N ° 13/2004 - Año 5º
Buenos Aires, septiembre 10 de 2004.-
Luego del artículo del editorial del diario Río Negro anterior podríamos poner esas reflexiones en el contexto de la conducta de muchos argentinos en los años noventa, gobierno y oposición, periodismo y ongs, respecto a los atentados contra la Embajada de Israel y la AMIA. En ambos casos se impulso una investigación judicial que debía encontrar, sí o sí, la existencia de una “conexión local”.
Pasados largos años ambos juicios han dejado una sensación amarga para casi todos. Empezando por las familias de las víctimas de ambos actos terroristas, siguiendo por quienes sufrieron encarcelamientos ilegítimos y los demás ciudadanos que fueron alentados a creer que por la vía judicial se encontrarían esas conexiones.
La verdad es que ambos juicios sirvieron para que los terroristas y sus instigadores sigan tranquilos, porque lo que se busco fue como usar ambos atentados para lograr una ventaja política y un desgaste del gobierno de Carlos Menem que por esos años representaba la mayoría de las simpatías ciudadanas.
Y en defensa de ese gobierno seguramente muchos funcionarios de los tres poderes del Estado hayan cometido actos que entorpecieran la investigación.
Pero lo relevante es que por esa actitud miserable y pequeña de hacer política electoralista cuando se sufre un atentado terrorista se tapo lo que estaba claro, era evidente sin necesidad de intervención de ningún juez, y es que habíamos sufrido dos atentados terroristas fundamentalistas islámicos. Que se empezó por buscar culpables en quienes gobernaban por no haber evitado ambos atentados y de esa forma no se culpo a los verdaderos violentos, a los terroristas.
Con la misma hipocresía y amnesia selectiva que se juzga la violencia de los años setenta a partir del gobierno cívico militar del 24 de marzo de 1976 como si antes de eso no hubieran bandas terroristas asolado el país y declarado una guerra civil.
Si la Argentina sigue buscando culpables en quienes responden y respondieron a la violencia terrorista y no en los terroristas como agresores va mal encaminada y toda investigación judicial empieza viciada de ilegitimidad y parcialidad.
Es triste ver ahora el resultado del caso del atentado terrorista contra la AMIA, pero no ha sido culpa solo de quienes en él intervinieron sino de quienes presionaron y forzaron cualquier teoría con tal de dañar al gobierno de Carlos Menem antes que aceptar lo evidente, los culpables de esa violencia son los terroristas genocidas del fundamentalismo islámico.
Contra toda evidencia de los hechos se afirmaron cosas disparatadas y con igual sentido del absurdo que debían enfrentar actuaron muchos funcionarios.
Y muchos años después la SIDE sigue siendo una oficina desde donde espiar opositores políticos y periodistas o personas que desagraden al presidente K, hacer operaciones de prensa gubernistas, gastarse los fondos reservados en encuestas truchas, en campañas partidistas o de desprestigio de la oposición.
Lo que debemos enfrentar todos y cada uno es la necesidad de establecer una agencia de inteligencia que pueda prevenir este tipo de agresiones terroristas que son la guerra moderna a la que son sometidos los países occidentales, aceptar que estamos en una guerra no por elección sino por haber sido agredidos y sumarnos al bando que está defendiendo nuestra civilización.
Pero el anti norteamericanismo impide aceptar eso, y como a la vez carecemos de capacidad de imponer una sanción a los países que asilan y protegen a los terroristas, y nos hemos dado un gobierno que está integrado por ex terroristas, es amigo y admirador de un exportador y financista de terroristas como Fidel Castro resulta que estamos cada día más indefensos.