N ° 07/2002
Buenos Aires, julio 08 de 2002.-
Una vez más la Policía de la Provincia de Buenos Aires se ve comprometida en un escándalo, y como tantas otras veces la solución es encargada a inexpertos, amateurs y se hace un cambio de cúpula policial.
Cambiar hombres mientras la institución siga igual no permite alentar esperanzas de una solución real. El radicalismo y el Frepaso han tenido inclusive el control del congreso bonaerense, es decir son tan responsables de esta situación como el aparato del duhaldismo. Esa coalición mazorquera no quiere una reforma de la Policía Bonaerense porque implica una pérdida de poder político.
Los policías pueden querer reformas, mejorar la profesionalidad pero no pueden proponer la mejor solución posible.
Con un territorio tan extenso como Francia, población rural y urbana con realidades muy distintas, e inclusive regiones urbanas muy distintas y demasiado extensas resulta claro que la policía bonaerense no puede continuar como una fuerza centralizada. El gran Buenos Aires mismo tiene una extensión y población cuyas realidades son imposibles de manejar centralizadamente. San Fernando y Florencio Varela distan 100 Km.
Tampoco pueden continuar las comisarías siendo una suerte de cárcel para imputados. Ello hace que los patrulleros tengan que hacer de transporte judicial de imputados en lugar de patrullar. Los policías hacen de carceleros y no de agentes de seguridad.
Sus 45.000 o 48.000, en Argentina la contabilidad es tan creativa que la cifra de agentes varia según el político o periodista que la menciona, deberían ser municipalizados en su gran mayoría.
La reforma que los ciudadanos bonaerenses necesitan es que 40.000 agentes sean municipalizados. Tener su comisario propio en cada municipio, su fuerza policial al alcance de la mano y no una persona de Tigre, San Fernando, Morón, Merlo, Quilmes, para mencionar nada más el conurbano, porque después está la zona rural, o Bahía Blanca, Mar del Plata, Tandil, Olavaria, Azul tener que discutir su presupuesto, sus recursos y órdenes en la ciudad de La Plata.
La Provincia de Buenos Aires debe hacer una reforma de su policía tomando el modelo de los estados norteamericanos, cada municipio debe hacerse cargo de su seguridad y la Provincia con los restantes cinco u ocho mil agentes debe actuar como una fuerza de investigación judicial, asegurar el refuerzo ante crisis de conmoción popular, es decir la guardia de infantería policial, vías de acceso.
De esa forma cada intendente deberá asegurarse los recursos y podrá actuar con mayor responsabilidad en resolver la seguridad de su jurisdicción. La misma policía podrá perfeccionarse, profesionalizarse y mejorar su combate al delito por la prevención. Y sobre todo los vecinos de cada municipio podrán hacerse más responsables también de la administración municipal y de la seguridad en su barrio.
Algunos saldrán con razonamientos alambicados contra esta propuesta, pero lo cierto es que cada día que pasa la “mejor policía del mundo”, la que nos dejo el usurpador y la mazorca es más ineficiente y tiene enormes problemas de gestión. Lo que también hace que haya una seguridad para los ricos y otra para los pobres. Los ricos pagan la custodia del barrio cerrado, del country (aun cuando eso no les garantiza seguridad) y tienen una forma de policía propia. Ello demuestra que el modelo de seguridad municipalizado funciona, que inclusive los habitantes de esos barrios discuten y establecen normas que les son convenientes para tener alguna seguridad adicional.
Inclusive obligará a que jueces y fiscales actúen con mayor responsabilidad y eficiencia, porque serán los vecinos los que podrán saber si la policía esta bien entrenada, pagada, cuenta con los medios necesarios y si los usa bien. Y si lo hace sabrá que los delincuentes están sueltos por la ineficiencia o desidia de la justicia. Y también podrá asegurarse que sus impuestos municipales pagan sus policías y no podrá querer pagar mal o con dinero ajeno a su policía.
Esta reforma no es querida por muchos políticos, porque acá no resignan poder, quieren acumularlo aun cuando no sepan que hacer con él.
La seguridad y la reforma policial no es una cuestión de estado, ni de los políticos, es una cuestión ciudadana, cuanto más cerca de los ciudadanos esté mejor podrá funcionar.