N ° 15/2005 - Año 6º
Buenos Aires, octubre 20 de 2005.-
¿Cuantas veces hemos escuchado que nuestro voto vale? Ahora gracias a la nueva política sabemos que los votos de mucha gente valen electrodomésticos, bolsones de comida y mientras esos argentinos humildes, que están hundidos en la miseria por los altos impuestos y regulaciones estatales reciben como dádiva a cambio de su voto lo que no pueden comprarse por pagar impuestos confiscatorios.
Como nota remarcable de la nueva política muchos periodistas, en especial de radio se dedican a hablarnos de la “indignidad” de quienes cambian su voto por un electrodoméstico. Mientras ellos han cambiado de opinión, de ideas y valores por un sobre que paga el hambre y miseria de esos “humildes” argentinos. ¿O sus sobres y aún pautas de propaganda estatal no son una indignidad?
Indignos son estos políticos socialistas, progresistas que cobran impuestos confiscatorios para después comprar con ese dinero su voto. Si hay algo peor que comprar el voto de la gente es comprarlo con el dinero del Estado, que es de todos y para todos.
Todo sea por disimular que la televisión y la radio en Argentina ya no es privada, que vive del Estado Argentino y son verdaderas agencias del estado s sus empleados funcionarios públicos. Solo que mediante la tercerización de simularse empresas privadas se permiten sueldos de millonarios que les pagan hasta en negro muchas veces y se evitan la incómoda exposición al derecho penal por enriquecimiento ilícito. Y encima pueden calificar de indignos a quienes sufren miseria para pagarles sus vidas de jet set.
Y esta nueva política que huele a naftalina es de una inmoralidad intolerable y delictiva.
Es inmoral porque hace que los ciudadanos paguen dinero para sostener un gobierno e ideas que nos son repugnantes.
Es delictiva porque implica un abuso de las facultades legales de la Constitución por la cual los políticos con cargos legislativos y en el Poder Ejecutivo nos sacan dinero “a punta de ley” para sostenerse en el poder ellos mismos. Eso no es un fin, ni una causa para justificar el cobro de impuestos. De hecho ni siquiera contribuye al bienestar general ya que los resultados de 24 años de gobiernos radicales y justicialistas han dado por resultado un mayor número de pobres, una expulsión al exilio de cientos de miles de argentinos y extranjeros que habitaban nuestra patria.
La inmoralidad de la nueva política permite que la senadora por Santa Cruz, Kristina Kirchner no haya mantenido ni una entrevista o conferencia de prensa, que no haya podido ser interrogada por nadie. Solo sus gritos destemplados en laguna tribuna reclamando más poder para su esposo como si el gobierno fuera un bien ganancial.
O el candidato todo gobierno, Rafael Bielsa, capaz de haber sido funcionario público en forma ininterrumpidas desde el gobierno militar hasta Kirchner. Estuvo con los militares, tiempos en los cuales también pudo ser asesor del gobierno del general Pinochet en Chile, con los radicales, con Menem y con sus ministros atacados por yabranistas, con la Alianza radical frepasista, con Eduardo Alberto Duhalde y ahora al servicio del zar Néstor que dedica sus odios a todos esos gobiernos. Claro que Rafael Bielsa en su camaleónica y acomodaticia vida ha logrado repudiar a sus anteriores empleadores, descalificarlos pero eso si es un buen lamebotas del dictador cubano Fidel Castro.
Rafael Bielsa no se priva de querer presentarse como un tipo fino y hasta como poeta, lastima que en sus locales partidistas, como el de Ayacucho y Corrientes, reparten bolsones de comida del Pami.
Y el otro acomodaticio todo gobierno Felipe Solá que ha colocado cartelones gigantes en favor de la zarina en sucursales del Banco de la Provincia de Buenos Aires, y si alguien duda puede, a modo ejemplo, ver esquina de Callao y Cangallo.
En el campeonato de la hipocresía mundial ya hay una ganadora, es nada menos que la hermana del zar, también candidata a senador nacional. Si alguno puede dudar de la korrupción kirchnerista quiero recordar las palabras de hace unos 40 días, el 9 de septiembre para ser precisos cuando en La Rioja La ministro de Desarrollo Social de la Nación, Alicia Kirchner, advirtió que "la Argentina tiene que dejar de tener actitudes clientelistas o población cautiva, sea con los planes o con beneficios. Ahora, aquí no se entregan dádivas, porque una pensión siempre es un derecho y es obligación del Estado asistir”
Seguramente Alicia Kirchner no sabe que algunos tenemos buena memoria. Lo del gobierno de Kirchner es lo que la Constitución Nacional califica como “conducta inmoral sobreviniente” cuando menos y como causal de remoción de un funcionario mediante el juicio político.
Nunca en la historia argentina se ha hecho un uso tan descarado del dinero público con fines partidistas, y no se hace a espaldas ni con subterfugios, el mismo zar Néstor K y su jefe de gabinete Alberto Fernández han repetido sin descanso que han dedicado sus esfuerzos a construir y acumular poder. Sucede que no existe ni un solo artículo de la Constitución nacional que establezca esa aberración.
Y cuando el zar anda por ahí pidiendo que “no lo condicionen” la respuesta republicana, democrática es que justamente queremos y necesitamos un presidente condicionado, no queremos un zar. Condicionar a un presidente es limitar su poder sobre nuestras vidas y libertades, sobre nuestros patrimonios, someterlo a la “constitución”. Lo que el zar Néstor K. y sus acólitos están pidiendo no es ayuda, no un voto de confianza, están pidiendo que les entreguemos todo el poder para poder seguir haciéndose ricos ellos y quienes pasen cerca.
Para el zar el voto de muchos argentinos vale una limosna que paga con el dinero que le roba a todos los argentinos. Para nosotros, para quienes amamos la libertad, queremos ser dueños de nuestro destino y del resultado de nuestro esfuerzo, es decir queremos lo nuestro por derecho propio y no como una dádiva indigna de personas libres está claro nuestro voto vale y mucho más. Es nuestro deber para con nosotros mismos, para con quienes viven sometidos a la indignidad del clientelismo político votar contra el zar Néstor y la zarina, votar a favor de “condicionarlo”, es decir de someterlo a la Constitución y votar a favor de nuestros derechos.