establishment y gran parte del periodismo reclamaban que los Diputados voten facultades extraordinarias para el Gobierno es una fecha donde en 1933 el Reichstag las concedió al “canciller” Adolf Hitler.
Triste fecha, inmenso recuerdo para entender que las crisis no se resuelven concentrando el poder, sino quitándole poder al estado. Triste fecha que debería hacernos ver que la mayoría no tiene razón por muchos que sean. La democracia no es un sistema que asegura que la verdad la da una mayoría, sino un sistema donde las mayoría debe respetar los derechos aunque sean de la minoría, de uno solo.
Debemos haber vivido una fantasía si recordamos que el ex Senador Fernando de la Ruina, cada vez más cerca de ser el ex presidente Fernando Devalúa, alguna vez critico que el ex Presidente Carlos Menem gobernaba por decreto que eso era autoritario y que violentaba la Constitución.
Los decretos son una norma prevista por la Constitución, la delegación de poderes legislativos es un paso más cerca del autoritarismo.
No debe ser la misma persona. Tampoco fueron los dirigentes que hoy reclaman el apoyo incondicional al presidente desde un partido que nació oponiéndose justamente a apoyar de esa forma al Presidente Juárez Celman. Si no lo hubieran hecho los argentinos nos habríamos ahorrado todas las calamidades que el radicalismo ha producido en su centenaria historia.
Pero el reclamo de “delegación de facultades extraordinarias” que impulsó el entonces aspirante a Ministro Domingo Cavallo también me trajo a la memoria una frase de Lord Acton que se haya entre los paradigmas de la creación de la república liberal como modelo de gobierno. Decía Lord Acton, “el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”.
Por eso cuando reclaman la delegación de facultades legislativas extraordinarias que supuestamente permitiría el artículo 76 de la Constitución Nacional, y lo hacen en nombre de la salvación de la patria, de la república, yo digo 76 veces NO.
La república se salva cumpliendo la Constitución, en especial en cuanto a la limitación de todo el poder del estado y el cumplimiento de las garantías constitucionales.
Jamás fueron un partido respetuoso de la Constitución, solo la usan de máscara. Por eso una vez más 76 veces NO.
Ante la total incapacidad del presidente Fernando de la Ruina y el partido radical para gobernar resulta obvio que muchos estén respaldando la delegación de las facultades legislativas a Domingo Cavallo. Mucho más cuando se ven en la TV los debates del Congreso, tortuosos y con la mirada casi siempre hacia atrás. Las facultades que además esas personas están en favor de delegar a favor de Domingo Cavallo serán en realidad delegadas al incapaz que ocupa la Presidencia de la Nación, que con un caradurismo sin igual aseguró que “él sería el garante de su buen uso”.
Hace solo 25 días el Presidente de la Nación Fernando de la Ruina al inaugurar las sesiones del Congreso expreso que el déficit estaba controlado y existía financiamiento asegurado para el estado por dos años. Solo dos días más bastaron para desnudar la crisis que aun no explicitan.
Si hay crisis debe haber responsables. Sino la hay, es un atropello a las instituciones de la República.
Mágicamente nadie ha apuntado a los grandes irresponsables que nos sumergieron en esta crisis. El triunvirato de la Alianza que encabezan Raúl Alfonsín, Chacho Kimble Álvarez y don Frenando de la Ruina, cada día más cerca de ser Devalúa. En especial este último, que jamás ejerció el poder y ahora lo entrego, porque si Cavallo fracasa a don de la Ruina solo le quedará la renuncia.
Una vez más el radicalismo ha acreditado su incapacidad para gobernar, pero como salida a una crisis se piden más poderes.
Por favor si quieren hacer un golpe de estado disimulado no olviden darle también las facultades judiciales. En Roma los dictadores también las tenían, sería injusto que nuestro poder judicial que sabe más de corrupción que de justicia siga ejerciendo también sus facultades. Si hacen un golpe háganlo por todo. Sino que se hagan responsables de sus errores y renuncien.
La concentración de poderes, la excusa de la emergencia, ha sido la fórmula mágica para que los irresponsables no paguen sus culpas. Alguna vez debemos comprender que repetir errores no nos sacará de la crisis, todo lo más nos lleva a una nueva y cada vez más grave.