N ° 15/2004 - Año 5º
Buenos Aires, Octubre 08 de 2004.-
Ante todo profesionalismo: Como demostración del nivel de profesionalismo en la administración pública Aníbal Ibarra designo a su ex jefe de campaña Carlos Campolongo como Presidente del Ente Único Regulador de Servicios Públicos de la Ciudad de Buenos Aires. Campolongo es un recordado periodista, militante alfonsinista en los años del monopolio estatal de los medios de comunicación electrónicos, que fungía de vocero mediático desde la pantalla de canal 7, o mATC.
Desde allí se convirtió tiempo después en legislador porteño y ahora en experto en regulación de servicios públicos. Una vez más queda demostrado que a los ciudadanos como se manejan los repartos de cargos y canonjías de los nuevos políticos. Pobre ciudad.
¿Porque tanto escándalo con Falbo y su sobrina?: Desde ayer las usinas de desinformación se han lanzado a condenar la designación que la Procuradora de la provincia de Buenos Aires, María del Carmen Falbo ha realizado de su sobrina. Los periodistas alquilados y otros ingenuos nos distraen con esta designación pero ni se les ocurre preguntarse por la esposa del Ministro De Vido que encabeza el organismo encargado de controlarlo, y eso cuando la ex diputada Elisa Carrió ha denunciado a este obsecuente ministro como el kajero de Kirchner. Tampoco se les ocurre cuestionar que el Presidente Kirchner tenga a su hermana como Ministra de los Planes de clientelismo político, aunque ellos los llamen sociales.
¿Por qué la Dra. Falbo debía imaginar que designar como colaboradora a su sobrina puede estar mal si Kirchner puede hacer semejantes designaciones?
Ciertamente hay que hablar de esto, pero empecemos por los que de verdad importan, es decir por Néstor Kichner, y Julio de Vido, por su hermana y su esposa respectivamente.
En cuando a María del Carmen Falbo, digamos que lo malo no es que haya designado a su sobrina como asesora, sino que el Congreso de la provincia de Buenos Aires controlado por el duhaldismo y el radicalismo de Alfonsín, Leopoldo Moreau y Freddy Storani, la hayan designado en el cargo del cual depende se encuentren los culpables de haber vaciado el Banco de la provincia de Buenos Aires, cuando ellos han sido quienes desde el gobierno y oposición sellaron el pacto político y económico que les permitió que eso sucediera. En otras palabras los posibles culpables han designado al jefe de investigadores judiciales.
La magia del sur: Cuando uno recorre nuestra Patagonia siente es magia de la su grandiosidad, de espacio que parece no encontrar límites, sin embargo esa no es la “magia” del sur.
La “magia del sur” es que un gobernador logre evadir de todo control y rendición de cuentas el manejo de excedentes financieros, y no pequeños, sino superiores a los U$ 700 millones, que con más sus intereses deberían superar los 1.000 millones de dólares. Y que los jueces de la provincia no lo investiguen, que haya reformado la constitución para asegurarse la impunidad de hacer eso y mucho más, con el silencio y la complicidad de tanta gente. Que ese ex gobernador llegue a ser Presidente de la Nación y se permita hablar de moral, de principios, su esposa sea Senadora Nacional y desde ese cargo nos quiera hablar de esas mismas cuestiones, de la pobreza y del atraso.
La magia del sur permite que ese ex gobernador ya como presidente intervenga una provincia con la excusa del modelo feudal y antirrepublicano, como el caso de Santiago del Estero, cuyas falencias institucionales eran ciertas pero mucho menores que las creadas en Santa Cruz por el matrimonio gobernante.
La “magia porteña”, o nacional, sería que logren rellenar la cuenta perdida y alguna vez devuelvan el dinero a Santa Cruz.
Alta política: Cada semana leemos y escuchamos a decenas de comentaristas, analistas y periodistas explicarnos que el ex usurpador Eduardo Alberto Duhalde y su pichón que resulto un dictador desagradecido, Néstor Kirchner estarían negociando las listas de diputados y senadores para las elecciones de 2005.
A decir verdad y viendo los ritos, actos y demás gestos es cierto que no están ocupándose de otras incómodas cuestiones como la delincuencia, la injusticia, la desastrosa educación, ni de la pobreza que han generado, ni de cómo están logrando que esos problemas se transformen en endémicos. Por lo tanto debe ser cierto que se están ocupando de la alta política que es repartirse las “listas en sabana”.
Pero si uno mira un poco más allá la verdad es que ambos, Duhalde y Kirchner, parece que vivirían amenazándose con tirarse las “carpetas” del vaciamiento del Banco de la Provincia de Buenos Aires, del banco de Santa Cruz y los cientos de millones de dólares que Kirchner ha hecho desaparecer, de muchas otras obras públicas sobre facturadas en Santa Cruz, etc.
¡Ojalá! empiecen con eso de tirar las carpetas y de una nueva política, que dejen de encubrirse y además permitan que todos los argentinos sepamos los resultados de sus gobiernos y políticas. Por mí que dejen ya de negociar listas, porque si siguen volverán todos los mismos, o los que pongan serán nuevos vasallos que atenderán la alta política de volver a estar en la lista y dejarnos la cuenta para que paguemos los demás argentinos.
Para quienes en la tristeza y desaliento ante los avances dictatoriales de Kirchner alguna vez piensan en la alternativa Duhalde, la verdad es que es como el elegir entre dos muy malos y nos merecemos algo más que eso. Porque hagan las listas comunes, o no, hagan volver de Santa Cruz a la Senadora de dicha provincia para ponerla en listas bonaerenses, o no, lo que de verdad los une es lo que nos hunde a todos.
La elección entre quienes habrían hecho desaparecer varios cientos de millones de dólares de su provincia (el clan Kirchner) y quienes habrían fundido el Banco de la provincia de Buenos Aires (el clan Duhalde – Alfonsín/Moreau), arruinado a las policías de ambas provincias, creado sistemas de feudalismo político y sometimiento social solo estamos ante una falsa opción. Las dos son formas de feudalismo que aseguran pobreza y miseria. No cabe duda que Kirchner es más autoritario aún que Duhalde, pero no hay que resignarse a elegir entre dos opciones que solo compiten por quien es menos nefasta.