N ° 05/2002
Buenos Aires, junio 10 de 2002.-
El jueves pasado una vez un grupo de menos de 150 militantes izquierdistas se disfrazo de "asambleístas populares" para intentar escrachar al ex presidente Carlos Menem en Palermo. Algunos dirán que no es así, pero habiendo estado encabezados por el montonero Miguel Bonasso de reconocida trayectoria y adhesión al marxismo no existe otra forma de describir la agresión.
Los militantes, más algunos desprevenidos idiotas útiles que los hayan acompañado, reclamaban por sus depósitos acorralados. ¿Qué tiene que ver Carlos Menem con ello? Justamente Carlos Menem se opuso al corralito, propuso la dolarización para evitar la devaluación y pesificación. La maniobra solo se explica por el ánimo de odio y desvío de la culpa de los verdaderos responsables de esas medidas. Y aún contra ellos la metodología es igualmente repudiable.
Una explicación más es que saben que con un político como Carlos Menem en el gobierno se termina su extorsión callejera, deberán volver a trabajar y tanto ellos como sus líderes estarán sujetos al orden legal en defensa de los ciudadanos y sus derechos.
Todo régimen totalitario tiene sus escuadrones de escrachadores. Los nazis, los fascistas, los bolcheviques, los sandinistas, los chavistas, etc. Siempre la misma táctica de convertir a algunos en victimarios del pueblo y por lo tanto dignos del odio dirigido.
No es nuevo, la izquierda en especial utiliza en método con la impunidad que da conocer la decencia ajena. Es que ninguna persona decente puede organizarse en grupo para agredir a otro. Es fácil, pero cobarde e indecente organizar una patota para agredir a alguien.
Aquí los periodistas y humoristas siguen actuando como los agentes de propaganda de la indecencia, de la inmoralidad y la cobardía, hasta se animan a encabezar los escraches como el caso de jueves pasado.
¿Cuánto falta para que se pinten cruces amarillas, o lo que sea, que el odio políticamente correcto señale? ¿Hasta cuando vamos a tolerar que la delincuencia y la izquierda decidan nuestra vida y libertad?