Artículo de "Argentina Days" - Propietario y Director: Santiago Manuel Lozano

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N ° 06/2005 - Año 6º

Buenos Aires, mayo 06 de 2005.-

HOMENAJE A 60 AÑOS DE LA RENDICIÓN NAZI

El 30 de abril de 1945 el genocida Adolf Hitler se suicidó luego de negarse a salir de Berlín dando fin a una vida cuya maldad, determinación e implacable ferocidad había llevado a la muerte a millones de personas, muchas de ellas consideradas de razas inferiores, en especial los judíos, exterminados cruelmente en los campos de exterminio.

Pocos días más tarde, el 7 de mayo, el Reich de los mil años se rindió en forma incondicional a los ejércitos aliados dando comienzo a una paz que en Europa fue la Guerra Fría. Una paz que para Europa oriental significo aún estar sometida al totalitarismo comunista y soviético durante otros 45 años, que terminaron cuando cayo el Muro de Berlín.

El próximo domingo se cumplirán los 60 años del día en que callaron las armas en Europa ante la rendición del régimen nazi.

La Segunda Guerra Mundial fue el resultado de la cobardía de muchos dirigentes europeos occidentales que dejaron su camino abierto al fortalecimiento de los regímenes nazi en Alemania y comunista en Rusia. Ambas ramas del socialismo con sus planes genocidas sembraron el terror y la muerte de millones de personas inocentes. El total de muertos civiles y militares contabilizados en la Segunda Guerra Mundial asciende a 55.014.000 personas.

El III Reich y la URSS comenzaron la Segunda Guerra Mundial pactando el reparto de Polonia y la rapiña soviética de algunas provincias de otras naciones de Europa Oriental. Ambos, tanto los nazis como los comunistas invadieron Polonia y masacraron a su pueblo.

La Segunda Guerra Mundial termino con el nazismo como fuerza capaz de atormentar y arrodillar naciones enteras, evitando que el genocidio de los judíos, eslavos, y gitanos llegará a la supresión de esos pueblos. La maldad del nazismo solo ha sido comparable al terror del comunismo, fuera de Lenin, Stalin, Mao Tse Tung, Pol Pot, Fidel Castro o el Che Guevara.

La guerra del nazismo a la URSS desde 1941 disimulo por algún tiempo la naturaleza genocida del comunismo, las fosas de Katyn y tantos otros crímenes genocidas. Fue por eso que la URSS estuvo entre los vencedores, que fueron ante todo las dos grandes democracias de la historia, Gran Bretaña y los EE.UU.

Los hombres y mujeres británicos y norteamericanos tienen el máximo honor en la derrota del nazismo, porque nunca fueron aliados de Hitler como lo fue el comunismo hasta 1941, porque ni en los peores momentos sintieron flaquear su voluntad de combatir hasta la liberación de Europa. Liberación que los llevó a tener que sostener sus ejércitos en Alemania y Europa continental por décadas. Aún hoy los soldados norteamericanos y británicos garantizan la paz europea.

La derrota de Alemania nazi no solo fue una proeza, sino que fue llevada a cabo con un costo enorme de vidas, de familias enteras destruidas.

Han pasado 60 años, solo 60 de aquellos días donde fue derrotado el primero de los dos sistemas totalitarios que azotaron la humanidad durante el siglo XX, en mayo de 1945 el nazismo se rindió ante los ejércitos aliados. Los soldados que derrotaron al otrora orgulloso y pretendidamente indetenible ejército alemán eran ciudadanos comunes, estudiantes, obreros, profesionales. Los ejércitos de Gran Bretaña y los EE.UU. eran casi amateurs, pero su determinación por prevalecer sobre el mal llevo a sus soldados a prevalecer en una contienda que por muchos años todos creían imposible.

Y cuando la guerra terminó tendieron la mano a los vencidos, y a sus aliados arrasados por el nazismo para levantar una Europa más democrática y pacífica. Volvieron a sus trabajos y sostuvieron la ayuda económica y humanitaria. Mientras ellos construían ese mundo mejor, la URSS saqueaba Europa Oriental y la sometía a la continuidad del totalitarismo que solo había cambiado el color de sus policías, del negro al rojo.

Les rindo mi homenaje a quienes derramaron su sangre para detener al nazismo, a quienes sin descanso luego debieron velar y tomar las armas para evitar la expansión del comunismo por décadas. A todos aquellos que no repitieron el error de los Chamberlain y los Daladier, los que eligieron la paz sin honor y tuvieron la guerra y derrota sin honor con el nazismo, a los Winston Churchill, a los Franklin Rooselvelt y a todos los anónimos soldados, marineros y aviadores que entregaron sus vidas para detener al nazismo.

Y naturalmente el silencio y respeto, el homenaje a los millones de judíos y otros pueblos que fueron víctimas del genocidio nazi y comunista durante la Segunda Guerra Mundial.

 

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