N ° 15/2004 - Año 5º
Buenos Aires, Octubre 08 de 2004.-
Hoy se cumplen 37 años de la segunda independencia de Bolivia, cuando las fuerzas del Ejército boliviano aniquilaron una invasión extranjera encabezada por el terrorista argentino Ernesto Che Guevara.
En La Higuera los campesinos que el terrorista castro comunista decía haber ido a liberar dieron las pistas suficientes para que una unidad del Ejército boliviano localizara y cercara al foco invasor que Fidel Castro estaba formando bajo la conducción de su cómplice Che Guevara para atacar a la hermana nación de Bolivia.
Lo que sucedió en La Higuera no fue un hecho menor, y no me refiero a la relevancia de haber aniquilado a uno de los más peligrosos y sanguinarios terroristas que el comunismo dio, sino a que desnuda que el terrorismo de esos años fue una verdadera guerra de agresión contra nuestras naciones.
Guerra dirigida, financiada, apoyada por la URSS y la Cuba comunista del genocida Fidel Castro. Guerra que desmiente que se pudiera combatir como hechos policiales, ya que estaba organizada y pagada por naciones extranjeras con el objetivo de convertirnos en “colonias” (aunque ellos lo llamaban países satélites) de la ex URSS y Cuba.
Esa guerra fue el verdadero “terrorismo de estado”. Porque era una guerra dirigida y desatada por cuenta de estados extranjeros mediante el método del terrorismo. Pero eran guerras, nada frías, sino bien calientes, y el terrorismo era el método elegido por las naciones agresoras.
Los terroristas comunistas se agruparon en la Tricontinental de La Habana (hoy continuada por el Foro de Sao Paulo) y las naciones agredidas desarrollaron políticas comunes de apoyo y defensa.
La naturaleza bélica de la agresión explica porque Bolivia obtuvo la victoria militar de aniquilar las fuerzas cubanas que habían invadido su nación encabezadas por el genocida argentino Ernesto Che Guevara y porque también el gobierno constitucional argentino de Juan Domingo Perón e Isabel Perón en los años 1973 a 1975 ordenaron a las FFAA aniquilar a los subversivos. Los gobernantes de aquellos días tenían claro que Argentina estaba en guerra y no ante un problema policial. Tenían claro que si bien no podían invadir a las naciones agresoras, si podían aniquilar a los que traicionaban a la nación misma poniéndose al servicio de potencias extranjeras para colonizarnos.
El marxismo leninismo llamo a su exportación revolucionaria el internacionalismo socialista, sus herederos actuales son muchos de esos globalizados movimientos antiglobalizadores que cada tanto rechazan el libre comercio, única vía para el progreso de los pueblos más pobres.
Las fuerzas autodenominadas “antiglobalización” sostienen una extraña alianza con dictadores como la mayoría de los gobernantes de América Latina, de África y de Asia, todos vociferando contra el libre comercio, el común denominador es la necesidad de mantener cercados y encerrados a sus pueblos para asegurarse el ejercicio despótico del poder, el reparto de la riqueza entre unos pocos, los que gobiernan y los empresarios adulones.
Los distingue de aquellas guerras de liberación que hoy no usan abiertamente el terrorismo armado, sino el terrorismo social. La persecución social de todos quienes defendemos la libertad.
Los une con el Che Guevara y Fidel Castro su odio por la libertad de las personas, por el derecho de propiedad privada que es el límite al autoritarismo económico y a la libertad de prensa.
Hace 37 años en Bolivia, sus fuerzas militares aniquilaron a un genocida y sanguinario llamado Ernesto Che Guevara. Aquella victoria fue una segunda independencia del pueblo boliviano, porque se salvaron de ser colonia del más sanguinario y negro régimen que haya creado el hombre, del comunismo. Y esa victoria seguramente salvo muchas vidas que el Che Guevara hubiera asesinado como en Cuba, y también en Chile, Perú, paraguay y nuestra Argentina. Porque si Fidel Castro y el Che Guevara hubieran logrado crear una colonia en Bolivia seguramente hubieran realizado guerras de agresión aún más sangrientas que las que debimos enfrentar.