N ° 17/2005 - Año 6º
Buenos Aires, diciembre 22 de 2005.-
Casi como una confirmación que tanto para el gobierno nacional como provincial la gestión pública es una broma o una cuestión de diversión, el Subsecretario de Ingresos Públicos de la Provincia de Buenos Aires vistió a unos inspectores como Papa Noel con los colores del payaso infantil Piñón Fijo.
Para muchos analistas y políticos, Montoya es un ejemplo de gestión por su tenaz lucha contra la evasión impositiva.
Montoya protagonizó el año con sus intentos de perseguir a las personas privadas en cualquier ámbito. Desde intentar intrometerse en albergues transitorios, hasta irrumpir en líneas telefónicas, pasando por el intento de abrir cajas de seguridad, bloquear cuentas bancarias, supervisar micros, autos y aviones, clausurar supermercados por facturar mal un oso de peluche, etc, etc.
Ni los medios ni la oposición, ni ningún fiscal puso frenos a los avances de la embestida recaudatoria del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires sobre las personas privadas. El estado no tiene límites. En el nazismo y en el Stalinismo tampoco los tenían.
Hemos visto a Montoya cuestionar cada acto de personas privadas como si todos fuéramos delincuentes. Jamás le preguntó Montoya a sus colegas, funcionarios públicos de otras áreas, ¿como asignan el gasto público?, ¿por que pagan dos o tres veces mas caro los insumos para la administración? o ¿por qué la provincia de Buenos Aires está llena de ñoquis y funciones superpuestas?. Montoya recauda para un gobierno provincial que tiene 438.000 empleados y no cumple ni medianamente ninguna función relevante. Hace diez años el gobierno provincial tenía 319.000 empleados. La dotación crece a un ritmo de 11.890 empleados por año, casi mil por mes.
No garantiza 180 días de clase, 100.000 niños abandonaron la escuela en 2004, los servicios sanitarios son pésimos y es, sin duda, el reino de la inseguridad (el 40% de los homicidios del país se producen en Buenos Aires).
Mientras Montoya se disfrazaba de Papa Noel con los colores de Piñón Fijo, en
Moreno asesinaron a una anciana, cortan vías pidiendo seguridad en Don Torcuato
y ninguno de los habitantes de la provincia logran conciliar el sueño sin temor.
Asociar recaudación con mejor gestión es una burda mentira. El gasto público de la provincia de Buenos Aires creció 37% en tres años, el doble que el crecimiento del país. Cuatro de cada diez pesos que debe el total de las provincias corresponde a la deuda del gobierno de la provincia de Buenos Aires. Es el segundo presupuesto del país y el gobierno de Solá gasta 3 de cada diez pesos que gastan el total de las provincias. Recursos no faltan. Están pésimamente asignados, por eso las prioridades no se cumplen. No es un problema de los contribuyentes sino de los gestores del gasto.
Todos los meses Montoya sorprende con algo distinto. No se trata de creatividad de un funcionario que posiblemente esté compenetrado con su labor. Significa algo mas. Es el avance del estado sobre los individuos. Es el desparpajo de atacar a las personas y empresas laboriosas desde la prepotencia del estado ineficaz y despreocupado del sufrimiento de su gente.