N ° 16/2005 - Año 6º
Buenos Aires, noviembre 17 de 2005.-
Diego Maradona suele ser presentado por el periodismo argentino como “el 10”, como “dios”, y muchos argentinos se muestran complacientes con él, cuando no temerosos de recibir una condena del “diego”.
Es una cobardía injustificable y que debería de avergonzar a todos los argentinos.
Diego Maradona recibió un don, su sobresaliente habilidad como jugador de football, pero siendo un don, es algo que debe a Dios, a sus padres. No es nada que él se haya esforzado en crear.
Lo que él ha hecho con ella entre muchos éxitos deportivos ha sido también arruinarla. Arruinarla con su adicción a las drogas, una y otra vez. Algunos justifican su inconducta porque “salió de muy abajo”, se mareo con el dinero y la fama. Pero muchos otros deportistas también se han pasado de pobres a famosos y millonarios pero no han caído en vicios, ni han hecho de ellos una virtud.
Su odio por los EE.UU. es consecuencia de sus vicios. Porque a sus hijas las llevo a Disneylandia cuando jugaba en el Barcelona (algo que la revista Gente mostró en detalle). Que hoy no pueda llevarlas, que le nieguen la visa para ingresar es por su condición de drogadicto. Puede no gustarle perderse Disneylandia, pero al hacer de esa negativa de una visa, de no someterse a las reglas el “diego” hace un acto más de hipócrita. Y sino que le pida a Fidel que construya algo tan maravilloso como Disneylandia, a ver que sale de la planificación comunista.
Maradona además es un tramposo, que no solo hizo un gol con su mano sino que hace de su trampa, de violar las reglas una virtud. ¿Cómo podemos ser respetados, como pueden creernos los demás habitantes del mundo si admiramos a quien además de hacer trampa lo cuenta como virtuoso? Maradona es un inmoral, y quienes aceptan ello como una gracia, como un “exceso” no están más que embarrando a todos los demás argentinos. Y si aun fueran mayoría quienes creen que lo de Maradona es aceptable, les digo que ese argumento –el ser mayoría- no hace más que acercarnos a la inmoralidad con la cual los alemanes aceptaron los al nazismo. Lo que está mal, la trampa y la violación de reglas es malo, no es una virtud.
Por lo demás el otro gol ante Inglaterra en el mundial de 1986 fue un lujo de su habilidad que queda opacado con su trampa.
La admiración de Maradona por dos genocidas como Fidel castro y Ernesto Che Guevara son otra demostración de la amoralidad. Por eso puede subirse al tren junto a otros sicarios del castro comunismo, tomar champagne de cien dólares la botella, fumar cigarros cubanos también de 100 dólares cada uno, llevar relojes que compiten con los de Kristina (unos U$ 20.000 dólares cada uno) y hacerse el “preocupado por los pobres”. Preocupación que de ser cierta debería llevarlo a promover al capitalismo, que es el único modelo económico que produce riqueza y genera prosperidad.
Su ánimo antiglobalización es otra paradoja de su amoralidad porque si alguien vive de la globalización deportiva y mediática, de los avances que ha producido el capitalismo anglosajón es el mismo Maradona.
Pero el anticapitalismo y admiración de nefastos dictadores como Fidel Castro y Hugo Chávez encuentra una lógica en Maradona. En ambos regímenes los amigos de los dictadores, los miembros de la nomenklatura mientras sean útiles y defiendan al régimen gozan de privilegios, jamás tendrán oportunidad los pobres de molestarlos, ni habrá periodistas independientes que puedan preguntarles lo que quieren. En la Cuba de Fidel, la Venezuela de Chávez el “diego” puede cometer excesos, seguir violando reglas y ser tratado como un héroe. También aquí lamentablemente. Pero en naciones republicanas y capitalistas eso no sucedería como paso con Kate Moss en Inglaterra donde por su adicción desenfrenada a las drogas las empresas le rescindieron sus contratos, donde hacer trampa es algo de lo que nadie se mostraría orgulloso. El capitalismo, el liberalismo tiene como base moral que las reglas y convenciones se cumplen y respetan, en el socialismo la nomenklatura se las puede saltear.
Maradona fue a tratar su drogadicción en el “milagro de la salud” cubana. Lo que sabemos es que pasaba sus noches y días rodeado de jóvenes mujeres que le proveía Fidel y con abundante droga a disposición. De esas fiestitas casi resulta muerto una noche que conducía drogado y borracho a toda velocidad una 4x4 norteamericana. Lo salvo la seguridad pasiva de la camioneta.
De Cuba salió casi al borde la muerte para ser tratado en Colombia. Allí le salvaron la vida y lograron mejorar su estado, hasta que comience a abandonar las drogas (según dicen algunos ahora no se droga), y de Cartagena de Indias se fue a ver al camarada de Fidel, a Hugo Chávez, quien intenta desestabilizar Colombia mediante el entrenamiento de guerrilleros terroristas.
Ni la salud le debe Maradona a Fidel Castro o a Hugo Chávez, sino a la “medicina colombiana”, lástima para este zurdito capaz de llevar remeras con la cara de los asesinos Che Guevara o Bin Laden como exaltación de sus odios y poner la cruz nazi en la cara de un Presidente de los EE.UU., nación a cuyos esfuerzos y sangre se debe la derrota del nazismo.
Pero si a las empresas que ponen avisos, a los admiradores del “diego”, y esos jet setters que se mostraron alegres en la fiestita de los 45 años no les alcanza nada de todo lo anterior, hay que recordar el mayor de los actos reprobables de Maradona, el no reconocer a los hijos que ha tenido en sus noches de lujuria. Uno Diego Maradona Sinigra en Italia parece no existir para el “famoso 10”. Dieguito no fue invitado al cumpleaños de su padre, y su madre tuvo que hacerle un juicio para que se reconociera la paternidad, y el millonario Diego le pase una cuota para alimentos y educación de su propio hijo.
¿Porqué no invitó a su hijo “el Diego” al fiestón que organizo hace pocos días por sus 45 años?
Algunos comentan que en la isla prisión, en Cuba, el “Diego” tiene otra hija no reconocida, cuya madre no podrá demandar que reconozca a la hija al menos mientras el “diego” sirva al régimen castrista. No me consta que sea cierto, pero el caso de su hijo italiano es suficiente para que Diego Armando Maradona no sea un ejemplo.
Sin querer ofender al cero, Diego Armando Maradona no es un 10, ni mucho menos el “10”. Eso se usa para calificar a lo mejor, a la excelencia, y ciertamente él no mide para ejemplo salvo entre quienes han `perdido la moral, o no tienen memoria o por cobardes no se animan a señalarlo como lo que es, un drogadicto que ni siquiera reconoció a su hijo, que sigue sin aceptarlo y siendo millonario ni siquiera quiso sostener su alimentación y educación.
Y un dios………………. De eso mejor no hablar, porque es una vergüenza que se ofenda así a todos quienes creemos en Dios, aun cuando tengamos distintas religiones.
P.D. Para la AFA y todos quienes quieren llevarlo al seleccionado argentino de football, por favor no insistan, la última vez pasamos el papelón de su doping en el Mundial de 1994 4n USA, y en cuanto a sus conocimientos y capacidad como técnico solo quiero decir “no nos olvidemos de Mandiyú” que así de mal terminó la experiencia de tener al “diego” como técnico.