Artículo de "Argentina Days" - Propietario y Director: Santiago Manuel Lozano

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N ° 16/2005 - Año 6º

Buenos Aires, noviembre 17 de 2005.-

KORRUPTOCRACIA

Mucho antes que Néstor Kirchner y Alberto Fernández hayan corrompido al tránsfuga diputado electo Eduardo Lorenzo Borocotto en nuestro país nació una nueva categoría de gobierno, la korruptocracia.

Será tal vez un nuevo aporte de nuestra clase política gobernante desde 1983 a las ciencias políticas, a la teoría del estado y a la inmoralidad lo que en el futuro se estudie en el mundo.

La korruptocracia se caracteriza por una política gubernista donde se hace de la corrupción política y electoral una virtud, así comprarse los votos de los más pobres con promesas y dinero del estado se presenta como un acto de habilidad e inteligencia política. Es así una forma agravada de la dictadura.

También la utilización del viejo aparato político basado en el pragmatismo de la pobreza, es decir en el clientelismo, que antes manipulaba el “padrino” se puede llamar nueva política y los periodistas corrompidos con injustificables pautas publicitarias estatales y sobres negros de fondos reservados, lo presentarán como una nueva política de corrupción.

La diferencia esencial de este modelo de korruptocracia (el gobierno de los corruptos) es que si uno estudia los discursos de dictadores como Adolf Hitler, Fidel Castro, Hugo Chávez, etc. ellos hacen de su autoritarismo, de su violencia institucional y policial sobre la sociedad una herramienta para construir una “sociedad nueva” basada en su personal gusto de cómo deberíamos ser los demás, justifican suprimir al disenso y la oposición, puede decirse que hacen gala de su autoritarismo y violencia sobre la sociedad.

Las dictaduras quieren crear mediante la violencia física, moral y policial una nueva sociedad, cualquiera sea la justificación, la del hombre nuevo, la raza pura, la sociedad sin clases, etc. Y justifican sus abusos mediante ese fin declamado. Utilizan los recursos del estado para ello, justifican mantener la pseudo élite de la dictadura porque está trabajando para ello.

Los korruptócratas usan el dinero del estado para aumentar su poder, lo justifican como un fin en sí mismo, llamado “aumentar/asegurar la gobernabilidad”. En la korruptocracia el fin es retener el poder, aumentar el poder de la banda gobernante para seguir disfrutando de los frutos de la corrupción mientras la nación y su pueblo se hunden en la miseria. Y de ello se hace virtud.

En tanto en la korruptocracia el uso de los dineros estatales para aumentar el poder de la clase gobernante, hundir en la pobreza y miseria a la mayoría del pueblo como forma de asegurarse la futura “compra” de sus votos en un simulacro de democracia es presentado como virtud.

Y sino alcanza la pública y desnuda extorsión a gobernadores, intendentes negando o dando los dineros públicos que legalmente les corresponde administrar esta el recurso Borocotto, la compra lisa y llana del pase a políticos sin valores, ni moral. Pase que no solo se hace por corrupción del dictador y su sátrapa sino que se presenta en conferencia de prensa como un éxito gubernista.

Cuando un Presidente y su Jefe de Gabinete pueden creer, entender y presentar a la sociedad semejante acto de corrupción moral y política es porque ellos mismos son corruptos e inmorales. Y cuando el Congreso Nacional acepta que el Presidente compre el pase de un diputado electo mediante –entre otras cosas- la oferta de un cargo interno del Congreso en lugar de defender la independencia funcional que la Constitución establece en defensa de los ciudadanos ese Congreso se convierte en un grupo de ñoquis de altos salarios y prebendas.

Pero todos quienes usan y justifican el despilfarro del dinero público, aún cuando la excusa sea derrotar al bañero de Lomas de Zamora, quienes se enriquecen personalmente mientras hunden en la miseria al pueblo para asegurarse la futura compra de sus votos son unos corruptos.

La lógica de los korruptocracia es mantener o hundir a la mayoría del pueblo en la pobreza, echar culpas de los males y la miseria al extranjero o algún ocasional empresario que no sea cortesano del poder, y con esa demagogia asegurarse el embrutecimiento y paulatina pérdida de dignidad del pueblo como forma de someterlo a la dependencia del “bolsón de comida, de las chapas, zapatillas y algunos dineros antes de las elecciones”. Usar las necesidades y pobreza que el mismo estado causa para conseguir el voto de los más necesitados, presentar todo eso como una virtud es un gobierno de corruptos, cuyo objetivo político real es la pobreza, el atraso, la des-educación y la riqueza personal de algunos favoritos del dictador, sean periodistas, proveedores del estado, contratistas del estado, o políticos, todos amasan fortunas mediante la corrupción.

La korruptocracia manipula una mayoría del periodismo que presenta como ejemplar un gobierno que compra los votos con un descaro tal que ya no son pan dulces o botellas de sidra, sino electrodomésticos. Quienes se encargan de la distribución clientelista son personas como Luis D´elia que hace pocos años era “okupa” y hoy por su cercanía al poder viste ropa de primera marca, vive en una confortable casa llena de comodidades que la clase media no puede pagarse, y su único trabajo conocido es ser un patotero parapolicial kirchnerista. Donde estos mismos patoteros disfrazados de luchadores sociales son invitados a los programas de televisión para escarnecer a quienes piensan distinto del gobierno.

Y mediante ese gobierno de los corruptos, para los corruptos y por los corruptos simulan una democracia, la del día donde llevan a los necesitados como ganado a votar usando el dinero de los impuestos expoliatorios que son la causa de la pobreza de esos mismos ciudadanos que están totalmente indefensos ante el uso partidista del estado.

Para que la korruptocracia funcione es también necesario que una mayoría como la que no voto a Kirchner tenga una dirigencia “opositora” que es incapaz o cobarde para promover la defensa de la moral, de la libertad individual, del derecho de propiedad. Ninguno de estos valores viven y se desarrollan en sociedades cuyos individuos que no están dispuestos por defenderlos y promoverlos, juntos a la dignidad y los beneficios que ellos llevan a sus pueblos.

 

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