N ° 12/2005 - Año 6º
Buenos Aires, agosto 24 de 2005.-
Permítaseme el neologismo de quienes se suicidan con algunos abusos verbales que desnudan sus verdaderas ideas y valores. Es que el día 4 de agosto mientras leía en Ambito Financiero una frase del gobernador Sola expresnado que “somos el ejército de Kirchner en la provincia de Buenos Aires, escuchaba en el programa de radio Colonia Cuento Chino al diputado salteño Urtubey –hace solo 2 años era un menemista fanático- decir que “somos el brazo político del presidente en el Kongreso...............”.
Ni a Urtubey le pasa por la cabeza que es un represnetante del pueblo y que su función es controlar justamente al Presidente, ni a Solá que no es un general de okupación. Basta leerlos para saber que ambos desprecian al pueblo que tanto llena sus bocazas.
Como si no alcanzará la indignación ante el camaleónico y vergonzoso fanatismo de estos dos kirchneristas pero exmenemistas aun debía leer al protegido K, Luis D’elía. Es que Solá fue el Secretario de depredación pesquera durante esa década del noventa y debe ser uno de esos a quienes se refería la juventud kirchnerista al entonar amenzante aquella vieja canción “¡¡¡paredón, paredón a,los gorilas que vendieron la nación..........!!!!!” Sucedió hace solo una semana en un acto donde se molieron a golpes entre ellos.
Claro que el propio Kirchner privatizo, perdón “vendió”, el banco provincial, las zonas hidrocarburíferas, etc.
Volvamos al Ámbito Financiero del 4 de agosto donde Luis D’Elía con la brutal sinceridad de un chirolita declaraba “el 40% de las listas de Kirchner son mafiosos y el Presidente lo sabe, pero es un tema menor...............” ¿Menor para quién?
Y finalmente nuestro incansable diktador que hace dos días en Tandil dijo que no lo dejan gobernar, que es un hombre de consensos. Lástima que gobierna por decreto de necesidad y urgencia, inconstitucionales súper poderes y no rinde cuenta del manejo de los dineros públicos, ni explica como y porque se deciden la obras que se pasa anunciando.
Pero al final resulta claro que no nos tienen en cuenta y hasta se dan el lujo de decirlo como si fuera una virtud.