N ° 11/2004 - Año 5º
Buenos Aires, agosto 06 de 2004.-
Cuando María Elena Walsh escribió su canción "El Mundo del Revés" en la que cuenta que allí "nada el pájaro y vuela el pez"; seguramente no imaginó que se quedaría corta en su creativa imaginación, frente a la realidad increíble que hoy vivimos en esta Argentina que es, sin dudas, el Imperio del Revés. En este escenario demencial, fruto de la anarquía tolerada, defendida y promovida por la pareja presidencial, aplaudida por el coro de montoneros devenidos en diputados sin partido y explicada elocuentemente por el dúo cómico-verbal "Los Fernández", todo se ha vuelto patas para arriba, como en el Reino del Revés.
En este Reino que es hoy la Argentina, los delincuentes atacan las comisarías, los revoltosos son recibidos en la Casa de Gobierno, los holgazanes son retribuidos con salarios, aguinaldo y vacaciones, los ladrones son devueltos a la calle y los policías son encarcelados o, en el mejor de los casos, despedidos por el horrible delito de portar armas; y se llama "trabajadoras sexuales" a las que el diccionario define como "putas", que ya ni siquiera son eso, sino varones disfrazados de mujer, que deciden cuándo puede reunirse el Concejo Deliberante para tratar las leyes que se aplican en el Reino.
Pronto se llamará "artesanos de la ganzúa" a los chorros y "operarios de la muerte" a los asesinos, habida cuenta que los que toman y ocupan empresas, negocios, casinos y hasta hospitales son "miembros de la protesta" que no merecen ser "criminalizados", "reprimidos" ni juzgados (lo que tampoco ocurrirá ya que los jueces están sumamente ocupados tratando de descubrir sucesos ocurridos en la década del ‘70, en investigar a fondo el asesinato de Solís y en esclarecer el fusilamiento de Dorrego).
Mientras tanto, y complementando el despido del Jefe de Policía por el empleo de agentes con armas, se estudia la creación de un cuerpo de bomberos sin mangueras, un Correo Estatal sin buzones, una Flota Mercante sin barcos y una Empresa de Energía sin pozos ni estaciones de servicios, sin usinas ni líneas de transmisión.
¡Que Dios nos ampare!