N ° 06/2001
Buenos Aires, febrero 12 de 2001.-
La denuncia sin fundamento se ha convertido en la modalidad de acción política de muchos “progresistas” y prensócratas. En un desborde inusual a partir de tres páginas sobre más de trescientas de un borrador del informe que el Senador Levin por la minoría demócrata está preparando sobre el lavado de dinero por bancos norteamericanos.
En esas páginas se habla de bancos vinculados a Raúl Moneta, y del Citibank. A partir del borrador del informe, que hasta podría ser rechazado por la comisión del Senado de los EEUU, la campaña mediática se lanzo a presionar por la remoción del Presidente del Banco Central de la República Argentina, Dr. Pedro Pou.
Lo primero que uno debe aclarar es que ni el presidente del Citibank, Fredigotti, ni él del BCRA, Pedro Pou, ni prácticamente ningún presidente de un banco conocen las operaciones de sus clientes en forma individual. Hacerlo en forma rutinaria implicaría violar la intimidad de la vida económica de las personas.
Los bancos centrales, y los bancos comerciales se han convertido en instituciones suficientemente grandes como para que puedan existir empleados que hagan sus propias operaciones, faciliten operaciones de lavado de dinero, etc. Pero ciertamente pretender que los presidentes de esas instituciones sepan todo es un exceso.
Por ejemplo si Colombo cree que Pedro Pou debería saber cada operación bancaria o ser responsable por las operaciones de lavado de dinero del narcotráfico no detectadas, no castigadas, etc. debemos suponer que también exigirá la renuncia del Presidente de la Nación que sería el responsable del pago de la coima a algunos senadores nacionales. ¿O Pou es responsable y De la Rua no?
Lo cierto es que encabezados por la diputada Elisa Carrió, el Senador Moreau y los Ministros Christyan Colombo y Federico Storani se ha abierto la temporada de caza cuyo premio es obtener el control del BCRA.
El BCRA, el Ministerio Público, el Senado de la Nación, y la Corte Suprema son las instituciones que no controlan los “progres”, los admiradores de Fidel Castro. En forma permanente y sucesiva se trata de remover a las autoridades de ellas, o amedrentarlas con causas judiciales, con escraches mediáticos, etc.
Se trata de una ofensiva para obtener el poder absoluto y dominar a las instituciones que por ley son independientes y a la ciudadanía.
Para aumentar el control de nuestras vidas será creada la “Unidad de Inteligencia Financiera”. Como los bancos informan sus operaciones en forma global, el BCRA así las analiza, y encima lo dirige un directorio no adicto a esta nueva Coordinadora Aliancista, los muchachos progresistas bajo la excusa de combatir el lavado de dinero y la corrupción podrán acceder a información económica y financiera privada con total impunidad y arbitrariedad.
Hasta un juez y un fiscal deben seguir procedimientos que son la forma de garantizarnos (supuestamente) que el Estado no invada nuestra privacidad.
Por décadas se han aumentado los recursos financieros y económicos para crear organismos como la DEA y otras de inteligencia con el objeto de combatir el narcotráfico y el lavado de dinero. Los resultados de estas burocracias policiales han sido cada vez más restricciones a la libertad de los ciudadanos comunes, de cada uno de nosotros. Controles y más controles, todo para protegernos de aquellos que aumenta día a día mientras esas policías antidroga consumen nuestro dinero.
Si existe un prototipo del fracaso estatal son las agencias policiales y de inteligencia para combatir al narcotráfico, aumentaron sus recursos en forma exponencial, la cantidad de agentes mientras el narcotráfico y el consumo de drogas siguen aumentando. Frente a su propio fracaso todo lo que piden son mayores restricciones y controles a los ciudadanos comunes.
Lo que Adolf Hitler, Lenin, Stalin, etc. no lograron lo están por lograr los políticos, y las DEAs de cada país, crear un estado policial con la plena aceptación de los ciudadanos.
Vamos camino de un modelo cada día más autoritario con la excusa de combatir el narcotráfico. Las verdaderas víctimas somos los ciudadanos comunes no los delincuentes, y los promotores de establecerlo son nuestros propios empleados. Nos roban dinero vía impuestos y después usan ese dinero para hacer la propaganda que les permita aumentar los controles sobre nuestras vidas.
No se trata de una cuestión exclusivamente nuestra sino del mundo entero. El agravante de nuestro caso es la vocación autoritaria de muchos políticos y prensócratas que están dedicados a tomar el poder absoluto. Mientras tanto las que no controlan pretenden reemplazarlas con organismos paralelos, con la obvia duplicación del gasto público, y la obscena decisión de asumir un control absoluto del estado, eso es la Oficina de Persecuciones y Encubrimientos (la OA) al Ministerio público y el UIF (Unidad de Inteligencia Financiera) al BCRA.
Y por cierto que no es igual lavado de dinero del narcotráfico que corrupción gubernamental. Mezclarlo es una forma de encubrir el narco lavado.