N ° 11/2005 - Año 6º
Buenos Aires, agosto 04 de 2005.-
La reacción de los zares, Néstor y Kristina ante el “escrache” que los familiares de Cromagnon le realizaron a la falsa abuela Estela de Carlotto (sí, es falsa abuela ya que su hija era estéril y por lo tanto no pudo tener hijos) expone el seguimiento de la metodología nazi, castrista o leninista, como cada uno prefiera ponerla en la comparación.
Los Kirchner jamás recibieron a ningún otro escrachado. Es más en muchos casos hasta los justificaron con esas formas progres tipo que por ser “neoliberales, vende patrias y cualquier otra falsa descalificación” que permita hacer que la víctima termine siendo el provocador. Como hace Fidel con quienes reclaman libertad de expresión o por los derechos humanos de los presos políticos del régimen comunista cubano, o los nazis hacían con los judíos.
Porque Kristina Kirchner, Miguel Bonasso, Aníbal Ibarra, Rafael Bielsa, Estela Carlotto, y por supuesto Néstor Kichner admiran a Fidel Castro, quien hace pocos días organizó turbas para escrachar a las familias, esposas, madres e hijos de los presos políticos de su régimen. ¿El delito de esas familias? Haber reclamado que cesen las violaciones de los derechos humanos en Cuba y la liberación de los presos políticos.
Si el escrache lo hacen ellos, lo dirigen o les conviene a los fines de establecer su dictadura está bien.
Por eso Estela de Carlotto puede firmar una solicitada en defensa de la impunidad de Aníbal Ibarra y creer que los familiares de las víctimas de Cromagnon deberían bancársela sin quejas.
Cuando lo sufre alguno de sus camaradas está mal, debe ser condenado. Nótese que en el caso de estela Carlotto no fue un escrache organizado con antelación, sino la reacción al ver a una promotora de la impunidad de Ibarra.
Los Kirchner, Néstor y Kristina, pueden mandar a los piketeros oficialistas a escrachar a Carlos Montaner, Jorge Asís, Ricardo López Murphy, Carlos Ruckauf, Eduardo Duhalde, la Shell, y a quien a ellos se les ocurra, convenga, señalar como enemigo a su autoritarismo (eso que los Kirchner asimilan con gobernabilidad es el ejercicio ilimitado del poder) y sentir que está bien y cuando le toca a su camarada Carlotto condenar la natural reacción de las familias de quienes murieron en Cromagnon víctimas de un sistema administrativo y político de corrupción.
Como si esos familiares no tienen derecho a reclamar el juicio y menos el castigo de Aníbal Ibarra y sus funcionarios complicados en la tragedia. Ni a quejarse contra quienes apoyan esa impunidad.
Pero lo relevante del escrache a Estela Carlotto es que la dictadura siente que puede imponer su doble estándar moral, político y legal. Para ellos el arrojar unos huevos a Estela Carlotto es un acto de violencia, que los hijos de ella arrojaran granadas, balas y bombas era un acto de juvenil idealismo.
Para ellos como los nazis y sus primos hermanos los comunistas, la violencia está bien si la ejercen ellos contra quienes pensamos distinto, es condenable si proviene de una reacción contra la opresión y violencia que ellos ejercen. Cuando el gobierno considera que sus escarches son buenos y los que sufren ellos son malos eso no es una república, ni una democracia, eso se llama dictadura.