N ° 08/2001
Buenos Aires, marzo 12 de 2001.-
La otra cara de la alegría y omertá mediática se llama “propaganda oficial”, y en estos meses de crisis al menos deberían disimular.
La costosa campaña para promocionar el “salvataje” que la neohabla aliancista llama “blindaje”, debería ser expuesta como una demostración de cómo el gobierno alquila simpatías en los medios y se malgasta el dinero en hacer propaganda con fines partidistas.
Eso hasta se podría calificar como administración fraudulenta, ya que usan dinero ajeno que administran por un mandato legal con fines de beneficiar a un tercero.
Es la total inescrupulosidad de estas campañas donde los gobiernos nos aumentan los impuestos (actuales y futuros, estos vía un mayor endeudamiento público), rebajan los salarios de sus empleados y todo ello para hacerse propaganda.
Si uno llega a considerar además el objeto de las propagandas y campañas además podría enloquecer, salvo que aceptemos que podrían existir retornos, devolución de favores, etc., o la obvia complacencia de periodistas y ciertos grupos de medios favorecidos.
Como muestra está la campaña publicitaria menos conocida de difusión de la carne argentina en el exterior, mientras el Senasa y los inútiles de la Secretaría de Agricultura de la Nación y del Ministerio del Interior (encargado de la seguridad de las fronteras) recuperaban la aftosa para nuestro país. Un triste honor del cual ningún funcionario se hizo responsable, pero mientras tanto delegaciones invitadas el Secretario de Turismo por Hernán Lombardi y el ex Secretario de Agricultura Antonio Berhongaray realizaron costosos viajes para difundir la carne que ya no podemos exportar.
La Defensoría del Pueblo de la Nación y el Instituto Nacional contra la Discriminación (INADI) dirigido este último por Raúl Zaffaroni llenan la mayor parte de las tandas publicitarias radiales con una propaganda innecesaria e injustificable.
El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires se gasta montañas de dinero en difundir un programa de escuelas bilingües luego de empezadas las clases, lo que demuestra que el objetivo no fue que los padres pudieran enviar sus hijos a esos colegios, sino hacerse autobombo. Por cierto si la educación es lo primero disimulan muy bien Aníbal Ibarra y Cecilia Lewinsky Felgueras, ya que parece primero la propaganda.
Por ejemplo; ¿no sería mejor destinar el dinero de esa publicidad a mejora de escuelas cuyos techos se derrumban por la corrupción de la misma Alianza, o capacitar docentes?
Siguiendo con la corrupción de la propaganda oficial tampoco escapa a ello el gobierno de la Provincia de Buenos Aires, que llena de auspicios cuanto programa periodístico existe.
Pero también se puede explicar la oposición a privatizar bancos oficiales que prestan caro y mal, u otras empresas, porque desde ellos se pagan también millonarias pautas publicitarias para ganar el favor de periodistas.
Por cierto que los periodistas alquilados con la prebenda de nuestro dinero hacen campaña a favor del gobierno, contra el modelo “neoliberal”, etc. y hasta hablan de la corrupción sin siquiera sonrojarse de la propia.
Lo que tanto les duele a muchos de esos periodistas es que ya no pueden recibir “sobres”, ni auspicios, propagandas de ENTEL, ENCoTel, Gas del Estado, Segba, Hidronor, Agua y Energía, etc. Les molesta haber perdido su parte del botín, jamás perdonarán que se hayan vendido esas empresas y eso que todavía de muchas de ellas reciben auspicios para comprar el silencio sobre ciertos temas.
Si López Murphy y los economistas de FIEL quieren bajar gasto público rápido pueden meter tijera en el gasto de publicidad oficial, que es una burda e ineficaz propaganda, además de corrupta.