N ° 16/2005 - Año 6º
Buenos Aires, noviembre 17 de 2005.-
A pocos días de las elecciones la dictadura kirchnerista lanzó una operación contra Elisa Carrió para cocinarla en su propia salsa. La operación se basa en el método que ella misma creo, la denuncia mediática mediante alguna sospecha más o menos armada.
Luego de las elecciones Elisa Carrió, en obvia referencia al directo ex colaborador delarruista Enrique Olivera, pidió perdón por el daño que había sufrido, y dijo que “ella perdonaba”, pero eso no significaba que no fuera a perseguir el castigo en la justicia de quienes había organizado la difamación.
Como suele decir un amigo mío Elisa Carrió es el caso típico del invento que revienta al inventor.
Carrió bien podría extender su pedido de perdón por el daño sufrido en su honor a muchos de quienes denunció sin pruebas, sobre quienes hizo caer un manto de sospecha que trajo la condena social y además –espero- se someta también al castigo judicial por sus difamaciones.
Pero pasadas dos semanas resulta que la operación de Kirchner contra el ARI desnuda el uso de las agencias estatales y los dineros públicos que rivaliza con Adolf Hitler o Josef Stalin. Porque se ha venido a descubrir que el pseudo periodista Martín Granovsky que dirige la agencia de noticias del Estado Nacional, TELAM, lanzo el cable informando la denuncia de Daniel Bravo (ese ex dirigente de4 Franja Morada que apenas había logrado aprobar una materia de abogacía antes de ser elegido presidente del Centro de Estudiantes de la Derecho en la UBA) antes que Bravo la hubiera realizado.
¿Cómo se puede explicar que TELAM supiera de una denuncia que estaba por hacerse?
Y eso sin contar que supuestamente Daniel Bravo realizo la denuncia por unas fotocopias que recibió en un sobre anónimo (lo que antes hacía Monner Sanz, que ante la tapa de Noticias no sintió nada de su justicierismo denuncista).