N ° 07/2001
Buenos Aires, febrero 26 de 2001.-
“Hoy una mujer necesita casi el doble de puntaje que un varón para acceder a un cargo suplente. Decidimos modificar la reglamentación del Estatuto en este punto porque, de hecho se contrapone con el espíritu y la letra de la Constitución de la Ciudad que en forma taxativa garantiza la no discriminación”. El autor de estas palabras fue Daniel Filmus, Secretario de Educación de la Ciudad de Buenos Aires, Página 12, febrero 19 de 2001. Es algo digno de elogio y sorpresa haber leído estas declaraciones respecto a los cupos en la docencia.
El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires abolió los cupos docentes masculinos en el sistema educativo de la ciudad. No se trata de una cuestión menor sino de la conclusión y demostración de la injusticia e ineficiencia de las políticas de acción afirmativa.
Para ilustrar a quienes no conocemos los meandros del reglamentarismo educativo resulta que los hombres tenían la conquista social que obliga a que uno de cada cuatro docentes debe ser hombre.
Sí no siempre son las mujeres las perjudicadas y necesitadas de auxilio, en algún momento los desvalidos representantes del sexo “fuerte” obtuvieron esta conquista social en el Estatuto del Docente.
Los beneficiarios como siempre han sido los alumnos y la eficiencia, ya que el beneficio masculino dejaba al frente de muchas clases a docentes cuyas calificaciones eran más de un 50% inferiores a las de las docentes femeninas.
Para Daniel Filmus el sistema funcionaba como un castigo para las mujeres, lo cual es cierto, pero por extensión deberíamos aplicar este razonamiento a todos los otros sistemas de cupos que también generan castigo a otros.
Pero otras palabras de Filmus resultan destacables, “... Más allá de los privilegios a los que se pueda acceder por cuestiones de género, el Estatuto del Docente establece otros criterios de selección que no pasan por la idoneidad.........”. Algo que los gremialistas docentes y la izquierda progresista ha venido negando durante años.
El Estatuto del Docente debe ser derogado por injusto e inconstitucional.
Pero las objeciones al Estatuto del Docente se aplican a gran parte del reglamentarismo que impregna a la administración pública. Falta de competencia, de idoneidad, discriminaciones encubiertas como ‘conquistas sociales’, etc.
Son la muestra de porque Argentina vive en crisis, porque el sistema termina por seguir haciendo eficientemente (la restricción a la libertad) algo que no debe hacerse y cuyas consecuencias son el atraso y el apego a las causas del mismo.
Lamentablemente no entiendo porque estas conclusiones a las que ha arribado Daniel Filmus no tienen extensión a otros ámbitos, pero que un grupo de izquierda se haya atrevido a este cambio y por las razones expuestas es una pequeña bocanada de aire fresco en estos días.