N ° 12/2005 - Año 6º
Buenos Aires, agosto 24 de 2005.-
A fuer de ser sincero debo confesar que el siquiatra Pacho O’Donnell ex Secretario de Cultura ya no me sorprende, ni siquiera me interesa, sencillamente me abruma, me incomoda, me exaspera.
Su respeto y amor, correspondido, con el poder no guarda las formas que el recato, el decoro y las buenas costumbres reclaman de los hombres de ideas.
Pasó del alfonsinismo al menemismo, naturalmente. En el presente, practica el deporte más popular; al decir de Jorge Asís: el salto en garrocha.
Ya se apronta para su alocada carrera. Cuerpo en tensión y mente dispuestita ha iniciado los movimientos de aproximación.
En un artículo aparecido en el diario La Nación el 18/06/05 sobre el Che se revela como un moderno setentista es decir un militante de las ideas y los valores por encima de lo terrenal y lo efímero. ¡Como corresponde!
En dicho artículo, el siquiatra, polemiza con otro del señor Gioffré que puso en su lugar a la figura del Che: la de un vulgar aventurero cargado de instintos perversos y sobreactuados, plagado, asimismo, de errores teóricos que lo empujaron a sistemáticos fracasos.
En rigor todo este movimiento intelectual se inició en La Nación a partir de la publicación de tres artículos, imperdibles, de Álvaro Vargas Llosa a los cuales remito al circunstancial lector.
Así las cosas el ex Secretario de Cultura de Menem ha terciado en el torbellino. Más allá de los disparates vulgares e infantilismos intelectuales de su nota voy a detenerme en dos aspectos de inusitada gravedad.
a) Para demostrar que el Che no ha sido un fracasado, sino que por el contrario un héroe exitoso, afirma, claro lamentándose:
“fue exitoso en convencer a muchos jóvenes argentinos y de otros países que se inmolaron comprometidos con la vía de la lucha armada para terminar con las injusticias del capitalismo”
Omito cualquier comentario personal. Dejo al lector en soledad frente a la exaltación de la muerte, especialmente si provienen del responsable de la Cultura en la etapa de revolución capitalista de Menem. ¡No hay cinismo más atroz!
b) Finalmente asevera que el Che es ponderable porque “estemos o no de acuerdo con sus principios y sus métodos: el idealismo, el coraje, la coherencia entre lo que se piensa, dice y hace. Valores en crisis en una sociedad hegemónica que privilegia el individualismo, la inescrupulosidad, el materialismo”, deben ser absolutamente valorados.
Le recuerdo al escrupuloso siquiatra que en la formidable película “La Caída” la mujer de Goebbels se mata y mata a sus hijos por ideas y conductas coherentes entre los se piensa, dice y hace: no podía sobrevivir en una sociedad que no fuera nacionalsocialista.
La metodología sicológica del diván (pensar, decir y hacer) jamás puede justificar el crimen, la irracionalidad y la muerte.